Hace 26 años los miembros más destacados de las familias reales europeas se daban cita en Sevilla. Aquel 18 de marzo de 1995 la infanta Elena y don Jaime de Marichalar se daban el “sí quiero” en la catedral hispalense, e iniciaban una vida en común que daría como resultado a sus dos hijos, Froilán y Victoria Federica. Esta boda fue uno de los grandes acontecimientos del año en nuestro país, pues era el primer enlace real que se celebraba en España en décadas. Lo que nadie esperaba aquel día es que tan solo doce años después los protagonistas decidirían poner fin a su relación con un histórico divorcio.
La infanta Elena entraba en la catedral de Sevilla del brazo de su padre, el rey Juan Carlos I, luciendo un espectacular y acertado vestido de Petro Valverde. Un diseño de corte princesa con escote cuadrado, manga al codo, decorado con bordados e hilo de seda que lució junto a un velo de tul de cuatro metros. Junto al vestido, la infanta lució una joya muy especial, una tiara de inspiración helénica que su suegra le había regalado con motivo del compromiso.
Una de las anécdotas de la boda fue que el rey Juan Carlos I tuvo que llevar a su hija al altar con el brazo escayolado, pues hacía unos días que había sufrido un accidente de esquí en Candanchú. Un pequeño detalle que no opacó a los grandes protagonistas e invitados más célebres. Entre los más de 1.500 asistentes destacó la presencia del príncipe Carlos de Inglaterra, que acudió solo, y que únicamente asistió a la ceremonia religiosa.
La Catedral de Sevilla fue el lugar escogido por los novios para darse el sí quiero. De sobra era conocida la pasión que la infanta sentía por la capital andaluza y su gente, que se volcó en la boda real. El banquete se celebró en el Alcázar, donde los invitados degustaron un menú compuesto por un primer plato de lubina al aroma de la trufa y la almendra; un segundo de perdiz roja a la crema castellana; y un postre de crema helada de café con almendras y salsa de caramelo. Además de la tarta nupcial, que fue escogida especialmente por la infanta Elena.
Un enlace histórico que acabaría con otro hecho para la historia. Y es que tras doce años de matrimonio y dos hijos en común, la infanta Elena y Jaime de Marichalar anunciaban en 2007 el “cese temporal de la convivencia”, y en 2009 firmaban los papeles de divorcio.
Se trataba de la primera y, hasta el momento, única ruptura dentro de la Casa Real española. Sin embargo, esta separación no pilló por sorpresa. Y es que varios medios de comunicación llevaban tiempo hablando de un distanciamiento en la pareja a raíz de la isquemia cerebral que Marichalar sufrió en 2001, y por la que llegaron a cambiar su residencia en Madrid por Nueva York. Este problema de salud recrudeció la relación que terminaría en divorcio.
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