Maribel Granados: «Quiero acabar mi libro y servir de inspiración a miles de personas»
Esta barcelonesa de 45 años decidió ser un ejemplo para miles de personas y subirse al tren de la vida para continuar luchando por sus sueños tras ser diagnosticada con cáncer.
Maribel Granados es una luchadora nata. Una mujer ejemplar cuyo testimonio de vida da aliento a todas las personas que pasan a diario por el duro trance de enfrentarse al cáncer. Desde sus redes sociales y en especial desde su cuenta de Instagram (@mepidolavida), Maribel envía aliento y ánimo subida al tren de la vida. Hablamos con esta barcelonesa, dueña de sus sueños, que quiere culminar su libro para servir de inspiración a miles de personas.
The Luxonomist: ¿Cómo te definirías en tres palabras?
Maribel Granados: Me definiría como una mujer leal, fuerte y alegre.
TL: Cuál es el mejor recuerdo de tu niñez
MG: Cualquier momento de los veranos en Castelldefels junto a mis tres hermanos y mis padres.
TL: ¿Quién es el amor de tu vida?
MG: Sin lugar a duda mi marido. Comparto mi vida con él desde hace más de veinte años.
TL: ¿Cuál ha sido tu mayor logro?
MG: No dejar nunca de soñar. El no hacerlo hizo que conseguirá ser madre en junio del 2014, tras haber superado mi primer cáncer de mama. Una doctora me llegó a decir que me olvidara de ser madre. ¿Sabes cuál fue mi respuesta? Que ella persiguiera sus sueños que yo ya me encargaría de perseguir los míos.
TL: ¿Y tú mayor aspiración?
MG: Acabar mi libro, convertirme en escritora y de esa manera mi mensaje de superación y esperanza pueda llegar a miles de personas. Cuando acabe mi primer libro, que espero que sea en un par de meses, tengo como objetivo dar conferencias y charlas de motivación tanto a particulares como a empresas. Aún no sé cómo formalizarlo pero seguro que encontraré en mi camino la persona adecuada que me ayude a formalizarlo.
TL: ¿Qué o a quién te llevarías a una isla desierta?
MG: A mi marido, a mi hija y a mi perrita Dana. Un bichón maltés de apenas un año y que nos tiene a todos revolucionados con su alegría y su energía.
TL: ¿Cuál es tu plan perfecto de domingo?
MG: Una hamaca, un buen libro y sentada en la playa con mi familia, contemplar el atardecer.
TL: ¿Qué es lo que más valoras en una persona?
MG: Y lo que más te espanta. Lo que más valoro en una persona es que sea honesta y fiel. Y lo que más me espanta es la traición y la mentira.
TL: Una manía o vicio confesable.
MG: Hasta hace poco te hubiera contestado que era morderme las uñas. Ahora quizás, el no salir nunca sin pintarme las pestañas y las cejas, Supongo que al tenerlas aún muy despobladas como consecuencia de los efectos secundarios de la quimioterapia siento que mi mirada se encuentra desnuda sin estos retoques de maquillaje.
TL: ¿Tu viaje soñado?
MG: Antes te hubiera dicho una playa paradisíaca. Hoy Euro Disney. Mi hija de seis años sueña con viajar a París y ver a sus princesas favoritas, así que ahora es también mi viaje soñado. Espero poder llevarla muy pronto.
TL: Lo que siempre llevas en el bolso (o en los bolsillos).
MG: Kleenex, toallitas desinfectantes, una botella de agua, una pequeña libreta y un bolígrafo, por si me viene la inspiración para mi libro o crear contenido en mis RRSS.
TL: Tu mayor locura…
MG: Irme de un día para otro a vivir sola a Gerona cuando me ofrecieron un trabajo en una entidad financiera. Recuerdo que me llamaron un viernes y al lunes siguiente ya estaba trabajando. Tenía veinticinco años y no me había separado nunca de mis padres.
TL: Tu palabra favorita…
MG: AMOR, en mayúsculas.
TL: Si pudieras ser como los superhéroes y viajar al pasado o al futuro donde viajarías. ¿Por qué?
MG: Viajaría a la terraza de un bar y me tomaría un café junto a mi padre, para tener una de esas conversaciones que tanto adoraba tener con él. Falleció el dos de junio del año pasado y no hay momento del día en el que no lo tenga presente. Tengo como fondo de pantalla una fotografía preciosa de él sosteniendo en brazos a mi hija mientras ella lo abraza y lo besa. Es la última imagen que veo antes de apagar la luz por las noches y la primera todas mis mañanas. Cuando hace unos meses me ingresaron, y la situación médica era muy crítica, siento que él fue quien me arrancó del infierno que estaba viviendo y me devolvió de nuevo las ganas de luchar y de vivir. Adoraba a mi padre.
TL: ¿Qué prenda de ropa no te pondrías nunca?
MG: Un sujetador cónico de esos que popularizó Madonna en sus conciertos. A ella le quedaban ideal, pero creo que yo me sentiría muy ridícula si me los pusiera.
TL: ¿Si pudieras ser un personaje famoso quien elegirías y por qué?
MG: La madre Teresa de Calcuta. Tener un don como el que ella tenía de amor sincero y absoluto por todas aquellas personas que le rodeaban, su dedicación al prójimo y su sacrificio personal eran admirables.
TL: Tu serie favorita…
MG: Sexo en Nueva York. Me fascinaba el personaje de Samantha.
TL: Cuál es la motivación que mueve tu vida.
MG: El motor de mi vida es mi hija y mi motivación es el conseguir, por medio de todos los medios posibles, transmitir al mundo que cada nuevo día es un regalo, a pesar de los obstáculos que vamos encontrando en nuestro camino. Intento normalizar la palabra cáncer, y hacer sentir a los pacientes y a sus familias que aún estando enfermos podemos continuar persiguiendo nuestros sueños. Momentos como el inaugurar el congreso médico Healthio, dar charlas de concienciación a niños y adolescentes en colegios, participar en la Marató de TV3 dando mi testimonio, el premio que me concedió la Asociación Sonrisas como madre coraje, o salir en La Contra de La Vanguardia, han sido momentos inolvidables.
Mi ilusión sería poder continuar con las Jornadas “Me pido la vida” que inicié el siete de marzo del año 2019. Reuní en un hotel del centro de Barcelona, gracias a la ayuda desinteresada de grandes profesionales, a más de cien pacientes y les dimos talleres de cuidado de la piel, pilates, nutrición y medicina estética. Sentir el cariño de esas mujeres cuando clausuré el evento hablando de mi historia y sus abrazos es de lo más bonito que me ha ocurrido hasta el día de hoy. Hay momentos muy duros en esta enfermedad, en los que uno necesita romperse y vaciar el alma de un inmenso dolor, pero después intento transmitir que hemos de levantarnos para poder seguir viajando en ese tren maravilloso llamado vida.
TL: Que es lo más bonito que has hecho por alguien.
MG: La noche del diecinueve de octubre del 2017, día internacional del cáncer de mama, intervine en una radio de ámbito nacional dando mi testimonio. A los pocos minutos de finalizar la entrevista recibí un WhatsApp de una chica a la que acababa de conocer unas semanas antes. En ese mensaje de audio, llorando, me agradecía mi intervención radiofónica. En tan sólo unas horas se sometía a su primera sesión de quimioterapia y estaba, como es lógico, llena de miedos e incertidumbres. Me confesaba que mis palabras, aquella noche en aquella emisora de radio le habían dado las fuerzas necesarias para poder seguir caminando. Aún guardo aquel mensaje tan especial. Lamentablemente, esa mujer tan maravillosa falleció unos meses más tarde y su marido se puso en contacto conmigo para agradecerme mi apoyo y mi cariño. Esa noche me prometí a mí misma que seguiría transmitiendo mi mensaje de esperanza hasta el final de mis días. Muchas veces no nos damos cuenta de lo rápido que pasa todo, si te dijeran mañana que te queda un año de vida.
TL: ¿Que cambiarías?
MG: Lamentablemente vivo con ese mensaje a diario desde que una tarde del mes de enero del 2017, el oncólogo me informó que el cáncer de mama había vuelto. Tengo metástasis ósea, pulmonar y hepática. Cuando en ese momento, y con mi hija de tan sólo dos años y medio sentada en mi regazo, le pregunté al doctor que cuánto tiempo me quedaba, él me respondió que el pronóstico no era muy favorable. De dos a cinco años. Mirándolo fijamente a los ojos le respondí que no lo aceptaba y acto seguido respondió que iba a intentar que viera crecer a mi hija – “Eso sí que lo acepto”- le respondí. Así que desde ese momento el enfoque de mi vida cambió radicalmente. Me dediqué los dos días siguientes a llorar, gritar y pelearme hasta con Dios. Después vi la sonrisa de mi hija y me di cuenta de que ella necesitaba una madre.
Encerré al cáncer en la cocina y tomé conciencia de que sólo tenía dos opciones. O quedarme sentada en la estación viendo los trenes pasar o subirme al tren de la vida. Y decidí subirme al tren de la vida, continuar luchando por mis sueños y escribir. Utilizar mis RRSS “mepidolavida” para decirle al mundo que sí se podía. Se puede seguir viviendo con cáncer, con metástasis y se puede sonreír de nuevo. Así que mientras el cáncer me pilla yo solamente me encargo de una sola cosa. Me encargo de VIVIR.