La Vuelta, en datos
La Vuelta ciclista a España sigue quemando etapas, continúa su recorrido inexorable hasta Madrid, en un alarde de subidas, bajadas, calor, lluvia, caídas, grandes alegrías y enormes decepciones.
Mientras los corredores consumen los 3.300 kilómetros del trazado, hoy nos preguntamos en The Luxonomist: ¿Qué hay detrás de lo que se ve? ¿Qué hay más allá de los ciclistas y sus gestas? ¿Qué dinero recibe el ganador? ¿Cuánto le cuesta a una ciudad ser el inicio de la carrera? ¿Y un final de etapa? ¿Quién lo organiza todo? ¿Qué audiencia tiene la Vuelta a España?
Por encima de un gran evento deportivo, la Vuelta Ciclista a España se ha convertido en un gran espectáculo, un acontecimiento que conjuga la gesta de los ciclistas, la admiración de los aficionados y la pasión de los medios, con un ambiente deportivo-festivo capaz de mostrarnos los límites del ser humano junto a espectaculares documentales panorámicos.
Desde 1979, la Vuelta es organizada por la empresa UNIPUBLIC, fundada con la idea de dirigir eventos deportivos, cuando el anterior inquilino, El Correo Español-El Pueblo Vasco, decide abandonar el barco. Unipublic asumió el reto en plena crisis del ciclismo y con un serio peligro de desaparición de la carrera. Hoy, Unipublic es propiedad del grupo francés ASO (Amaury Sport Organisation), dueño de los periódicos L’Equipe y Le Parisien y organizador del Tour de Franciay que en 2014 se hizo con el 100% de las acciones de la empresa española.
Una caravana que moviliza cerca de 3.000 personas cada año, de los que más de 1.000 son periodistas de 29 nacionalidades que hacen que la señal de la carrera llegue a 190 países. En España, según los datos oficiales de la pasada edición, la audiencia alcanzó una media de 1,4 millones de espectadores (14,2% de share), con picos que superaron los dos millones de seguidores.
En este sentido, la Vuelta Ciclista a España genera por explotación de los derechos televisivos y publicidad más de 15 millones de euros, producto de los convenios establecidos con TVE y Eurosport y los 24 patrocinadores oficiales, al margen de proveedores, que son de carácter público (Loterías y Apuestas del Estado y privados, Tissot, Carrefour, Vodafone…). Empresas que entienden la rentabilidad del evento y a las que al finalizar la carrera, la organización les facilita un detallado informe sobre la repercusión y visibilidad de su patrocinio.
Todos estos datos contribuyen a que la fiebre por albergar un final de etapa o convertirse en comienzo de la misma alcance a todas y cada una de las ciudades en España. Una inmejorable campaña de promoción turística a nivel mundial, acompañada de un impacto económico 15 veces superior al coste de la organización, hace a ayuntamientos y diputaciones lanzarse a la caza y captura de estar entre las elegidas.
Y eso que las tarifas para organizar salidas y llegadas de etapas rondan los 100.000 euros por ciudad y día (muy lejos de los 600.000 del Tour) y que llegan a convertirse en 180.000 euros si coincide con el comienzo de la carrera o en paquetes especiales como Madrid, donde acaba cada año, salvo excepciones, la Vuelta.
Estos datos convierten la prueba en un gran escaparate para las ciudades, con un potencial promocional de primer orden con imágenes de los rincones más turísticos para la hostelería, infraestructuras y establecimientos hoteleros. Alcanza un impacto económico para cualquier ciudad que se convierta en punto de partida o meta de la etapa de 600.000 euros diarios y que llegaría a los dos millones al día, según un estudio económico realizado por Unión hotelera para la mesa de turismo de FADE, con motivo del paso de la vuelta por Asturias el pasado año.
Pero al margen de todo lo que rodea a la caravana ciclista, que incluso ha llegado a recibir ofertas desde África y Latinoamérica para acoger la salida de la carrera, está la parte del deportista. Un millón ciento quince mil euros es el presupuesto en premios que tiene la carrera para los ciclistas. El ganador final de la prueba percibe 150.000 euros, un 35% más que el año pasado, cuando el italiano Fabio Aru se llevó 112.000, pero muy lejos de los 600.000 euros que otorga el Tour al vencedor final.
Ganar una etapa significa 11.000 euros; pasar el primero por un puerto de montaña va desde los mil euros para la cima más alta hasta los 115 euros para los puertos de tercera categoría; el sprint intermedio se cotiza a 135 euros y cada día que un corredor lleva puesto el jersey rojo de líder de la carrera supone 160 euros para su cuenta corriente. Una amalgama de datos que convierten a la llamada serpiente multicolor en un entramado económico, deportivo y social de gran magnitud.
La Vuelta a España ha convertido la bicicleta en algo muy rentable. No hay un deporte más vinculado al turismo, en este momento, que el ciclismo. El esfuerzo límite del deportista unido a una excepcional promoción turística conforman un cóctel sin parangón, que toma cuerpo cada verano en los últimos días de agosto y primeros de septiembre.