Qué tiene que temer el lujo a la devaluación del yuan

Las compañías más ineficientes recibirán un respiro temporal con la devaluación china.

Javier Santacruz. 20/08/2015

La devaluación “en tres tiempos” de la divisa china realizada la semana pasada, ha movido a la preocupación a numerosos grupos empresariales internacionales que en este momento están presentes en China. Todo el mundo es consciente de las dificultades que están surgiendo en el proceso de reforma de la economía china tras décadas de crecimiento vertiginoso por encima de los dos dígitos.

Sin embargo, la economía china enfila otra época distinta, donde se pasa del “crecer mucho” al “crecer mejor”, donde los retos están bien definidos en un país que no ha perdido su posición en la carrera para ser la primera economía del mundo. Mientras que se produce este cambio, China está siguiendo un proceso de “palo y zanahoria”: impulsa una serie de sectores para después provocar un ajuste severo en el momento en que considera que se encuentran sobrevalorados.

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En este sentido, uno de los sectores que más se han llevado el “palo” en primer lugar ha sido el sector del lujo. Durante años, las principales compañías como LVMH, Kering o Chanel han vivido un proceso de expansión que parecía inagotable dado el diferencial de demanda entre China y el resto del mundo y, obviamente, la capacidad de imponer precios más altos con una demanda más inelástica (menos sensible a las variaciones de precios) que en mercados tradicionales.

La devaluación nominal de una divisa (en este caso el yuan) provoca a corto plazo un encarecimiento relativo de los bienes extranjeros frente a un abaratamiento relativo de los bienes nacionales. Por ello, los consumidores chinos tenderán a sustituir el consumo de productos extranjeros –como suele ser la mayoría de bienes de lujo– por el de productos nacionales. Este efecto, sin embargo, es “de primera ronda” ya que a medio plazo, el patrón de consumo puede suponer una oportunidad de apreciación de la divisa al aumentar su demanda por “efecto precio”.

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En el caso de los bienes de lujo, hay un factor adicional determinante: la mayoría de estos se compran con dólares procedentes de ahorro o reservas. Esto es clave, ya que la depreciación del yuan ha incrementado el poder adquisitivo de estos consumidores. Si a eso añadimos que la mayor parte de las importaciones (sobre todo las de materias primas) se compran con dólares y están denominadas en dólares, el efecto encarecimiento de las importaciones se reduce de una forma extraordinaria.

Con ello, es plausible un daño no tan grande como el esperado sobre el sector del lujo. Como contábamos hace unos meses, el mercado del lujo se contrajo en 2014 un 1% y se espera una nueva caída del 4% en 2015 según Bain & Company. Esta corrección se produce tras años de crecimientos de dos dígitos y después de la aplicación de severísimas medidas anticorrupción por parte del presidente Xi Jinping.

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En suma, la pérdida de competitividad momentánea de las principales compañías de lujo se corregirá conforme la oferta y la demanda se adapten a un futuro dominado por la liberalización del tipo de cambio. Ahí se encuentra Coach, la cual se enfrenta a un gran problema: al desplome de un 20% de su negocio en Estados Unidos se le puede unir una caída del negocio en China, el cual creció en el último año fiscal un 14% interanual (600 millones de dólares).

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