Ay, mascarilla: Pocos te quieren, muchos se alegran de poder dejarte. Nos has acompañado durante más de un año. Has sido nuestro burka sanitario, protector que escondía nuestras sonrisas y parte del dolor sufrido en esta pandemia. Hace mucho menos que el olvido de nuestra memoria, eras para nosotros un símbolo para un gremio olvidado o, puede que poco valorado: el de los sanitarios.
Ellos han sido tan fuertes y resistentes como tú en estos meses de incertidumbre, dolor y angustia. Nos han demostrado que lo suyo más que un trabajo es una vocación de entrega más allá del crédito otorgado por los políticos y el estado de bienestar, mermado en cuestiones tan importantes como la Sanidad.
Mascarilla, hace apenas tres días que hemos podido disfrutar del aire sin ti. Puede que algunos, por miedo a lo vivido, sigan contigo; cubriendo sus rostros, escondiendo el vértigo de mostrar sus rostros desnudos, completos y descompuestos por los estragos de un virus que nos ha cambiado para siempre. Ya no serás sólo de ellos: los sanitarios. Formas parte de nuestras vidas, de esta guerra contra el virus, la desconfianza, las contradicciones y las no despedidas.
Hemos sido una sociedad enmudecida, cubierta al mismo tiempo que protegida por ti. Cuesta desprenderse de con la precaución que mereces: seguimos llevándote con nosotros. En el bolso, en el bolsillo, para espacios concurridos, para interiores…Todavía seguimos en la lucha. Es tiempo de abrazar la responsabilidad, por respeto a todos, a quienes todo esto les venció y quienes todavía siguen luchando.
Mascarilla. No nos gustas, pero debemos agradecerte todo lo que nos has dado. Parecía que no iba a llegar el momento de sentirnos libres o al menos comenzar a ver el horizonte soñado. Nos has protegido a nosotros, pero puede que nosotros no lo hayamos hecho con el planeta. Me hubiera gustado que nuestros políticos se hubiera preocupado también por encargarse de cómo reciclarte. La consciencia no sólo debe estar en cuidar de nuestra salud y los nuestros, sino también de nuestro hábitat.
Han sido millones las mascarillas que hemos usado. En estos tiempos de pandemia ¿quién no ha paseado por calles y se ha encontrado con mascarillas en el suelo? Seguimos pensando en resolver lo inmediato, sin pensar en global: lo inmediato también puede reparar males mayores. Pocos se atreven a hablar de ti, de tu cuantía y del daño medio ambiental que puede haber generado.
Al principio de esta pandemia, en los meses de confinamiento, nos sorprendieron las imágenes de los animales acercándose a la ciudad; adueñándose de ella. Puede que en unos meses sintamos vergüenza por la poca consciencia que hemos tenido en tu uso desmedido sin reciclarte como precisas.
No es tu responsabilidad, sino la nuestra y la de nuestros políticos. Porque se acerca el momento de reflexionar, dejar las guerras de partidos y analizar tanto los aciertos como los errores cometidos. En más de un año de uso masificado de mascarillas creo que ha faltado un reciclado consciente y activo. Quizá en eso también llegamos tarde…
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