Y van tres. Misma abogada (Carmen Simón), mismo psiquiatra de la Seguridad Social (Escudero Nars) y misma «organización-chiringuito»: Infancia Libre. Y una misma vergüenza. Un chiringuito liderado por una tal María Sevilla, cercana a Podemos, y que promociona la detención de forma ilícita de los hijos para impedir que tengan acceso a sus padres; para «desplumar» en definitiva a los padres de sus hijos a través de decenas de recursos a la Justicia y denuncias falsas para separar a los niños de sus padres.
Y claro, este chiringuito feminista, que parece tener muchas conexiones con Podemos en Granada está siendo investigado para ver si ha podido ser «regado» de dinero público (proveniente de nuestros impuestos) y en el que ya sabemos que hay funcionarios pagados por nuestros impuestos que habrían sido colaboradores necesarios para impedir que los padres varones de los niños les vieran. Terrible.
Y todo esto sucede en la misma semana en la que una líder de Podemos (Isa Serra), en esta ocasión de Madrid, ha dicho estar indignada por la «limosna» que a su juicio, suponen los 300 millones de euros donados a la sanidad pública por la Fundación de Amancio Ortega para luchar contra el cáncer.
Llegados a este punto solo cabe poner en valor, una vez más, la inteligencia de Amancio Ortega, que además de dar trabajo a 170.000 personas en todo el mundo y pagar sus cotizaciones sociales, además de pagar en impuestos el año pasado 1.600 millones de euros (2 de cada 100 euros que ingresa), además de crear riqueza aquí y en medio mundo… ha decidido voluntariamente ser un filántropo y ayudar en aquello en lo que es más necesario.
Fueron los Consejeros de Sanidad y el Ministerio los que se acercaron a Inditex; fueron ellos los que propusieron la compra (a través de convenios con las diferentes Comunidades Autónomas) de los aparatos de última generación para tratar el cáncer y fue Amancio Ortega con todo sentido común quien decidió la operativa: donaciones finalistas.
Y Amancio Ortega y su fundación tienen razón; viendo la cantidad de chiringuitos financiados con dinero público, que solo sirven para mantener a sus asociados y directivos, Ortega ayuda pero controlando donde va el dinero y que realmente se gasta en lo que hace falta. Gracias a Ortega y a gente que no tenemos ni el dinero, ni las posibilidades que tiene él y que también hemos creado fundaciones como instituciones sin ánimo de lucro, miles de personas se benefician de aquello que necesitan y que el Estado no puede llegar a cubrir. Nada más que decir. Más Ortegas y menos chiringuitos para colocar a los amigos ideológicos. Curiosamente, siempre de izquierdas.
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