Mujer y ciencia no es un binomio muy habitual. Las mujeres constituyen solo un 28 % del personal investigador en el mundo, solo el 3 % de los Nobel de Ciencias se han concedido a mujeres desde la creación de los galardones en 1901 y, lo que es peor, solo un 7 % de las chicas de 15 años en España quiere dedicarse a profesiones técnicas. Ante este panorama, el sector público, las empresas privadas y las universidades se han aliado en iniciativas para fomentar las vocaciones científicas y buscar una mayor igualdad de género en disciplinas técnicas. El objetivo: que las niñas puedan elegir libremente, con referentes y modelos a seguir.
Iniciativas pioneras como la llevada a cabo recientemente por Iberdrola, que ha unido a un grupo muy relevante de científicas, tecnólogas e ingenieras en el parque eólico marino de Wikinger, en el mar Báltico alemán. Una oportunidad única en la que investigadoras de distintas disciplinas pudieron compartir una preocupación común: el cambio climático.
La investigadora principal del Real Instituto Elcano y doctora por la London School of Economics and Political Science, Lara Lázaro; la doctora ingeniera forestal y científica medioambiental en el Institut National de Recherche Agronomique (INRA) en París Cristina Arias-Navarro; la divulgadora y youtuber Rocío Vidal; la oceanógrafa Susana Bastón; o Paula Serras, experta en energía renovable de la Universidad del País Vasco, debatieron en un encuentro multidisciplinar en Alemania sobre los retos para frenar la crisis climática, la necesidad de apostar por un nuevo modelo energético o la acuciante obligación de mejorar la calidad del aire que respiramos.
A estas expertas se sumaron la ingeniera Carlota Armillas, única española que ha obtenido una beca de la Fundación Gates para la Universidad de Cambridge; la directora del Centro de Estudios de Sostenibilidad de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, Ana Freire; la doctora en Ecología y científica titular del grupo de Ecotoxicología de la Contaminación Atmosférica del CIEMAT, Rocío Alonso; la doctora ingeniera industrial por la Universidad Pontificia Comillas y experta en economía circular Adela Conchado; y la directora Digital de la Universidad de Deusto, Lorena Fernández.
Todas comparten un objetivo común: conseguir que haya más igualdad en las áreas de ciencia y tecnología, para lo que resulta fundamental aumentar las vocaciones entre las niñas y dotarlas de referentes para ir reduciendo la brecha entre hombres y mujeres en estas disciplinas, con el objetivo de no prescindir del talento de la mitad de la población.
Este grupo de mujeres científicas se muestra, además, de acuerdo en que el cambio climático es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos y frenarlo exige impulsar la investigación para contar con más proyectos como Wikinger, una de las instalaciones renovables más innovadoras del mundo.
Por parte de la empresa, Patricia Berlín, ingeniera del área de operación y mantenimiento de energía renovable marina, les ha explicado todos los detalles de la instalación, un parque con 70 turbinas de 5 megavatios cada una, que da electricidad a 350.000 familias. Patricia califica de “enriquecedora” la experiencia de haber trabajado en un proyecto multicultural como Wikinger y ha reivindicado el compromiso de la compañía con la igualdad de oportunidades.
“En Iberdrola tenemos el apoyo de la empresa, con muchas iniciativas interesantes, como el programa Women’s connection de ScottishPower, la filial británica del grupo”, asegura Patricia, que también incide en la importancia de fomentar la autoconfianza entre las mujeres para impulsar una mayor equidad y evitar discriminaciones.
Y es que Iberdrola es un referente en esta materia, tal y como reconocen las científicas participantes en este encuentro. “Una de las cosas que me han gustado de este viaje a Wikinger es descubrir cuántas mujeres ingenieras están trabajando en este parque eólico marino”, señala Lorena Fernández.
Wikinger, operativo desde 2018, fue el primer parque eólico en el mar diseñado y operado al 100 % por una empresa española. Aporta energía renovable y de alta eficiencia a 350.000 familias y evita la emisión a la atmósfera de casi 600.000 toneladas de CO2 al año.
Un aspecto fundamental de esta instalación ha sido la aportación de empresas y trabajadores españoles, gracias al efecto tractor de Iberdrola sobre proveedores y compañías nacionales. Así, las turbinas han sido fabricadas por Siemens Gamesa, la subestación marina, el corazón energético del parque, fue construida por Navantia en Puerto Real (Cádiz) y las ‘jackets’ sobre las que se asientan los aerogeneradores proceden de Navantia (Ferrol) y de Windar (Asturias).
En los próximos años, los futuros parques de Baltic Eagle y Wikinger Süd se sumarán a Wikinger para formar el mayor complejo eólico marino del mar Báltico, con una capacidad instalada de 836 megavatios. La energía eólica marina es una de las claves del crecimiento de nuestra empresa, que cuenta con proyectos en este sector en Reino Unido, Alemania y Francia. Estas inversiones ayudarán a avanzar en la transición energética hacia un modelo descarbonizado y combatir el cambio climático.
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