El diseño llega a la zona de pintxos más famosa de San Sebastián

El restaurante Txalupa Gastroleku llama la atención por su diseño en una zona como el centro histórico de San Sebastián.

Fotografía http://www.adriagoula.com/es/

Hace una semana hacíamos un llamamiento a aquellos viajeros y amantes del diseño y la música para que viajaran a La Haya. Hoy cambiamos de tercio y visitamos un local igualmente llamativo pero en otro contexto. Se trata del Restaurante Txalupa Gastroleku, ubicado en una de las calles más famosas y antiguas de San Sebastián, Fermín Calbetón Kalea, 3, un lugar donde más pintxos puedes engullir con alegría. Allí te vas a sentir todo un gourmet donostiarra. Por cierto, como nota histórica, Fermín Calbetón fue un abogado y político español, diputado y hasta ministro durante el breve gobierno de José Canalejas entre 1910 y 1912.

El Restaurante Txalupa Gastroleku se encuentra en una de las calles de pintxos
más famosas de San Sebastián

Un local con dos almas

El nexo en común de este restaurante con el Crazy Pianos del que hablábamos la semana pasada está en el equipo de diseñadores que, valga la redundancia, se llama El Equipo Creativo. Ellos acondicionaron este local de 190 metros cuadrados, dándole dos almas dentro de una, para disfrutar el doble de la esencia vasca. La superficie se divide en dos plantas, para un total de 84 usuarios, que podrán reconocer en el diseño el profundo respeto a las tradiciones.

El diseño de este local corre a cargo de El Equipo Creativo y se inspira
en el mar y los barcos pesqueros

Y es que el Txalupa actual proviene de un bar de pintxos con el mismo nombre, pero distinto aspecto. El cambio de dueño provocó la renovación del local, aunque con un profundo respeto a lo que aquel espacio significaba y, sobre todo, al lugar y el nombre. Una txalupa es una pequeña embarcación pesquera, colorida, inseparable del concepto marítimo de esta zona portuaria, anexa al mercado de la Bretxa y a la antigua lonja de pescado de la ciudad. Esta dualidad es la que lleva al distinto diseño de las dos plantas del local.

Las cuerdas que cruzan paredes y techos aportan privacidad al delimitar
los espacios de las mesas

Referencias al mar y a los barcos en paredes, suelos y techos

La planta baja adquiere un tono verdoso oscuro gracias a la cerámica tradicional que impregna los paramentos verticales y horizontales, un tono que recuerda al agua del puerto, y que se remarca con la madera del mobiliario y la carpintería.

A la izquierda de la entrada, encontramos una gran barra que, claramente, representa una barca varada, preparada para servirte las delicias del establecimiento. Pero, para mi, lo mejor de esta parte del local son las robustas cuerdas que recorren en dos direcciones el techo y que terminan delimitando las mesas, a la vez que les proporcionan privacidad.

La escalera vibrante en color rojo crea un espacio de separación entre las
dos plantas del restaurante

En la planta baja, un club privado e independiente

Conectando las dos plantas del negocio hay una escalera vibrantemente roja, capaz de deslumbrar por su mera existencia, con una trama que recuerda a las redes de los pescadores.

La planta sótano es, por motivos propios, la antítesis al clásico bar de pinchos, y su función, también. La idea de los promotores fue que pudiera servir como un pequeño club privado, así que se le dotó de cocina independiente y una atmósfera rotundamente dispar a la planta alta.

El local cuanta con dos plantas diferenciadas por su diseño

Un diseño inspirado en la bodega de un barco

Los diseñadores apostaron por concebir para esta planta un esquema parecido a una bodega de barco, y para ello cubrieron el techo de paneles de cálida madera, al igual que las paredes, aunque éstas se combinan con líneas verticales oscuras, haciendo que el espacio parezca más amplio. Además, el pavimento lo tonificaron de azul, como eterna referencia marina.

Las empresas que ayudaron a construir el local fueron la contrata principal Arrasate Group y la carpintería la empresa Atari. Las sillas y taburetes corrieron a cargo de Ondarreta, y la iluminación fue obra de TAO (bonito nombre).

La planta baja es una especie de club privado, con cocina independiente
y diseñado en madera, imitando la bodega de una barco

Dos locales para visitar después de la pandemia

Las diferentes ubicaciones de estos dos locales, además de sus usos e iconografías tan dispares, dan una ligera idea de las distintas formas de entender el ocio. Un buen diseño puede alzar el valor de la cocina, de la música y del lugar. En este siglo podemos presumir de haber llegado a las más altas cotas estéticas jamás conocidas, y ningún virus podrá quitarnos la posibilidad de seguir disfrutando de ellas.

Fotografías: Adria Goula http://www.adriagoula.com/es/

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