El aumento de pecho sigue siendo una de las intervenciones más solicitadas dentro del campo de la cirugía plástica, estética y reparadora. Pero eso no quiere decir que sea un tratamiento estático, las tendencias en el mundo de la estética varían año tras año, por lo que los cirujanos tienen que ir amoldándose a ellas.
Si hace unos años se llevaban los pechos muy grandes, en ocasiones desproporcionados con respecto al resto del cuerpo, hoy en día se apuesta por unos pechos más proporcionados, que luzcan totalmente naturales. Se busca aumentar de talla, pero sin renunciar a la ligereza de unos pechos en consonancia con el contorno corporal.
Esta búsqueda del pecho perfecto ha sido una constante en el mundo de la estética. Es muy difícil decir y determinar qué es un “pecho perfecto”. Y seguro que el concepto variará en función de los deseos de cada persona, de la etnia, del lugar de nacimiento… Lo que está claro es que para que un pecho luzca perfecto, debe estar en consonancia con el resto de las proporciones corporales. Así se sentirá lo más natural posible.
A la hora de aumentar el pecho hay que huir de las medidas exageradas, pero sin quedarse corto. Ambas mamas deben ser simétricas, el pecho debe estar más lleno en el polo inferior que en el superior y los pezones deben mirar siempre para el frente.
Como hemos indicado anteriormente, es fundamental tener en cuenta las medidas específicas del cuerpo de cada paciente a la hora de elegir la talla del nuevo pecho.
El ancho de los hombros y de la caja torácica, la altura de la paciente son medidas que permiten determinar una gama de implantes que ayudarán a mejorar la silueta, conservando las proporciones sin riesgo de que aparezcan complicaciones posteriores.
Por poner un ejemplo, si colocamos un implante demasiado grande podemos causar problemas en la paciente. De manera inmediata como dolores de cuello y espalda, incomodidad a la hora de practicar ejercicio, alteraciones en la sensibilidad del pecho… O años después de la intervención con la separación de las líneas de incisión, flacidez excesiva de la piel y los tejidos o aparición de estrías.
Sin embargo, tampoco hay que apostar por un implante demasiado pequeño que consiga un aumento mínimo y no mejore suficientemente el contorno del cuerpo de la paciente.
Según diferentes estudios, cerca del 80 % de las mujeres no lleva la talla de sujetador adecuada. Por eso, medir el tamaño de la copa del sostén no es, ni de lejos, la mejor manera de determinar el tamaño de los senos.
Hay que tener en cuenta que los tamaños varían en función del fabricante y del país. A pesar de que puedan etiquetarse con el mismo tamaño de copa, el volumen real puede diferir bastante de uno a otro. La talla del sujetador se compone de un número (85, 90, 95…) y de una letra (A, B, C…).
Los números hacen referencia a la circunferencia del torso, nada tiene que ver con el tamaño de los senos, mientras que las letras definen la “copa” o tamaño del pecho y hacen referencia a la medida alrededor del busto justo por encima del pecho, a la altura del pezón.
Hay mujeres que cuentan con copas grandes y números bajos, muy típico en un pecho operado. Y otras que cuentan con letras bajas, sinónimo de un pecho con poco volumen, y número alto, tórax ancho.
La mejor manera para seleccionar el tamaño ideal del implante es acudir a la clínica del cirujano plástico con sujetadores con la talla que la paciente desea tras la intervención. Esto se conoce como una “consulta de dimensionado”.
En esta sesión se utilizarán calibradores de implantes, es decir, implantes reales que se colocarán en el sujetador para tratar de determinar el tamaño más adecuado para cada paciente.
La tecnología 3D también permite digitalizar fotografías de la propia paciente para realizar simulaciones aproximadas a la realidad y mostrarle de una manera bastante fidedigna cómo se verá con ciertos tamaños de implantes. De esta manera, y atendiendo siempre a los consejos del especialista, se podrá determinar qué tamaño es el más adecuado.
El cirujano también debe saber decir que no. Es decir, si una paciente insiste en tamaños desproporcionados que pueden ir en contra de su salud, el cirujano debe guiarla hacia soluciones más adecuadas. Y en el caso de que no haya acuerdo, decidir no intervenir.
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