El próximo 2 de junio se cumplirán 70 años de la ceremonia de coronación de Isabel II. Un día histórico en el que la monarca se convertía oficialmente en reina de Inglaterra, y al que acudió luciendo un vestido muy especial. Un traje que ya forma parte de la historia y que con motivo de su Jubileo de Platino será expuesto en el Castillo de Windsor.
Del 7 de julio al 26 de septiembre todo el que lo desee podrá ver en primera persona el majestuoso traje que se confeccionó especialmente para ese día. Una propuesta que enamoró a Isabel II tras rechazar nueve vestidos y que cuenta con algunos detalles ocultos que lo hacen aún más especial.
Isabel II apareció en la Abadía de Westminster el 2 de junio de 1953 engalanada con un espectacular vestido blanco y dorado para portar por primera vez la corona de Inglaterra. La monarca, consciente de la importancia de ese día, confió en el diseñador Norman Hartnell para confeccionar su vestido; el mismo que la vistió el día de su boda con el duque de Edimburgo.
Fue el noveno que le propuso el modisto, un modelo de seda blanca bordado con los emblemas florales de los países que formaban parte de la Commonwealth. Desde la rosa de los Tudor de Inglaterra, al cardo de Escocia, el puerro de Gales, el trébol de Irlanda del Norte, la hoja de arce de Canadá o el zarzo de Australia.
El vestido se componía de un cuerpo encorsetado, manga corta y un ligero escote corazón, del que partía una voluminosa falda estilo princesa llena de bordados en hilos de oro, plata, cristales y perlas.
Lo que pocos saben es que el vestido contaba con un detalle oculto que incluyó Norman Hartnell en él sin consultar a la reina. El diseñador bordó en el lateral izquierdo del vestido un trébol extra de cuatro hojas; un símbolo de buena suerte sito en el lugar justo en el que la reina dejaría descansar sus manos cuando se sentase en el trono.
Además del vestido, Isabel II cubrió sus hombros durante la coronación con una capa de terciopelo. Creada especialmente para ese día, fue obra de los diseñadores Ede y Ravenscroft. A pesar de que siempre nos hemos fijado en el vestido, esta capa es una auténtica joya. Cuenta con unos cuidados bordados para los que se utilizaron 18 tipos de hilo de oro diferentes y más de 3.500 horas de confección.
Isabel II volvería a lucir este impresionante vestido tan solo una vez más, en el tour que realizó por la Commonwealth tras su coronación. La monarca se lo puso para las aperturas del parlamento de cada uno de los países que visitó. Sin embargo, la anécdota del vestido es que según contó una de sus damas de compañía, lady Pamela Hicks, el traje tenía su propio camarote en el barco en el que viajaban.
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