Hemos cumplido hace unos días el primer aniversario de la pandemia. Parece que vamos dejando atrás la tercera ola, pero no abandonamos ni las mascarillas, ni las restricciones, y seguimos sin tener una vida social libre. En todos estos meses la vida nos ha cambiado y el foco lo hemos puesto en nuestra salud. A raíz de la Covid-19 nos preocupamos mucho más de nuestra salud física y eso ha disparado el consumo de vitaminas y complementos.
Ante la búsqueda de ‘escudos’ que nos protejan un poco más frente al virus y nos ayuden a mantener no sólo el ánimo sino la energía, este tipo de complementos ha duplicado su venta con respecto al año anterior. Pero no sólo el bienestar físico preocupa, sino también el mental.
Según un estudio del Wall Street Journal, a consecuencia de la pandemia el equilibrio emocional de los ciudadanos se ha tambaleado: alteraciones de sueño, mayor ansiedad, estados de angustia y estrés postraumático… Los suplementos más demandados son el magnesio, vitaminas del grupo B, melatonina y valeriana.
Lo cierto es que los tiempo cambian y nosotros nos adaptamos a ellos. Siglos antes unos de los principales problemas era la desnutrición, ahora sería todo lo contrario: la obesidad y el exceso del consumo de grasas saturadas que afectan a nuestra salud. No se ha producido una disminución de esas grasas nocivas para nuestro organismo, pero sí una consciencia mayor a la hora de realizar la compra semanal e introducir más productos frescos y aumentar el consumo de frutas y verduras.
La covid-19 nos deja consciencias muy perniciosas para nosotros como para nuestra sociedad. Pero también ha aumentado la consciencia de la necesidad de cuidarse y sentirse con la energía alta. Una de las inquietudes de los pasados meses ha sido cómo potenciar el sistema inmunológico.
Para este propósito los complementos más demandados han sido el zinc, selenio, probióticos y una carga de suplementación en vitamina C y D. Teniendo especial preferencia por la vitamina D debido a que algunos estudios científicos han relacionado una mayor desprotección frente al virus los índices bajos de esta vitamina.
En nuestro aumento de ingesta de complementos nutricionales no sólo han aumentado los que benefician el sistema nervioso y el inmunológico; el tercer bloque más consumido es el que afecta a nuestra epidermis: la salud de nuestra piel. Para ello el Omega3 es el más solicitado de todos.
La vida saludable que ha propiciado la Covid-19 no solo se nota en la ingesta de vitaminas, también en el aumento de la práctica de disciplinas deportivas; sobre todo del fitnessHome. Hacer algún tipo de ejercicio en casa para bombear el organismo se ha disparado en los últimos meses como consecuencia no sólo del confinamiento, el cierre de gimnasios y las medidas restrictivas, sino también como ‘complemento’ que ayuda a mantener el buen equilibrio mental y físico.
Después de un año de pandemia, hemos ganado consciencia y reforzado tres elementos fundamentales para nuestra salud: nuestra alimentación, la complementación vitamínica para prevenir la salud física y mental y el aumento del ejercicio. Algunos expertos auguran que lo mismo que la Covid-19 llegó para quedarse, estos cambios sociales también.
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