El príncipe Harry y Meghan Markle podrían haber visto el último desfile en honor a Isabel II desde el aire. Concretamente en el avión privado que les llevó a California desde Londres y que despegaba antes incluso de que las carrozas comenzaran a desfilar por The Mall. Cuando sus familiares se sentaban en la grada situada frente al Palacio de Buckingham, ellos ya estaban volando de regreso a casa.
Se supone que con sus hijos, Archie y Lilibet Diana, ya que han evitado a toda costa que se les viera en público y no hay evidencia gráfica de ellos. Sólo de una trona de bebé perfectamente embalada que viajó en la bodega del avión. Un viaje de regreso a toda velocidad que ha generado mucha polémica en Reino Unido, porque la pareja no esperó siquiera a que concluyeran los festejos para regresar a Montecito.
Con el Instagram de su fundación, Archewell, como único enlace entre su público objetivo y su vida, la pareja no dudó en usar este canal para anunciar su llegada a Londres. Fue el mismo día en el que aterrizaron en la capital y horas antes de dar inicio el desfile Trooping the Colour. Lo hacían sin embargo con una de las fotos oficiales de su compromiso y con el comunicado oficial de Buckingham, en el que por cierto ni se les mencionaba.
Invitados por la Reina, pero no revueltos con el resto de familiares con mayor peso en la casa, se dejaron ver asomados en las ventanas mientras los más pequeños de la familia disfrutaban del primer desfile en cuatro días. Instante buscado para dejar constancia de que estaban allí.
Su gran momento fue el viernes, cuando acudieron al servicio religioso en honor a Isabel II en la Catedral de San Pablo. Un instante compartido también en su Instagram con un vídeo de un minuto que se centra en su llegada, estancia y despedida fugaz del evento. Zara Tindall y su esposo, que aparecen en el mismo al final, son los únicos familiares presentes en el clip.
A la vista de sus gestos además, muy a su pesar, porque salieron antes de tiempo y su coche oficial no estaba preparado. Estaban en la foto junto a ellos, cuando probablemente la orden era bien distinta.
A los Duques de Sussex tampoco les debió salir como esperaban la fiesta de cumpleaños de Lilibet Diana en Frogmore Cottage, la que fuera su casa antes de la apresurada huida a California. La manida foto con la que la pareja felicitó la Navidad pasada ha servido para felicitar públicamente el primer aniversario de la pequeña. Seguramente porque no hay más.
A la reducida fiesta acudieron sólo los tres hijos de Zara y Mike Tindall: Mía, de ocho años, Lena, de tres y Lucas, de uno. También tomaron tarta las hijas de Peter Phillips y Autumn Kelly: Savannah, de 11 años e Isla, de 10. Ni rastro de los Cambridge, que se llevaron mientras tanto a sus hijos a Cardiff. A hacer pasteles solidarios. Se cree que la pareja con sede en California presentó a la pequeña Lilibet a Isabel II en algún momento del jueves o el viernes. La marcha apresurada, en vuelo privado, denota que ni unos ni otros se han sentido cómodos durante su estancia en Londres.
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