La verdad sobre la revolución del pueblo kirguís

El pueblo kirguís está en plena revolución. La ciudadanía y el ejército se han unido contra el actual gobierno que ha llevado al país a la ruina.

Carla Royo-Villanova. 07/10/2020
Foto: Gtres

Leo las breves noticias que se han publicado en España sobre las revueltas en Kirguistán y me pongo en contacto con amigos que viven en el país asiático, ubicado en plena ruta de la seda. Seguramente os cuente una versión no oficial sobre el pueblo kirguís, la versión de un pueblo harto de abusos.

Todo empezó a maquinarse el pasado lunes cuando el partido comunista del actual presidente Sooronbay Jeenbékov junto a otros partidos también comunistas, festejaban la victoria en las elecciones del día anterior. Al parecer, según me cuentan, la mayor parte de los kirguises, y tras ya dos revoluciones en lo que va de siglo, están hasta la coronilla de chanchullos, corruptelas y manipulaciones. Pero sobre todo ya no se creen las promesas comunistas de una vida mejor.

El país se ha empobrecido en los últimos cinco años y el crudo invierno con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero, se aproxima. El pueblo kirguís ha visto lo sucedido en Bielorrusia y está convencido de que su unión puede lograr la repetición de las elecciones en menos de 24 horas.

En la revolución de 2010 hubo 200 muertos. Foto: Gtres

El ejército se puso del lado de los revolucionarios

A la llamada de todos los partidos políticos opositores, en su mayoría grupos liberales, miles de kirguises de todo el país acudieron pacíficamente el lunes hasta las puertas del Palacio Presidencial, Parlamento y otras instituciones. En la revolución anterior de 2010 hubo 200 muertos y sus nombres fueron escritos en las puertas del palacio presidencial. Era un aviso a Jeenbékov: aquello que sucedió puede ahora pasarte a ti.

Fue un grupo violento, algunos piensan mal y ponen en duda su procedencia, quien comenzó a quemar objetos, dando a la policía enviada por el Ministerio de Interior, motivos para atacar y disolver la manifestación y con la orden clara de abrir fuego. Sin embargo, encontraron al propio ejército del lado de los “revolucionarios” con la mera intención de proteger al pueblo de los abusos policiales y gubernamentales. En las noticias sobre el pueblo kirguís leo que fue el presidente quien dijo que no se disparara a la ciudadanía…

Ayer martes el Ministerio de Interior también fue tomado por el pueblo y tanto el Primer Ministro Borónov como el Ministro de Interior, dimitieron.

El presidente aún no ha dimitido

En pocas horas los asaltantes opositores consiguieron recluir a la cúpula mandataria con una sola premisa: o se repiten elecciones o esto va a acabar muy mal.  El comité electoral central, tras reunirse con todos los representantes políticos, ha anulado las elecciones.

Se ha formado un gobierno provisional y tomado algunas medidas cautelares. Los bancos se han cerrado por temor a que los mandatarios saquen dinero del país y huyan, como ya ha ocurrido en otras ocasiones. También los cajeros automáticos están bloqueados ante el temor de que sean desvalijados por un pueblo asfixiado, empobrecido y oprimido. Los ciudadanos permanecen en sus casas a la espera de nuevas noticias mientras que el presidente Jeenbékov aún no ha dimitido.

Los ciudadanos han sacado al ex-presidente Almazbek Atambáyev de la cárcel. Foto: Gtres

La normalidad se va recuperando

Probablemente se encuentre a la espera de ver cómo se gestiona la crisis para intentar sacar algún rédito político, beneficiarse en la medida de lo posible y dejar colocados a sus afines tras las negociaciones. Mientras tanto, los revolucionarios han sacado de la cárcel al expresidente Almazbek Atambáyev y a Kursan Asanov, anterior viceministro de Interior, a quienes consideran injustamente encarcelados. Asanov, a quien consideran hombre honesto, inteligente y cerebral y es respetado por las fuerzas de seguridad, ha reorganizado a la policía y al ejército bajo su mando. Se están protegiendo los centros comerciales e instalaciones gubernamentales para evitar saqueos.

En estos momentos según me cuentan, la normalidad se va recuperando poco a poco, pero con cautela. El tono general es de profunda satisfacción y alegría. Han desbancado en 24 horas un gobierno que consideran corrupto y manipulador, que en cinco años ha llevado al pueblo kirguís al empobrecimiento. Se mantienen activos algunos grupos radicales, violentos, de corte “antifa” y mal perder.

La ciudadanía apoya al Gobierno provisional

El gobierno provisional ha pedido y obtenido de inmediato, la colaboración ciudadana. Hay patrullas civiles coordinadas ayudando a la policía y al ejército a mantener el orden en las calles. Mujeres y voluntarios están llevando a esas patrullas civiles comida y bebidas calientes. La gente está apoyándose para que el cambio sea satisfactorio, pacífico, y con el menor coste posible. “El pueblo kirguís, tiene la particularidad, casi exclusiva en el mundo, de no tolerar abusos políticos por encima de cierto límite. Así lo atestiguan las sucesivas revoluciones. Cada una de ellas ha supuesto un avance y un salto cualitativo en la vida de la gente, a mejor».

«Es una muestra más del orgullo del pueblo kirguís y su respeto a ellos mismos, y al mismo tiempo, una muestra de «salud democrática» de la que otros países del mundo deberían tomar ejemplo”, afirma con voz tajante mi interlocutor.

En las redes sociales los bielorrusos preguntan a los kirguises cómo lo han conseguido en tan poco tiempo, y con sorna les prometen una “masterclass” cuando todo esto termine definitivamente.

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