Una de las propiedades más grandes e históricas de California se encuentra en venta desde hace unos meses. Muy a pesar de su actual dueño, el financiero y abogado Leonard M. Ross, que la incluyó dentro de su patrimonio para hacer frente a la quiebra de sus negocios e inversiones en 2010. La casa y la finca que la rodea han estado fuera del mercado inmobiliario durante los últimos 40 años. El próximo 14 de junio, un juzgado de Los Ángeles escogerá la oferta más alta presentada por ella, sobre un precio estimado de venta que ronda los 47 millones de dólares.
Una ganga si se tiene en cuenta que en agosto del año pasado se tasó en 125 millones de dólares. No hubo ofertas entonces. Ni tampoco el pasado abril, cuando se rebajó su precio a los 89 millones. El juzgado sólo recibió alguna oferta cuando el pasado junio decidió fijar el precio por debajo de los 70 millones de dólares.
Se trata de una propiedad repleta de historia y unida al mundo del cine con letras mayúsculas. Hay que remontarse a los años veinte del pasado siglo cuando William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación decidió comprarla. El empresario, de 53 años y cuya vida plasmó Orson Welles en Ciudadano Kane, acababa de comenzar su historia de amor con la joven actriz Marion Davies.
La pareja decidió que los 6.400 metros cuadrados del gigantesco Hearst Castle de San Simeón, en California, eran demasiado amplios para entablar una vida en común. Y decidieron invertir en algo «más modesto», en Beverly Hills. Allí encontraron esta casa que por algo menos de 3.000 metros cuadrados se convirtió en su hogar hasta su muerte en 1951.
Conocida como The Beverly House, la mansión fue desde entonces lugar frecuente para filmaciones de todo tipo. Sus estancias y jardines han quedado para siempre inmortalizadas en películas de éxito como El Padrino o El Guardaespaldas. Y también en vídeos musicales, como Black is King, de Beyoncé.
Cuentan que allá por 1953, en plena luna de miel de Jack y Jackie Kennedy, la pareja se alojó en ella unos días. Jackie quedó tan impresionada por la casa, sus estancias y rincones que escribió una carta de cuatro páginas. La misiva está enmarcada en la propia vivienda junto a fotografías de la casa. El senador Kennedy utilizó la mansión como sede en la costa oeste de su campaña presidencial de 1960.
La casa está dentro de un recinto ajardinado y vallado de algo más de 14.000 metros cuadrados. Tras recorrer un camino de unos 200 metros se llega a la puerta principal. Las dimensiones de la casa no dejan indiferente a nadie. Sólo el salón principal tiene unos techos de siete metros de alto, pintados a mano con detalles clásicos sobre un entarimado de madera.
La casa dispone de cinco habitaciones totalmente equipadas, con sus propios baños y estancias privadas. La vivienda tiene además una biblioteca de dos alturas tallada a mano en madera, ocho chimeneas y hasta una mesa de billar de 1868. En el sótano, hay una estancia inspirada en el antiguo club de Beverly Hills de Hugh Hefner, Touch, con las puertas y los cristales grabados originales del mismo.
En el exterior hay una enorme piscina alimentada por dos reflectantes que se derraman en la principal. Todo rodeado de terrazas, jardines bien cuidados y pérgolas con columnas y fuentes. Un área que puede acomodar hasta mil invitados. Escondida en el paisaje hay una cancha de tenis con su propio pabellón. También se han creado estancias auxiliares para personal e invitados.
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