Las celebrities venden su alma al diablo

Leía hace unos meses que las Kardashian, iconos de la clase media estadounidense, no dan un paso sin pasar por la chequera. La suya, se entiende. Kim, la reina de Instagram, ha llegado a cobrar 30.000 dólares por una foto con un producto… y a partir de ahí todo lo que puedas imaginar. De hecho, ya no hay lanzamiento de producto sin que una cara conocida se preste (por dinero) para explicarte lo maravilloso que es.

La polémica llegó a los medios de comunicación estadounidenses cuando comenzaron a surgir demandas contra los fabricantes de algunos productos que tenían efectos nocivos, sobre todo en la piel. En ocasiones, las celebrities publicitaban en sus redes sociales productos cosméticos que ni siquiera habían probado.

Y recuerdo esta historia porque últimamente me han llegado varias «notas de prensa» de lanzamientos de nuevos productos. Desde helados hasta lacas de uñas que prometen transformarte en tu celeb favorita. Aunque te comas 25 helados puedes tener la figura espectacular de Blanca Suárez o sin pasar por la manicura lucir las uñas doradas de Katy Perry.

La publicidad aspiracional no es un invento de hoy. Lo que sí ha cambiado es la necesidad imperiosa de contar con un famoso para hacer el lanzamiento del producto. Dependiendo de las marcas, nos encontraremos con un vocabulario adquirido; por ejemplo, del sector voluntariado o solidario (madrinas, padrinos, embajadores)… Todo para intentar darle un aire menos comercial y mas creíble.

También como efecto directo de la crisis económica la publicidad tradicional ya no sirve y hay que llegar al consumidor-comprador a través de sus artistas, actores o celebs favoritos. Una práctica que, además, supone un coste adicional en las campañas de las empresas, pero que parece que está funcionando. ¿O no comprarías el helado que publicita Blanca Suárez con el mensaje «liberar a la bestia»? Pues eso.