Venden el Jaguar preferido de Isabel II por un precio ocho veces superior a su valor de mercado
Una casa de subastas de coches históricos vende el Jaguar X-Type que utlizó Isabel II durante sus últimos años como conductora.
Isabel II solía conducir su propio coche siempre que la agenda oficial se lo permitía. La monarca aprendió a conducir en su juventud y al igual que su marido, Felipe de Edimburgo, condujo hasta una edad avanzada. Lo hicieron ambos hasta que el consejo médico se impuso a sus deseos, sobre todo en el caso del rey consorte. En 2019, el coche que conducía el esposo de Isabel II llegó a volcar y estuvo varios días hospitalizado por ello. Felipe de Edimburgo adoraba los Land Rover Defender e incluso diseñó el que acabó transportando su féretro hasta su última morada.
La Reina también conducía modelos de Land Rover, especialmente en sus paseos por el campo. Pero en la última década se la veía especialmente cómoda a los mandos de un Jaguar X-Type que llegó a palacio en 2009. Un modelo ranchera que disponía de rejilla de protección en el portón trasero para poder transportar a sus perros cómodamente y que la acompañaran en sus paseos.
El modelo preferido por Isabel II en sus últimos años de conductora era un Jaguar
El modelo, que de segunda mano estaría tasado por antigüedad en unas 5.000 libras, se acaba de vender en una casa de subastas de coches históricos este pasado fin de semana por 8 veces más. Que lo hubiera conducido la difunta Isabel II ha influido sin duda en el precio final obtenido: 43.000 libras esterlinas (35.000 libras sin la comisión del vendedor).
Se trata de un modelo muy bien equipado. De color verde esmeralda, este Jaguar X-Type cuenta con interior de cuero Barley, techo solar, transmisión automática, elevalunas eléctricos y climatizador. Había pasado todas las revisiones periódicas recomendadas por la marca.
Según afirmaba el vendedor en la época en la que el coche llegó a palacio este Jaguar X-Type no era uno de los coches más populares de la marca. Pocos habrían imaginado entonces que acabaría siendo uno de los coches preferidos de Isabel II en su última etapa como conductora.
Aunque había diversas motorizaciones más potentes disponibles, el coche de Isabel II era una versión de gasolina con un clásico motor V6 de 3.0 litros de la firma.