Esculpiendo la armonía
El cirujano plástico debe ser un artista que trate de sacar el máximo que uno lleva dentro y más en casos de cambio de género como el de la actriz italiana Vittoria Schisano.
Hace unos días me llegó la noticia de que una paciente (ahora ya, una amiga), Vittoria Schisano, aparecería en la portada de la versión italiana de la revista Playboy. La noticia no iría más allá de una mera anécdota, pues no es la primera de mis pacientes que aparece en este tipo de revista: es bella, actriz y muy conocida en Italia. Tenía todos los ingredientes para ser una firme candidata a posar para una revista como ésta. Pero como decía la canción “el matiz viene después”, porque Vittoria nació como Giuseppe, un actor que se hizo famoso en 2011 por su participación en la serie de televisión italiana ‘Io e mio figlio’ (Mi hijo y yo).
Unos años después admitió que siempre se había sentido una mujer, que era transexual, y no pasó mucho tiempo hasta que, con 30 años, dio el paso y debutó como actriz(que conste explico todo esto aquí, no sólo porque tengo su permiso, sino también porque ella tuvo siempre la valentía de hacerlo público). Poco después, decidió pasar por quirófano para que su cuerpo mostrara cómo se sentía: una mujer.
Podríamos pensar que una cirugía de reasignación sexual se basa en los genitales y ya está. Que aunque sea una técnica complicada consiste únicamente en realizar un nuevo sexo. Pero las personas que sufren disforia de género (lo que popularmente conocemos como transexualidad), lo que necesitan principalmente es verse físicamente con el género al que pertenecen. Mirarse al espejo y reconocerse. Y es ahí donde está lo más complicado.
Porque lo que para nuestros ojos es armónico y adecuado para un hombre, no lo es para una mujer. Y como quiero recordar, no estamos hablando de genitales y pecho. Sino de Belleza (con mayúsculas) y armonía, porque la proporción de cintura y cadera no es la misma en un hombre que en una mujer, la prominencia de la frente o la mandíbula, la forma de la nariz, de las cejas, la delicadeza de la barbilla o la forma del óvalo facial…
Todo ello tiene diferentes características en un género y en otro y es ahí donde radica la mayor dificultad: convertir las facciones de un hombre en las de una mujer (o viceversa) y que sigan manteniendo los rasgos, las proporciones, la personalidad que lo identifica no como un hombre o como una mujer, sino como aquel individuo único e irrepetible. Es decir, que se reconozca a sí mism@.
En este punto es donde considero que mi profesión está relacionada con el arte. Por eso creo que un paciente debe exigir a un cirujano plástico una gran preparación, una amplia experiencia, una excelente profesionalidad, pero tambiénuna buena capacidadartística. Es cierto que en los casos como los de Vittoria, el trabajo del cirujano es mucho más intenso que en otras cirugías, pero no nos confundamos, este mismo concepto está en cada una de mis intervenciones.
No buscamos un cuerpo perfecto, sino un contorno armónico en el que la paciente se sienta identificada (y justo por eso, paradógicamente, no siempre se eliminan todos los cúmulos de grasa en una lipoescultura, por ejemplo). No intentamos crear simplemente una cara sin arrugas con un lifting, sino un rostro natural, rejuvenecido, pero que mantenga la expresividad; no sólo eliminamos las bolsas de los ojos con una blefaroplastia, sino que buscamos iluminar la mirada manteniendo su viveza y su personalidad.
Porque la mayor dificultad no está en llevar a cabo una cirugía plástica estética concreta, pues la técnica se puede aprender. Lo realmente complicado es mejorar la belleza individual y personal de cada paciente sin que pierda aquellos rasgos que le hacen único. Porque al fin y al cabo, el artista que lleva un cirujano plástico en su interior es capaz de encontrar la belleza dentro de cada persona, y su técnica es la herramienta que permitirá hacerla aflorar.