Estoy seguro de que ya le habías echado el ojo a la mansión que una vez fue la residencia favorita de Jackie Kennedy, y que acabó convirtiéndose en la casa maldita, dado que cerca de allí perdió a su hijo John John Kennedy en un accidente. Tal vez no te decides a comprarla por su ubicación, un tanto alejada del mundo; su extensión, demasiado grande para tus necesidades; o por el mantenimiento, ya que requiere demasiada inversión. Todas ellas son razones de peso para no adquirir una propiedad, pero tranquilo, si sigues interesado en una vivienda con sello Kennedy, esta te puede interesar.
Y es que se ha puesto en venta en el mercado estadounidense la entrañable residencia en la que pasó unos años el presidente más famoso de Estados Unidos, con permiso de Trump, John F. Kennedy. Esta casa fue la residencia del Kennedy durante su etapa de senador, y en ella convivió con su hermana Eunice entre los años 1949 y 1951. El presidente número 35, fallecido en un misterioso atentado, conoció a Jacqueline Lee Bouvier mientras vivía entre estas cuatro paredes de Georgetown, Washington.
Lo de cuatro paredes no deja de ser una comparación geométrica desacertada, dado que se trata de un adosado a un edificio residencial, con unos 433 metros cuadrados de superficie. El 1.400 de la 34Th Street NorthWest no deja de ser uno de esos ampulosos edificios federales clásicos, construidos en 1800 con el mejor material de fábrica posible: el ladrillo de terracota, que inundó el mundo y que aún hoy se utiliza de forma incesante.
La residencia cuenta con tres dormitorios, cuatro baños, salón, cocina, terraza y garaje. Además, está ubicada muy cerca de lo mejor de Georgetown, como el puerto Washington Harbour, la Universidad de Georgetown, a tan sólo cuatro minutos caminando, o a 10 minutos en coche del famosísimo Glove Park. Está muy cerca de boutiques y restaurantes, pero sin perder ese aire a barrio de élite, con abundante vegetación y calles anchas en las que pasear tranquilamente.
La propiedad, que se vendió por última vez en el año 2008 por la suculenta cifra de 4,2 millones de dólares, unos 3,71 millones de euros; volvió al mercado inmobiliario hace dos semanas por unos 4,67 millones de dólares. 4,13 millones de euros. Un poco antes, en el año 2006, fue remodelada por el arquitecto Richard Foster y por un constructor local llamado Tom Glass. Ambos introdujeron el aspecto que hoy guarda la residencia, muy respetuoso con el inmueble original, pero adaptado a las necesidades de confort modernas.
Por supuesto, la fachada salvaguarda su tradicional encanto: ladrillos encarnados enmarcados con pintura blanca, con ventanas blancas de guillotina, al más puro estilo francés, coronadas por dinteles de hormigón sin pintar y protegidas por contraventanas oscuras. A la puerta de acceso, del mismo color que las contraventanas, se accede mediante varios peldaños que contrarrestan la pendiente de la calle. Alrededor de ella, un frontón clásico de hormigón blanco, sencillo pero rotundo, que soporta el número 1.400 con estoicidad.
En el interior, un hall de entrada da paso a una escalera de caracol que comunica los diferentes niveles. En la planta baja se ubica la exquisita cocina, con muebles en blanco, pavimento de madera, isla y encimera de granito natural (la mejor elección atemporal), y todos los electrodomésticos que puedas imaginar en acero inoxidable, del tamaño ideal para cualquier chef con estrella Michelin. A un lado de la cocina se encuentra un comedor para seis o más comensales, frente a un patio con mobiliario de mimbre, ideal para disfrutar de las tardes de ocio.
Antes de subir a la planta superior, hay que hablar del fabuloso salón, que incluye chimenea de leña y un piano, algo que no debe faltar en una vivienda de 400 metros cuadrados, claro. En la misma estancia se encuentra el que fuera el estudio del presidente de EE.UU, todo de madera, lo cual nos invita a encontrar nuestro yo más natural, mientras nos calentamos con otra chimenea, esta vez, de mármol negro. Por cierto, la estancia tiene un pequeño bar con fregadero, para los momentos más distendidos.
En la planta alta de la excepcional residencia se ubican los dormitorios. La habitación principal incluye una chimenea de mármol claro, un baño con dos ventanas haciendo esquina sobre una elegante bañera y recubierto de mármol crema. Incluso cuenta con un televisión en la esquina, para que veas tus programas favoritos mientras higienizas tu cuerpo. En la misma planta tienes acceso a mi parte favorita: una terraza con pavimento de madera, para admirar el inusual espectáculo de la tranquila vida de los habitantes de Georgetown.
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