Pablo Urdangarin, el nuevo royal de moda que vivió una infancia difícil
Pablo Urdangarin se ha convertido en la nueva estrella de la familia real, pero es muy poco lo que se sabe sobre la vida privada del joven.
Pablo Urdangarin se ha convertido en el otro gran protagonista del triángulo amoroso de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia. Su respeto y naturalidad con la prensa ha hecho que muchos se hayan fijado en él, admirando la exquisita educación que ha demostrado en uno de los momentos más difíciles de su vida.
Y es que a sus 21 años, Pablo Urdangarín ha pasado por momentos muy difíciles como el juicio por el caso Nóos, dos mudanzas a países extranjeros o el ingreso en la cárcel de su padre. Sin embargo, el joven vive ajeno a todas las polémicas que rodean a sus padres y la familia real en Barcelona, donde estudia en la universidad, pasa tiempo con su novia y consolida su carrera deportiva en el Barça balonmano.
Pablo Urdangarin, el hijo más mediático de la infanta Cristina
Pablo Urdangarin es el segundo hijo de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin. Nació el 6 de diciembre del año 2000 en Barcelona, ciudad en la que residió en los primeros años de su infancia y a la que ahora ha regresado. Como miembro de la familia real, era habitual verle cada verano en Mallorca, donde disfrutaba junto a sus primos y abuelos de largas jornadas en la playa y en clases de vela.
Sin embargo, hay un año que marcó la vida de Pablo y la de todos sus hermanos. En 2009 la familia al completo deja Barcelona y se muda a Washington, un cambio de residencia que vino motivado por la averiguaciones que Casa Real había hecho acerca de los negocios del ex duque de Palma y que, dos años más tarde, derivarían en el caso Nóos y la imputación de Iñaki.
Su difícil etapa en el colegio
Esta nueva etapa lejos de casa no fue fácil para Pablo, ni para sus hermanos. Según revela la periodista Pilar Eyre en la revista Lecturas, el joven no consiguió integrarse en el colegio, donde vivió situaciones de acoso. «Los desprecios fueron constantes«, cuenta. «Con el caso Nóos, la familia se trasladó a Washington. Los niños lo pasaron mal en el colegio«.
Y es que fue en esos años cuando salió a la luz el caso Nóos, convirtiendo a la familia en el objetivo de la prensa. Por entonces Pablo tenía 11 años y tuvo que enfrentarse a la persecución de reporteros y fotógrafos que les esperaban a las puertas de su casa, llegando, según revela la periodista, a vivir momentos de gran tensión. «Un periodista que fue a hacerles un reportaje me contó: ‘Cuando ven a un fotógrafo, bajan la cabeza, dan mucha pena. Juan, con lo grandote que es, los protege, los coge por el hombro como si fueran sus polluelos».
Nueva vida en Barcelona alejado de los escándalos
En 2013 la familia se traslada a Suiza, donde viven los momentos más difíciles con la imputación de Iñaki, la declaración de la infanta Cristina y el posterior ingreso en prisión de su padre. Unos años complicados que Pablo dejó atrás con su mudanza a Barcelona en el verano del año 2020.
El joven llegó a la Ciudad Condal tras fichar por el Barça de balonmano, equipo con el que compite en la Liga Asobal. Allí continua sus estudios en la European University, donde estudia un grado de empresas. Es habitual verle rodeado de amigos con los que sale en sus ratos libres. Además, según ha contado el periodista Iván García en el programa Ya es mediodía, Pablo comparte su tiempo en Barcelona con su novia, una joven de la que no se ha desvelado la identidad, pero con la que llevaría saliendo algo más de un año.
Pablo Urdangarin es el royal más admirado del momento
Aunque ahora la popularidad del joven está al alza, lo cierto es que Pablo siempre ha tenido su público. El sobrino de Felipe VI cuenta con su propio club de fans en Instagram, una cuenta que supera los 15.000 seguidores y que publica fotos del joven en sus partidos de balonmano, sus paseos por Barcelona o su infancia.
Se trata de una cuenta ajena a la que el joven tiene en la misma red social. Un perfil personal y privado en el que acumula un número de seguidores más discreto, 890. Y es que parece que no quiere saber nada de la fama, o al menos así lo ha demostrado en sus intervenciones. «Podría alternar con la flor y nata de los príncipes reales europeos, pero no lo han educado por este camino«, señala Pilar Eyre en la revista Lecturas.
Y es que a diferencia de sus primos, Victoria Federica y Froilán, Pablo no quiere saber nada de fiestas ni influencers, y está centrado en su carrera como deportista.