Ben Affleck abatido tras la ruptura con Ana de Armas

Un año después, la vida se ha puesto un poco del revés para Ben Affleck. Al actor, de 48 años, se la ha visto por fin fuera de su casa después de un fin de semana algo intenso en el plano emocional. Porque la que ha sido su pareja durante un año marcado por la pandemia ha tomado la decisión de no seguir adelante con la relación. Al parecer, la hispano-cubana Ana de Armas habría tomado la iniciativa. Se habla incluso de una llamada en la que la actriz le habría mostrado sus motivos para no seguir adelante. No había imágenes juntos de ambos desde el pasado noviembre, a pesar de que durante meses no han tenido reparos en pasear su relación por todas partes.

No ha pasado desapercibido el look algo desaliñado e incluso abatido con el que se le ha visto a Affleck en los exteriores de su vivienda. El actor salió a la puerta de su casa a recoger un pedido de una conocida marca de comida rápida. Al salir sin mascarilla, se ha podido apreciar que está algo afectado, aunque distintas fuentes confirmen que la ruptura ha sido amistosa.

Ben Affleck estaría bastante afectado por la ruptura con Ana de Armas

Otros medios como People aseguran que Ben Affleck está realmente afectado por la separación y que quería que realmente funcionara. Una tesis que avalaría los movimientos que el propio actor realizó durante el último año. Llegó incluso a presentar a su nueva pareja a sus tres hijos, fruto de su relación con Jennifer Garner. A Violet, de 14 años, Seraphina, de 11 y Samuel, de 8 años, les vimos compartir momentos lúdicos con la pareja sobre todo durante la primavera y el verano. Incluso jugando en los exteriores de la vivienda de su padre con un cartel a tamaño natural de la actriz.

 

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Cartel que por otra parte acabó este pasado lunes en los contenedores de basura de la casa que Ben Affleck tiene en Los Ángeles. Los operarios de limpieza de la urbanización acabaron partiendo en varios trozos la fotografía en cuestión y mezclándola con latas de refresco y otros desperdicios. Sin duda no repararon en que el objeto en cuestión podría haber tenido otra vida en alguna web de subastas. Seguro que algún fetichista habría pagado algo de dinero para evitar su reciclaje. Una pena.