Jack Dorsey vive con los pies en la tierra. Trabaja para Twitter, pero probablemente tiene el sueldo más bajo de la compañía. Decisión propia que refleja mucho. Su salario es casi testimonial, como sucede en muchos directivos de las grandes firmas de Silicon Valley (Mark Zuckerberg gana un dólar al año). El CEO de Twitter cobra menos de dos dólares al año. Los dividendos que obtiene de sus acciones en la compañía, así como otras inversiones, le dan para vivir holgadamente y para pagar sus correspondientes impuestos.
Posee una de las viviendas más exclusivas de San Francisco. En la costa, con vistas al mar. En el garaje tiene varios deportivos. Y entre sus marcas de moda preferidas están Prada, Hermès y Dior. Ha sido modelo. Que se sepa, no tiene pareja en la actualidad, pero ha vivido romances con algunas actrices. Pero es más conocido por su capacidad de gestión, su visión de negocio en el mundo de Internet y por sus gestos solidarios. Por lo que realmente es.
Hace unos años, Jack Dorsey decidió dar un cambio en su vida. Empezó por su imagen. Se dejó barba, se puso un aro en la nariz, siguió tatuándose y le enseñó al mundo que se podía dirigir una de las más importantes firmas del mundo digital desde casa. O desde cualquier parte. Autoridades y empresarios de medio planeta se pelan por recibirle, por conversar con él. Parece estar más cerca de Obama que de Trump. Pero tampoco ejerce en favor de uno ni de otro.
Ev Williams, Biz Stone y Noah Glass confiaron en él desde el principio. Junto a ellos fundó Twitter. Aunque su viaje en la empresa tuvo un paréntesis, la dirige desde 2015. Su perfil social no muestra reuniones de Estado ni debates estériles. Refleja sobre todo su labor solidaria y de apoyo. Sus viajes por el planeta. Sus reuniones con jóvenes emprendedores, con creadores de proyectos que ayudan a los demás, a sus comunidades. Ahí se le ve feliz. A pocos ha sorprendido por lo tanto la decisión que ha tomado para enfrentarse al coronavirus…
La cantidad donada es escalofriante. Mil millones de dólares. Es casi un tercio de su fortuna (según Forbes, 3.300 millones de dólares). Y como él mismo dice, todo claro, escrutable y perfectamente auditable mediante un Google Doc en el que se actualizará el destino del dinero. Muchos cuestionarán el gesto precisamente en Twitter; por el origen de su fortuna, el tal y el cual… Por sus hechos les conoceréis.
*Foto principal: Twitter
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