Kurt Cobain cabalgó de micrófono en micrófono por aquella década de los 80. A mediados de la misma, formó Nirvana junto a su amigo Krist Novoselic. Lo que vino después lo escuchó todo el planeta más allá incluso de su trágico fallecimiento el 5 de abril de 1994. Tenía 27 años. Su voz y su habilidad por los trastes tuvo un punto de inflexión en el mítico concierto acústico patrocinado por MTV y grabado el 18 de noviembre de 1993, cinco meses antes de su muerte.
De no haberse producido el luctuoso suceso, seguro que los caminos del empresario Peter Freedman y Kurt Cobain se habrían cruzado en algún estudio de grabación; en una radio; o en un concierto. Ayer lo hacían, pero en una casa de subastas de Beverly Hills. Julien, especializada en la subasta de objetos de artistas, no esperaba obtener más de un millón de dólares por la guitarra que el cantante de Nirvana uso en aquella mítica sesión acústica. Pero Peter Freedman se hizo con ella por 6 millones de dólares.
Los avances tecnológicos que evolucionaron a lo largo de la década de los 80 fueron la base de algunos de los sistemas en los que hoy se cimenta nuestro mundo. Pero también pusieron de manifiesto que numerosas empresas tecnológicas debían modificar sus modelos de negocio. Las que no supieron adaptarse, acabaron sucumbiendo. Esto casi le sucede a Freedman Electronics, la empresa que Peter Freedman heredó de su padre. Un joven australiano que por aquel entonces dedicaba demasiado tiempo a lidiar con facturas impagadas y amenazas de embargo.
Hasta que decidió centrar el tiro y transformar el negocio familiar en Røde Microphones. A día de hoy, es una de las firmas más reconocidas en el sector de la captación, gestión y reproducción de sonido profesional. Posee ocho oficinas en todo el mundo, una de ellas precisamente en Los Ángeles. Estudios de grabación, emisoras de radio y todo tipo de profesionales captan sus creaciones con sus micrófonos.
«El Unplugged de Nirvana es uno de mis discos favoritos de todos los tiempos», afirma el empresario antes de reconocer que «Nirvana fue una gran influencia para mí. Los principios de los 90 fueron los años formativos de Røde y la música de Nirvana fue la banda sonora de esa época de mi vida y de la compañía». La Martin D-18E fue la única guitarra que Cobain tocó durante la presentación. Y Peter Freedman pretende darle a la compra un sentido benéfico.
«La industria artística mundial se ha visto afectada por el impacto de Covid-19 y los músicos y artistas se encuentran entre los más afectados. Los últimos meses han sido la gota que ha colmado el vaso y para el mundo del arte ha revelado la dura realidad de esta industria, donde hay muy poco apoyo en tiempos de necesidad», ha dicho Freedman. De este modo, el empresario promoverá una gira mundial con esta guitarra y otros objetos para obtener ingresos que destinarán a paliar los efectos que esta pandemia está teniendo entre la gente que vive de la música y cuyos ingresos se han desvanecido.
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