Ya se sabe el dicho: “Si tienes tres hijos y a cada uno le das 5 euros, al cabo de cinco años uno lo habrá multiplicado, otro lo habrá ahorrado y un tercero lo habrá dilapidado”. Pues bien, para que esto no suceda conviene ser conscientes de lo que significa “dar paga o propina a un niño” y el aprendizaje que conlleva.
Hace algunos años, en mi libro “En qué Jardín nos han metido” de la editorial Homolegens, explicaba la importancia de saber de finanzas personales en la vida. El dinero, el ahorro, la inversión, el pago por un trabajo… son conceptos tan necesarios como todo lo demás. Y la famosa “propina” es un instrumento maravilloso para enseñar a nuestros hijos desde pequeños la funcionalidad del dinero, su razón de ser y la importancia de tenerlo, retenerlo (ahorrarlo) y aumentarlo.
Según datos del Banco de España, un 46% de la población percibe que sus conocimientos financieros son bajos o muy bajos. Una cifra que pone de manifiesto la importancia de apostar por la educación financiera desde edades tempranas y adoptar buenos hábitos como la gestión de la paga como vía para inculcar la gestión de las finanzas desde pequeños.
El 53,9% de los padres y madres dan la paga a sus hijos, ya sea de manera mensual o semanal. La cantidad de paga (entendiéndose la paga el dinero que dan los padres de manera regular) que dan los padres españoles a sus hijos varía en función de la edad del niño, subiendo el importe según el hijo crece, en base a un estudio de Pixpay:
Respecto a la frecuencia, entre los padres que dan dinero a sus hijos de manera regular, el 68,4% lo hace de manera mensual mientras que el 31,6% la administra de manera semanal.
La propina en general es entendida como una paga para que los niños se “diviertan”. Mal. La “paga” o la propina ha de ser un dinero a cambio de algo que sea extraordinario. Eso “extraordinario” depende de las familias y de la edad de los niños.
Por ejemplo cuando el niño es pequeño, la propina puede ser porque recoge su plato de la mesa todos los días del mes o porque ha aprendido a recoger la ropa sucia o colocar sus zapatos cuando llega a casa. Cuando los hijos crecen, la propina ha de ser vista como una remuneración por algo bien hecho que es de su responsabilidad.
La responsabilidad del niño es ir al colegio y estudiar. Si las notas son muy buenas, la propina será una remuneración extra a su “obligación básica” que sería aprobar. Si el niño tiene dificultades, la propina puede ser entendida como un apoyo emocional para incrementar su autoestima.
El dinero de las propinas o las pagas NO es sólo para gastar en caprichos o de marcha – que también dependiendo de la edad-. Ese dinero tiene que entenderse como unos ingresos con un objetivo. Y el objetivo ha de ser siempre triple:
A los niños hay que hablarles del dinero, de cómo es producto del trabajo, a cambio de algo, y que no crece en los árboles ni en el cajero automático ni de la tarjeta de crédito. Cuanto antes mejor.
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