La casa de S.M. el Rey emérito, enviaba esta misma tarde un comunicado en el que Su Majestad el Rey Don Juan Carlos le comunica a su hijo, Felipe VI la intención de abandonar el país. Dice el texto:
“Majestad, querido Felipe:
Con el mismo afán de servicio a España que inspiró i reinado y ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada, deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad. Mi legado, y i propia dignidad como persona así me lo exigen.
Hace un año expresé voluntad y deseo de dejarse desarrollar actividades institucionales. Ahora, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España.
Una decisión que tomo con profundo sentimiento, pero con gran serenidad. He ido Rey de España durante casi cuarenta años y, durante todos ellos, siempre he querido lo mejor para España y para la Corona.
Con mi lealtad de de siempre.
Con el cariño y afecto de siempre, tu padre”.
El mismo texto recoge también que Su Majestad el Rey, Felipe VI, le ha transmitido a su padre «su sentido respeto y agradecimiento ante su decisión». Éste desea remarcar la importancia histórica que representa el reinado de su padre, como legado y obra política e institucional de servicio a España y a la democracia. Al mismo tiempo, quiere reafirmar los principios y valores sobre los que ésta se asienta, «en el marco de nuestra Constitución y del resto del ordenamiento jurídico».
Esta ha sido hasta aquí la correspondencia mantenida entre el llamado Rey Emérito y el monarca actual, y que refleja lo que se comentaba desde hace días en varios mentideros. Algo que por otro lado no ha sorprendido a nadie visto el rumbo que están tomando los asuntos privados de Don Juan Carlos y los juicios que empezarán con la llegada del otoño. Esos cuyos protagonistas serán tan singulares como el llamado Villarejo, la llamada Corina y el propio Emérito.
Antes de que una resolución jurídica empañe los resultados, es mejor poner el parche antes de la herida. Y una marcha a tiempo, no es una victoria en este caso. Es más bien una precaución muy a tener en cuenta y muy de agradecer por parte de Felipe VI.
Con todo, se abren grandes incógnitas. La primera de ellas el destino de Don Juan Carlos, que podría localizarse en alguno de los países árabes donde tan buenos amigos tiene y que le han facilitado todo un capital causa de su maldito embrollo. O en cualquiera de los palacios de Marruecos del soberano alauí de cuya gran amistad goza. También podría irse a Ginebra, donde vive su hija Cristina, cuyo marido y ella misma se han visto también envueltos en asuntos jurídicos con los resultados que todos conocemos.
Tampoco descartamos que una residencia temporal en Lisboa, un paisaje ya conocido por historia y circunstancia, pudiera ser su nuevo hogar al menos por unos meses. Un tiempo en el que don Juan Carlos estaría fuera del alcance del foco popular.
Conocedores ya de cómo queda el asunto económico (con su sueldo anulado por el Rey) y desconocedores de cual será su sostén financiero, está por ver quién y cómo ayudaría a mantener su tren de vida. Que no será barato si tenemos en cuenta que no se dice nada de retirarle el título de Rey, con los consiguientes cargos que eso conlleva (seguridad y un largo etcétera).
No se cita tampoco en la correspondencia de hoy cual es la situación de la Reina Emérita, doña Sofía. Hasta ahora ha sido una víctima silenciosa que ha ignorado todos los asuntos de su esposo (al menos los económicos) y que de momento permanece en el palacio de La Zarzuela en compañía de su hermana, la princesa Irene de Grecia.
Está por ver si en el posado del próximo domingo en el Palacio de Miravent en Palma de Mallorca junto a los cuatro integrantes reales, los Reyes y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, aparece también Doña Sofía, piedra filosofal de su hijo el Rey y personaje querido, admirado, y a la vez compadecido, por el pueblo. Y también si lo hará como Reina Madre o como la madre del Rey, que será lo más adecuado tal como están en estos momentos las cosas de palacio.
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