Expediente de regulación de empleo en la fábrica de Papá Noel

Las sociedades van prescindiendo de los duendes al ritmo que renuncian a los niños.

Mario Garcés. 20/03/2019

Hay historias jamás contadas que no son aptas para todas las edades. Ni siquiera son idóneas para todas las sensibilidades. Es más, pueden llegar a ser incómodas para los irresponsables, e ininteligibles para los hipócritas. El episodio que se narra en este artículo es ficción, pero verdadera ficción, o lo que es lo mismo, es verdad ficticia. Paradójicamente no deben leerla los niños y, sin embargo, deberían ser los principales destinatarios de este relato. Puede parecer una comedia pero es lo más parecido a una tragedia.

El drama de la despoblación en una buena parte del mundo. El invierno demográfico que es infierno demográfico. Y es el drama hecho palabra en el testimonio de un duende que trabajaba en la fábrica de Papá Noel, allí en la fría Finlandia, entre renos de verdad y renos de ocasión para turistas de crucero y fiordos.

Los duendes trabajan a destajo durante todo el año

Los duendes viven muchos años y trabajan a destajo, circunstancia ésta que debería hacer pensar al sindicato europeo de gnomos productores y distribuidores de juguetes, para los que los objetivos del Naciones Unidas 2030 se les quedan cortos. Viven en una aparente felicidad eterna y lucen coraje y esfuerzo para satisfacer los deseos de los niños en el mundo trabajando en cadena, que no encadenados, en la fábrica de Papá Noel. Tienen un convenio colectivo que se firmó hace ciento veinte años y que se mantiene vigente. Y, en apariencia, todo funcionaba a la perfección hasta que hace unos años todo empezó a cambiar. El Presidente de la compañía, ataviado con su túnica roja, comenzó a pedir informes porque los pedidos se desplomaban.

El Departamento interno de riesgos comenzó a alertar de la preocupante situación de la natalidad en Finlandia, que es el hogar del jefe. En 2018, la fecundidad se situó en nuevos mínimos históricos, con un 6 por ciento de nacimientos menos que en 2017, con una tasa de 1,4 hijos por mujer. Los niños nacidos el año pasado fueron aproximadamente la mitad de los que nacieron en 1900, a pesar de que la población actual en el país nórdico es el doble de la que había a principios del siglo XX. Pero es que se ha superado también el récord de saldo negativo entre nacimientos y muertes (- 7.000), peor incluso que en la guerra ruso-finesa (-6.000). Papá Noel no podía dar crédito a este hundimiento que ponía en riesgo la continuidad de toda la plantilla y de sus familias, algunas de la cuales llevan más de tres siglos trabajando en la fábrica. 

Los duendes movilizados ante el Expediente de Regulación de Empleo

Un día, y sin previo aviso, convocaron a los duendes de la planta de producción y almacenamiento a una reunión con el Director de Recursos Gnómicos de la empresa y, por primera vez, escucharon la indeseable expresión «Expediente de Regulación de Empleo». El duende, que es proclive a las desgracias y que imanta todos los males del mundo imaginado y del mundo real, fue incluido en la lista de contratos rescindibles. No es ser que se resigne a su suerte y, por eso, emprendió viaje a España en busca de oportunidades y de una meteorología decente, que a su mujer y sus hijos les gusta el Mediterráneo. Como apenas habían tenido vacaciones en los últimos dos siglos, visitaron a la familia de su esposa en Holanda y Francia, donde pasaron varios días, después de que apenas se hubiesen visto desde mediados del siglo anterior.

En Holanda les contaron que los nacimientos en 2018 fueron menores que en 1915, un año después del inicio de la Primera Guerra Mundial, cuando el país tenía un 63 por ciento menos de habitantes. Es más, ni siquiera en la etapa de la ocupación nazi había sido tan baja la natalidad. La situación mejora un poco en Francia, aunque los nacimientos caen por octavo año consecutivo. Pero los gnomos tienen un problema y es que una cuarta parte de los niños que nacen, son bebés de madres de países que no celebran la Navidad. El duende y su familia piensan que en España todo irá mejor, que ya lo decía una filosofa italiana de nombre Raffaella Carrà

‘Una cuarta parte de los niños que nacen, son bebés de madres de países que no celebran la Navidad’

Una prima hermana del gnomo vive en Soria y, nada más llegar, y a bocajarro, le cuenta que el primer niño nacido en la provincia de Soria en 2019 llegó el 4 de enero, y se llamó Abril. El gnomo mira recelosamente a su mujer y piensa que debe ser un problema exclusivamente local pues los españoles tienen fama de sangre caliente. Al llegar a Madrid, descubren que la Comunidad Autónoma es la región del mundo con mayor esperanza de vida, superando a Japón, pero que tiene la natalidad más baja de toda Europa, con un escaso índice de 1,28 niños por mujer. El duende se sume en una profunda depresión porque siempre le había contado a su mujer que España era la tierra de Chencho, el que se perdía en la Plaza Mayor de Madrid, y que era el menor de una familia de incontables hijos.

El duende es informado por el sindicato de pajes reales y auxiliares de España de que en los últimos cuarenta años ha habido que despedir al 40 por ciento de la plantilla de las secciones de fabricación y de almacén, puesto que la natalidad se ha reducido en un 40 por ciento. Además, ha habido que reasignar efectivos porque, en cambio, se ha incrementado la plantilla de distribución, por cuanto hay que dejar juguetes en dos casas distintas en hogares de padres divorciados o separados. El duende no acaba de creérselo, y más cuando le dicen que las mujeres de 25 años tienen menos hijos que las de 40 años, o que en algunas Comunidades Autónomas, hay más perros registrados que niños. Desolados, la familia gnoma sale a la calle un 8 de marzo en medio de una manifestación, y decide buscar mejor suerte en Oriente, pues no en balde allí se fabrican el 85 por ciento de los juguetes que llegan a Europa.

La familia gnoma en pleno viaje a China

Dicho y hecho, el atribulado gnomo llega, con toda la prole y su esposa, a la China imperial, aquella que se expandía a golpes sobre la muralla y que, si se constipaba, hacía temer a toda la civilización occidental. El gnomo contempla que el país está infectado por el mismo virus que Occidente. Los nacimientos cayeron un 12 por ciento en 2018 sobre 2017, y eso que en 2015 se levantó la prohibición de tener más de un hijo. Y le advierten que la enfermedad se ha extendido a los países próximos.

En Taiwán, los nacimientos cayeron un 6 por ciento en 2018, hasta su menor nivel en tiempos de paz desde 1927, cuando la población de Formosa era un poco más de un sexto de la actual. En la actualidad, la fecundidad en Taiwán se sitúa en 1,05 niño por mujer, muy lejos de los siete hijos por mujer que había en 1950. Y, por fin, Corea del Sur, donde los nacimientos cayeron un 9 por ciento en 2018, con una tasa de natalidad de 0,98 hijos por mujer, probablemente la menor del mundo. En 1960, la población surcoreana era la mitad que ahora, pero en cambio nacían más del triple de niños.

‘El duende solo me ha pedido que escriba su historia por si alguien la quiere leer’

Y este es el final de una triste historia. La del punto y final de una forma de entender la civilización, por obra y causa del fatalismo y del hedonismo. Y de la estupidez política. Sociedades que van prescindiendo de los duendes al ritmo que renuncian a los niños. Sociedades en las que viviremos cien años y en las que un tercio de la población en Europa en veinte años tendrá más de 65 años. Grandes cementerios de juguetes antiguos pues no habrá niños que los usen.

¿Y qué fue de nuestro duende perdido en el lejano Este? Se fue a vivir a Langfang, la ciudad China que ha prohibido la Navidad. Ha montado con su familia un restaurante de comida rápida finlandesa con el nombre de «El descanso de Papá Noel». El duende solo me ha pedido que escriba su historia por si alguien la quiere leer. Escrita está. Veremos si hay lectores.

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