Una central hidroeléctrica de bombeo es el único método que existe en la actualidad para almacenar energía a gran escala. Su funcionamiento es sencillo, si bien construir una instalación de este tipo es todo un reto de ingeniería. En las horas ‘valle’, generalmente durante la noche en los días laborables y los fines de semana, se usa la energía sobrante —que además en esas horas tiene un coste más bajo en el mercado— para elevar el agua contenida en el embalse situado en el nivel más bajo al depósito superior por medio de una bomba hidráulica que hace subir el agua a través de una tubería forzada. El embalse superior actúa, así, como un depósito de almacenamiento.
Durante las horas ‘pico’, es decir, durante el día, la central de bombeo funciona como una planta hidroeléctrica convencional: el agua acumulada en el embalse superior cerrado por una presa se envía por la galería de conducción al embalse inferior. En este salto, el agua pasa por la tubería forzada, en la que adquiere energía cinética que se transforma en energía mecánica rotatoria en la turbina hidráulica. A su vez, esta se convierte ya en energía eléctrica de media tensión y alta intensidad en el generador. El paso siguiente son los transformadores, que envían la electricidad producida en la central por las líneas de transporte de alta tensión hasta llegar a los hogares e industrias de la red eléctrica que la consumen. Por su parte, el agua, una vez generada la electricidad, cae por el canal de desagüe hasta el embalse inferior, donde queda de nuevo almacenada.
Por todo ello, las centrales hidroeléctricas de bombeo son eficientes en el almacenamiento de energía, suponen una solución de larga duración, favorecen la integración de las energías renovables en el sistema y ofrecen una gran rentabilidad. Además, esta tecnología resulta más rentable y aporta estabilidad, seguridad y sostenibilidad al sistema eléctrico, al generar gran cantidad de energía con un tiempo de respuesta muy rápido y sin crear ningún tipo de emisión a la atmósfera.
La mayor de Europa, en Valencia
La mayor hidroeléctrica de bombeo de Europa y la única española entre las 10 mayores del mundo es La Muela, en el embalse de Cortes de Pallàs, en la margen derecha del río Júcar. Su producción anual ronda los 800 gigavatios hora (GWh), suficiente para atender el consumo eléctrico de casi 200.000 hogares, duplicando así la generación del complejo Cortes-La Muela hasta los 1.625 GWh —la demanda anual de casi 400.000 familias—.
La central, propiedad de Iberdrola, tiene cuatro grupos de turbinas reversibles dentro de una caverna que permiten aprovechar el desnivel de 500 metros existente entre el depósito artificial de La Muela y el embalse de Cortes de Pallás para producir energía eléctrica. Otra de las grandes iniciativas de bombeo de la empresa española es la central de Gouvães, una de las tres que formarán el complejo hidroeléctrico del Támega, en el norte de Portugal. Aún en construcción, incorporará cuatro turbinas de tecnología reversible, todas ellas de 220 megavatios (MW), por lo que alcanzará una potencia instalada de 880 MW. Esta central permitirá una producción estimada que rondará los 1.468 GWh y almacenará energía para dar suministro eléctrico al área metropolitana de Oporto, con cerca de tres millones de habitantes.
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