Carlos III ha dado luz verde a que se avance en la investigación uno de los casos más oscuros de la monarquía. Un asunto que su madre, la reina Isabel II, no vio relevante. Se trata del misterioso asesinato hace 539 años de los llamados Príncipes de la Torre de Londres. El Rey no habría puesto reparos en que se investigue con pruebas de ADN la procedencia de una serie de restos humanos encontrados en el Castillo de Windsor y en la propia Torre de Londres. Se cree que algunos de esos huesos podrían pertenecer a los príncipes Eduardo y Ricardo.
La historia se remonta a 1483 cuando ambos fueron encerrados en la Torre de Londres por su intrigante tío, que pasó a convertirse en Ricardo III. El príncipe Eduardo, con doce años en el momento del cautiverio, era el heredero legítimo de la corona a la muerte de su padre. Tanto él como su hermano no salieron vivos de la fortaleza. La leyenda dice que su propio tío dio la orden para matarlos y evitar así una futura reclamación de la corona.
La historia fue inmortalizada por el propio William Shakespeare en su obra Ricardo III, pero existen muchas dudas al respecto de que sea del todo cierta. Las luchas de poder entre los diferentes clanes que acabaron ocupando el trono podrían haber contaminado el relato. Se cree que las pruebas científicas de los restos encontrados de cuatro niños podrían arrojar algo de luz a lo sucedido. Dos de ellos fueron hallados en la Torre de Londres en el siglo XVII y otros dos en los terrenos del Castillo de Windsor en el siglo XVIII. Los cuatro están enterrados en criptas que pertenecen a la familia real.
Tracy Borman, curadora en jefe conjunta de los Palacios Reales Históricos, ha dicho esta semana que el rey Carlos III tiene«tiene un punto de vista muy diferente» al de su madre en cuando a realizar un estudio riguroso sobre los restos y aportar algo de luz al asunto. Lo que se sabe hasta el momento es que el hermano de Ricardo III, el rey Eduardo IV, murió inesperadamente en 1483. Ricardo, que había sido nombrado Lord Protector de sus sobrinos, ordenó que ambos fueran detenidos.
Los niños, el que habría sido Eduardo V y Ricardo de Shrewsbury, tenían 12 y 9 años respectivamente. Mientras estaban en la torre, los caballeros y señores del reino solicitaron que su tío tomara el trono, algo que hizo en 1484.
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