Con motivo de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente esta semana, hoy queremos hablaros de una iniciativa pionera que se presentó hace unos días en Madrid. Se trata de un vehículo que puede llevar fácilmente una carga de más de 600 kg y seis tripulantes a bordo, capaz de recorrer grandes distancias de manera autónoma y utilizando una energía limpia con cero emisiones a la atmósfera. Además es fiable, adaptable, eficiente, seguro y de bajo coste.
¿Cuál es el truco? Utilizar la fuerza del viento para navegar por el hielo como hacían los grandes exploradores de la antigüedad para cruzar océanos y mares en sus barcos. Un trineo eólico que constituye un auténtico laboratorio-móvil para recoger datos y muestras en territorios inexplorados y sin dejar huella contaminante. Bautizado como ‘El Trineo de Viento’, este medio de transporte se convertirá con toda probabilidad en parte indispensable del futuro de la exploración polar.
Ideado por el explorador español Ramón Larramendi que lleva dieciocho años desarrollando el proyecto y dándolo a conocer, ya ha recorrido con éxito 25.000 km en el Ártico y la Antártida. Su simplicidad logística es admirable comparada con la alternativa habitual de los convoyes antárticos motorizados en los que gran parte de la carga está constituida por el combustible que necesitarán a lo largo del viaje, lo que los convierte en medios muy poco eficientes y cero ecológicos.
Pero con un vehículo sin motor… ¿siempre se puede avanzar? Pues bien, “aproximadamente el 60% del tiempo podemos navegar con el trineo” –cuenta Ramón Larramendi- “el resto del tiempo no es adecuado. A veces no porque no exista viento sino porque tiene demasiada fuerza o violencia”. El tiempo de no navegación se emplea en las tareas científicas o de reparación y mantenimiento de la estructura.
El Trineo de Viento cuenta con espacio suficiente para almacenar el instrumental y materiales necesarios para realizar casi la totalidad de los estudios que se realizan en los polos por lo que es de esperar que este diseño español se generalice convirtiéndose en la norma. Además, es la única manera de garantizar que el medio de transporte de los científicos no afecta a las mediciones cuando se quiere saber si los distintos contaminantes han llegado a regiones tan inaccesibles.
En noviembre de 2018 el Trineo de Viento parte de nuevo para demostrar todo su potencial como vehículo de transporte e investigación. Esta vez hacia la Antártida Oriental, el gran territorio antártico sin explorar, donde realizará durante 50 días un recorrido triangular de 2.000 km subiendo hasta una altitud de 3.800 metros.
Es la denominada Primera Campaña Antártica que está patrocinada por la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco, dedicada a promover el desarrollo sostenible y la protección del medio ambiente en todo el mundo especialmente en tres regiones cruciales: Mediterráneo, países menos desarrollados y regiones polares, y que cuenta con una delegación en España.
La vuelta a Europa de los cuatro exploradores que participan en la campaña está prevista para enero de 2019. Hasta ese momento habrá que esperar para conocer en detalle el que será seguro otro éxito más en la carrera de fondo del Trineo de Viento y su promotores.
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