El reencuentro del Museo del Prado
Las circunstancias en torno a la pandemia han hecho que el Prado, que no cerraba sus puertas desde la Guerra Civil haya vuelto a la actividad con una fantástica exposición.
El coronavirus ha acabado, de momento, con la masificación de los museos. Tras casi tres meses de cierre de los mismos, aquellas regiones que consiguieron pasar paulatinamente a la Fase 2 pudieron ir abriéndolos con aforo limitado y medios de limpieza y seguridad sanitaria. Fue el caso del Museo del Prado, que desde el 6 de junio abrió sus puertas para ofrecer una sensacional exposición que alberga gran parte de sus mejores obras.
Si seguimos el criterio del eminente crítico de arte Santiago Amón, se encuentran en esta exposición la amplia mayoría de las 20 mejores obras destacadas en una conferencia de allá por 1985 (y aquí transcrita) de lo que para él era “el mejor museo del mundo”. Este último punto puede ser debatible, pero la presencia en Madrid del llamado Triángulo del Arte ha visto complementados periodos artísticos no presentes en El Prado. Hablamos por ejemplo el impresionismo francés y las más diversas tendencias del arte europeo del siglo XX, que no son posibles de ver en la capital desde que el Museo Thyssen abrió sus puertas en 1992.
Una exposición histórica
Nada más llegar a la Puerta de Goya del Museo, previa reserva de hora y medición de temperatura, se atisban ya las primeras maravillas de la colección. Por ejemplo, los dos cuadros de Durero dedicados a Adán y Eva. Y en la primera sala ya nos encontramos con 6 de las 20 obras destacadas. A La Anunciación de Fra Angelico y El Descendimiento de Van der Weyden, reunidos por primera vez, se unen el magnífico Tránsito de la Virgen de Andrea Mantegna, muy alabado por Santiago Amón en sus disertaciones, y el Ángel junto a Jesucristo recién fallecido, de Antonello de Messina. Todas estas obras fantásticas del Quattrocento dan paso a la transición del siglo XVI con el enigmático Cardenal de Rafael Sanzio.
La Galería Central, un amplio espacio arquitectónico bañado con luz natural, se convierte en la columna vertebral de este nuevo recorrido. Allí se encuentran buena parte de sus obras más emblemáticas para ofrecer una experiencia única e inédita. Los Saturno de Goya y Rubens se pueden contemplar juntos, y Las Meninas y Las Hilanderas comparten espacio en la Sala XII, junto a un excepcional retablo conformado por los bufones de Velázquez.
Hasta 190 piezas han cambiado de ubicación
Hay también una amplia representación de las principales obras de Rubens, El Greco y Goya, aunque de este último echamos de menos sus espectaculares pinturas negras. El “reencuentro”, que se extenderá hasta el 13 de septiembre, ha supuesto la reubicación de más de 190 piezas y evoca la museografía existente cuando El Prado abrió sus puertas por primera vez.
El número de visitantes diarios, en la fase actual, se establece en un tercio de la capacidad de ocupación de sus salas. Ademas, el recorrido discurre por los espacios más amplios y representativos del Museo. El objetivo es cumplir las recomendaciones de las autoridades sanitarias y procurar una visita segura a visitantes y empleados.
Una nueva forma de ver el arte
Muy pocos meses antes de que llegase esta maldita pandemia del coronavirus, el mundo del arte se encontraba con el problema de la excesiva masificación de los museos. Son tremendamente llamativas esas imágenes de turistas agolpados alrededor de la Gioconda de Leonardo Da Vinci, que hacen del Louvre un lugar hostil para contemplar el arte como es debido.
El museo parisino, el más visitado del mundo, se había visto obligado a cerrar sus puertas una jornada hace poco menos de un año. Sucedía de forma excepcional debido a un movimiento de protesta de empleados de vigilancia y de recepción. Ellos denuncian problemas de personal ante la llegada masiva de visitantes.
«El Louvre se asfixia. Y el personal constata una degradación sin precedentes de las condiciones de visita y de trabajo», denunciaba en un comunicado el sindicato Sud Culture Solidaires. «En 2018, la asistencia al Louvre superó el listón de los 10,2 millones de visitantes. Mientras el público ha aumentado en más del 20% desde 2009, el recinto no se ha agrandado y los efectivos no han dejado de reducirse», afirmaba el sindicato.
Que retorne el turismo
Como sucede con otras externalidades positivas dentro de la pandemia, la visita sosegada a grandes obras no deja de ser un pobre consuelo a una situación que se ha llevado la vida de 40.000 compatriotas. El coronavirus ha provocado una de las mayores crisis económicas de nuestra historia, y sin embargo también tiene un lado positivo. Han mejorado el aire de las ciudades, la vegetación, la fauna y la flora.
Necesitamos la vuelta del turismo y en ello nuestros grandes museos son piezas clave. Cuando ello se produzca, les recomiendo visitar tanto El Prado como el resto de nuestros maravillosos museos. Y mejor en horas de menor afluencia, digamos entre las 14 y las 16. Los disfrutarán mucho más.