Eso de “el dinero se le subió a la cabeza” ya lo habías oído antes, pero lo que quizá no sabías es que de verdad afecta a la salud mental. Ganar la lotería, recibir una jugosa herencia inesperada, ganar un dineral con una inversión que no imaginabas o cualquier éxito repentino, pueden llenar de ceros tu cuenta corriente y tu cabeza de problemas.
La vida de cualquier mortal se relaciona en algún punto del camino con un crédito hipotecario, un préstamo inmediato o uno personal. Casi todo el mundo tiene financiaciones, paga suministros o, incluso, se ve envuelto en deudas que debe ir resolviendo poco a poco.
Imagina por un instante que, de la noche a la mañana, tu situación financiera diese un giro de 180 grados y adquirieses riqueza de forma súbita… ¿Cancelarías la hipoteca?, ¿pagarías tus préstamos pendientes? ¿Darías la vuelta al mundo? Tantas opciones como personas, pero cuidado, existe un síndrome al que no debes perder de vista.
Este síndrome, no diagnosticado de forma oficial, pero sí documentado en distintos estudios financieros y psicológicos, fue destapado por el psicólogo Stephen Goldbart. Este psicólogo clínico, orador, profesor y consultor se centró no solo en las oportunidades que presenta la riqueza, sino también en los retos.
Según él, este fenómeno psicológico afecta a quienes consiguen dinero de manera imprevista en grandes cantidades. Esta nueva situación puede ocasionar en ellos ciertos problemas emocionales o, incluso sociales que conducen, en el peor de los casos, a la soledad, aislamiento y depresión.
Tener una fortuna digna de mención es, a veces, un arma de doble filo cargada de efectos psicológicos adversos que no querrías para ti. Pese a que dinero y felicidad están íntimamente relacionados, a veces no es tan bonito y fácil como a todo el mundo le gustaría.
Los primeros estudios sobre el síndrome de la riqueza repentina los llevó a cabo en el MMC (Money, Maning and Choices Institute), centro que estudia la relación entre el bienestar mental y el dinero y con el que colaboraba Goldbart. Poco a poco, sus teorías fueron expandiéndose, nunca con diagnóstico clínico oficial.
A medida que lees este post piensas que eso no te pasaría a ti. Imaginarse con dinero y la persona más feliz del mundo es lo que más te gustaría en este mundo lleno de pagos, inflación, impuestos, cargas y obligaciones. Pero la verdad es hay aspectos que escapan a tu control. Las características de este síndrome son:
Gestionar el dinero y hacerlo bien no están sencillo y causa un sentimiento de ansiedad hasta incapacitante. El miedo a perderlo todo o a no saber administrar bien el dinero está siempre presente.
Si provienes de un entorno humilde y siempre has estado agobiado por llegar a fin de mes, este sentimiento ocupa un espacio en tu mente que desearías no tener.
Mucho dinero puede impedir o dificultar que las relaciones que tengas sean de verdad. El miedo a que te juzguen por ello siempre estará presente o, incluso, el temor a que se aprovechen de ti.
Relaciones problemáticas
Si la gente que siempre te ha rodeado comienza a verte de otro modo, podría ser fuente de conflictos, ya sea entre familiares o con amigos de toda la vida.
Las causas principales de estos síntomas se deben a un cambio radical en el estatus social y económico de quien ha recibido tanto dinero. A esto se le une la escasa preparación financiera hasta ahora nunca necesitada y, en bastantes casos, la poca preparación emocional.
Aquellos que padecen el síndrome de la riqueza repentina, se ven envueltos en el aislamiento y el miedo a llevar su nueva condición: ser rico. Goldbart relacionaba estos sentimientos a la culpa y al hecho de no creerse merecedores de la riqueza conseguida. Algo que conducía en algunos casos a comportamientos destructivos.
Si de la noche a la mañana ganaras cantidades ingentes de dinero, impide caer en una espiral de angustia contando con un asesor financiero que te oriente en la planificación y gestión de tu fortuna. Además, empieza a formarte para, poco a poco, saber gestionar tu dinero por ti mismo.
Las decisiones impulsivas nunca serán un buen aliado se tenga dinero o no. Pero si encima te pueden llevar a la pérdida de grandes cantidades, mejor saber controlarlas con cabeza. Por último, sé discreto; tampoco es necesario que gritar a los cuatro vientos que estás forrado.
En resumen, no es oro todo lo que reluce y tener dinero a veces pasa factura en la salud mental. Una buena gestión emocional, la capacidad de aprendizaje financiero, unos asesores, saber con quién te relaciones y, quizá, un psicólogo, te ayudarían a saber llevar mejor tu patrimonio.
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