No debe ser nada fácil tener que decidir dónde vivir cuando dejas de ser un referente histórico. Y dado que los Obama aún son parte importante del presente político y social de los Estados Unidos, no deberían alejarse demasiado de los centros de poder del país. Al menos eso es lo que debieron pensar cuando compraron su nueva residencia: una espectacular mansión en una isla muy peculiar.
La mansión se ubica en la isla Martha´s Vineyard, en el océano atlántico, en Massachusetts. Junto a ella se encuentran otras muchas mansiones, cuyos propietarios buscan la calma y la tranquilidad, así como lugares de ocio para disfrutar de sus vacaciones. Y es que la isla tiene fama de ser lugar de residencias vacacionales, de esas que se disfrutan una o dos veces al año, pero que te acompañan el resto del tiempo como referente.
La vivienda se construyó en el año 2001, posee 640 metros cuadrados de superficie construida, garaje, granero y, por supuesto, un refrescante e idílica piscina. Sin embargo, posee algo más importante: acceso directo a un amarradero, donde puedes atracar tu propia embarcación. Los Obama no llegaron por casualidad a esta residencia. Ellos la alquilaron por primera vez en el verano de 2015, imaginamos que para familiarizarse con ella antes de comprarla.
El valor de venta de la mansión entonces era de 22,5 millones de dólares, unos19,40 de euros, pero los Obama la adquirieron a finales de ese año por 11,75 millones de dólares, unos 9,92 de euros. La mansión tuvo una depreciación del 50%,algo que suele ser habitual cuando el propietario tiene mucha prisa por vender, cuando se ha exagerado el valor inmobiliario desde un principio, o cuando se tienen en cuenta otros factores.
Michelle y Barack son propietarios de una finca de 117.000 metros cuadrados con acceso directo a las aguas del Edgartown Great Pond, uno de los 16 estanques naturales de la isla Pero no uno cualquiera, uno monitoreado permanentemente por un equipo de científicos, que vigilan la concentración de “Carbono azul”, el carbono absorbido por las costas, que se encuentra en su lecho y se debe quedar allí.
Por supuesto, los enormes campos repletos de verde de la finca son uno de sus grandes atractivos. Sin embargo, éstos no serían lo mismo sin la soberbia construcción que divisa el horizonte. Se trata de una vivienda en forma de “U” con un diseño idílico para el lugar, realizado por el estudio de arquitectura Brandenburger Taylor Lombardo, con sede en San Francisco. Una residencia que perteneció años atrás al propietario de los Boston Celtics, Wyc Grousbeck.
La construcción se peralta del terreno mediante dos peldaños que bordean todo el contorno y, como curiosidad, posee multitud de puertas que comunican con el interior, prácticamente puedes salir de la vivienda por cualquier lugar. Esto es de agradecer siempre que la carpintería sea de gran eficiencia y rompa los puentes térmicos que se crean en las juntas de dos materiales distintos.
Una enorme cubierta a dos aguas recorre el edificio. Es una cubierta tradicional que permite varias terrazas en puntos estratégicos, además de generar que la planta alta de la vivienda esté totalmente abuhardillada, proveyendo a las habitaciones principales de espectaculares techos inclinados e insólitas ventanas, todo muy idílico. El edificio se ha ejecutado con estructura de metal, madera y piedra, y acabados de cerámica, piedra, madera y escayola.
El salón principal aprovecha este aspecto para elevar su altura al máximo, teniendo unas vistas fantásticas, muchísima luz, y una enorme chimenea que se convierte en el punto más elevado de la residencia. Por lo demás, la vivienda ha sido diseñada para funcionar por partes independientes cada una, de tal manera que los usuarios puedan disfrutar de su estancia sin mucho esfuerzo.
A esas estancias se le suma un segundo salón sirve como zona de juegos, una gran cocina, con un moderno diseño que incorpora un espacio para bañar a los animales más queridos, o un comedor con vistas al jardín. La casa cuenta, además, con siete dormitorios y ocho baños. La habitación principal de Mr. y Mrs. Obama posee chimenea y terraza propia, además de dar a dos lados del edificio, regalando una visión casi total de la propiedad.
A esto hay que añadir muchísimas tumbonas en varios lugares, sobre todo cerca de la piscina, un jacuzzi para disfrutar de las noches estrelladas, y una sala de reuniones circular, sala en la que, probablemente, se hayan trazado o se trazarán las directrices de trabajo que cambiarán el rumbo de los Estados Unidos.
Aunque yo me quedo con la espectacular vivienda con piscina y acceso a la playa; con la genial idea de utilizar tensores como elementos para canalizar el esfuerzo de soporte de la cubierta a los extremos; la mesa de billar plateada sobre suelo de roble; con el tono grisáceo del edificio que permite que destaque sobre el verde natural… ¡que otros hagan la política!.
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