Este verano se cumplen treinta años de la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92´. Una competición que tuvo lugar entre el 25 de julio y el 9 de agosto de 1992 y con el que se culminó el proceso de transformación de la ciudad, que se había iniciado con la nominación olímpica de 1986. El impulso que las olimpiadas dieron a la ciudad en múltiples campos es incontestable. La cita olímpica marca un antes y un después para Barcelona.
Varios profesores de la UOC, expertos en algunos de los ámbitos en los que los Juegos Olímpicos tuvieron más influencia, han analizado los aspectos más relevantes de este gran evento. Desde la transformación urbanística a la proyección internacional, pasando por la atracción turística o el peso histórico de la misma.
En 1990, solo el 22 % de los turistas llegaban por vacaciones y ocio a la ciudad. La mayoría lo hacía por trabajo. Actualmente, la relación es inversa y predomina el turista vacacional. Además, si en 1990 en Barcelona pernoctaban 1,7 millones de turistas, en pocos años esta cifra se multiplicó por tres y en 2019, antes de la pandemia, casi alcanzó los 10 millones.
Es lo que afirma el profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC Joan Miquel Gomis López.
Gomis también destaca que la inversión en la actualización de infraestructuras durante los Juegos Olímpicos se combinó con la proyección internacional de la ciudad. Se reivindicó «la modernidad de la capital catalana», pero también los atributos que ya tenía.
Por ejemplo la posición estratégica y privilegiada en el Mediterráneo -cerca de los principales mercados emisores europeos-, el clima y el patrimonio natural y cultural. El profesor considera que el crecimiento espectacular de Barcelona posterior a los Juegos Olímpicos «no estaba previsto».
Una de las claves del éxito de los Juegos Olímpicos de 1992 fue que Cataluña tenía un nivel de asociacionismo deportivo muy potente. Así lo explica Jordi Mascarell, profesor colaborador de la UOC.
El país ya contaba con «grandes clubes privados y con un índice de práctica deportiva muy alto por la época». Sin embargo, organizar los Juegos Olímpicos «era un reto mayúsculo», y más si se tiene en cuenta que «Barcelona no tenía una amplia experiencia en grandes eventos como sí la tenía París, otra de las ciudades candidatas», recuerda Mascarell.
Este evento dejó varios legados a Barcelona: uno material, que son las instalaciones, y otro organizativo, que es el voluntariado. «Se aprovechó el acto para construir, y en algunos casos actualizar, un parque de instalaciones deportivas que posteriormente ha permitido acoger otros grandes eventos y que se ha puesto al servicio de los deportistas amateurs», explica el profesor.
Otra herencia fue el nacimiento de Voluntarios 2000, una entidad que, treinta años después, todavía está presente en la mayoría de las carreras y los grandes eventos que se organizan en toda el área metropolitana.
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