La Casa de la Música más verde de Europa está en Hungría
El pasado mes de enero se inauguró en Budapest la espectacular Casa de la Música, un edificio que se introduce en un parque como ningún otro lo ha hecho hasta ahora.
No podemos rendirnos nunca, no está en nuestro ADN. Jamás debemos tirar la toalla, y mucho menos comprometernos con la falta de intencionalidad. Nuestros objetivos son claros. Allá donde estemos, allá donde vayamos, la arquitectura debe abrir las puertas al futuro, respetando el pasado y dignificando el presente. Es por ello que es muy emocionante para mi presentar el edificio singular de esta semana: La Casa de la Música de Budapest.
La Casa de la Música de Budapest
Y es que la música se apodera de nuestros sentidos de una forma extraordinaria. Aflora en nosotros las emociones perdidas, los recuerdos más recónditos. Nos hace vivir con fuerza desmedida, y es de justicia reconocerle un lugar, no sólo en nuestras vidas, sino también en el entorno construido. El proyecto cultural más ambicioso de Europa se ubica en Hungría, se llama Liget Budapest, y uno de sus elementos más cautivadores es el edificio de la música.
Su costo fue de 80 millones de euros, y su creador el popular arquitecto japonés Sou Fujimoto. Éste ganó un concurso en 2014 y, aunque su diseño no dejó impertérrito a nadie, a muchas personas no le gustó el atrevido boceto contemporáneo que imaginó. Por suerte, a una mayoría sí que le gustó, y se impulsó la construcción de este moderno ícono húngaro que dará la vuelta al mundo.
Un edificio que recorre la historia de la música
La construcción sustituye a un complejo de edificios llamado Hungexpo. Éste ocupaba unos 10.000 metros cuadrados del parque, mientras que la obra de Fujimoto ocupa solo 3.000. El inmueble posee un total de 9.000 metros cuadrados construido, y dentro posee un museo que cuenta la historia de la música de los últimos 2000 años, una muestra de la actual, y la que está por venir.
Un enorme dosel a modo de sombrero protege todo el inmueble, sobresaliendo de la única fachada del edificio, que rodea el inmueble en forma curva. Debajo de esta cubierta hay una sala de conciertos con 320 asientos, una cómoda sala de conferencias, una espectacular escalera de caracol, que recorre las tres plantas y da acceso a una biblioteca multimedia; un archivo de música húngara, la cafetería, las aulas, oficinas administrativas y demás estancias.
Un «edificio verde» gracias al vidrio
Pero vayamos con las “cositas” que hacen único al edificio. La primera la hemos visto en alguna ocasión, pero no de distintas dimensiones. Hablamos de una serie de patios, en concreto 97, que perforan el techo, permitiendo que la luz penetre a muchísimas zonas de la construcción. Además, permiten que los árboles plantados en los patios den aire puro y sobrecojan al usuario interior.
El diseño pretende una cohesión armónica del edificio con la naturaleza circundante. Para ello, el vidrio recubre las fachadas de hasta 12 metros de altura, permitiendo la conexión directa exterior-interior; o los pasillos de enormes piezas que rodean el inmueble, permitiendo que entre ellas crezca el verde.
La fachada, techo y salas simulan la forma de un árbol
Por supuesto, el vidrio refleja el inmediato entorno, haciendo más verde lo verde. A ello hay que sumar que el techo visible se encuentra adornado con 30.000 hojas de bronce que imitan las hojas de los árboles. A este efecto integrador contribuyen también los delgados pilares metálicos que permiten que el dosel sobresalga de la fachada, casi en voladizo.
Para la realización del proyecto y su ejecución el arquitecto japonés tuvo que apoyarse en un equipo nacional. En este caso fue el estudio M-Teampannon, cuya intervención fue decisiva, sobre todo, porque gran parte del edificio se ejecutó entre el 2020 y el 2021, años marcados por la pandemia. Ellos se encargaron del trabajo directo, trato con empresas constructoras, comprobación de materiales, mediciones y replanteos.
La calefacción de la Casa de la Música es sostenible
Una de las joyas del inmueble es una parte de la cúpula, donde hasta 60 personas se pueden integrar para experimentar un sonido proveniente de 360 grados, provocado por 31 altavoces. Toda una experiencia. Ahora bien, el verdadero guiño a la naturaleza, no puede ser otro que un guiño sostenible. Y es que el sistema de refrigeración y calefacción del edificio se provee de suministro renovable. En concreto, cuenta con 120 sondas introducidas a una profundidad de 100 metros.
La geotermia se convierte en un suministro regular de energía, ya que la temperatura del interior de la corteza terrestre es muy estable. Sin embargo, la demanda de estos edificios es bastante grande, así que en verano su consumo también se apoya en el exceso de capacidad energética de la cercana pista de hielo. Al final, toda una obra de arte de la que pueden disfrutar los húngaros, sus familiares y hasta los visitantes.
*Fotografías cortesía de Palkó György.