Victoria de Suecia ha vuelto a rescatar para una cena de gala una de las joyas más emblemáticas de la familia real sueca. Se trata de la Cut Steel Tiara, popularmente conocida como la Tiara Napoleónica, una pieza artesanal repleta de historia. La heredera volvió a lucirla en público al participar junto a su marido, el príncipe Daniel, en la recepción organizada en palacio por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia en honor del presidente de Finlandia, Sauli Niinistö y su esposa, Jenni Haukio.
Una tiara que curiosamente carece de piedras preciosas, pero que no por ello deja de ser una de las joyas más valiosas de Europa por su relevancia histórica. Su composición, pero sobre todo su diseño, hacen que brille como si de una joya repleta de diamantes o perlas se tratara. Cuando realmente está hecha con acero, oro y plata. Ni una gema engastada posee.
La base de acero se cortó y pulió con precisión, dando forma a un entramado de hojas de roble, bellotas, flores y plumas. Todo ello engalanado con finos toques de oro y plata. Una pieza vinculada a la familia Bonaparte porque se encargó para Hortense de Beauharnais, hija de la emperatriz Joséfina.
Hortense nació el 10 de abril de 1783. Fue reina de Holanda y madre del emperador Napoleón III de Francia. El padre de Hortense era Alejandro, vizconde de Beauharnais, que fue ejecutado durante la Revolución Francesa. Después de la misma, su madre Joséfina se acabó casando con Napoleón Bonaparte.
Hortense de Beauharnais no tuvo hijas, así que se cree que acabó donando sus joyas a su sobrina, Joséphine de Leuchtenberg. Ella y su enorme legado de joyas acabó recalando en Estocolmo cuando se casó en 1823 con el futuro rey Oscar I de Suecia. La gran mayoría de las tiaras que lucen en la actualidad las mujeres de la familia real sueca pertenecen a ese periodo. Aunque la tiara Napoleónica que nos ocupa a punto estuvo de desaparecer.
Fue la reina Silvia de Suecia la que allá por 1976 se interesó por hacer un inventario de las joyas que poseía la familia en palacio. En su búsqueda, apareció en un armario, envuelta en una caja de terciopelo la Cut Steel Tiara. Se cree que había pasado casi un siglo allí y su estado no era el más óptimo. Descuidada, la mandó restaurar junto a unos aretes y una gargantilla que también se encontraban en la caja. Silvia de Suecia la volvió a sacar a la luz en una visita de Estado en 1979.
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