Micheline Roquebrune, esposa de Sean Connery desde 1975, no encuentra comprador para una de las propiedades inmobiliarias más relevantes del actor. Se trata de la mansión en la que la pareja residió en la década de los 70 y 80. Una propiedad ubicada en la Riviera francesa con vistas directas al mar y que posee numerosos atractivos para cualquier acaudalado comprador. El principal problema es el precio al que salió a la venta inicialmente. Connery falleció en octubre del año pasado. Cinco meses antes, la casa salió al mercado por unos 25 millones de libras.
Desde entonces hasta ahora, no ha habido ofertas en firme que hayan satisfecho a Roquebrune, que tiene 91 años, uno menos que el actor en el momento de su muerte. Connery tuvo sólo un hijo, Jason, que en la actualidad tiene 58 años, fruto de su relación con la actriz australiana Diane Cilento, con quien estuvo casado entre 1962 y 1973.
La propiedad fue construida en 1920 en la ladera más exclusiva de Cap de Nice. Una construcción que ha sido actualizada a lo largo de los años guardando su estética mediterránea local y que se extiende a lo largo de casi 98.000 metros cuadrados de terreno. En el mismo hay sitio para jardines, una casa principal, dos para huéspedes y una piscina infinita. Sean Connery compartió con el personaje que más veces interpretó, el agente James Bond, el gusto por lo exclusivo. Algo que en esta casa queda reflejado en muchos de sus rincones. No en vano se filmaron en ella varias escenas de Nunca digas nunca jamás, la película de la saga 007 estrenada en 1983 y que se rodó entre Niza y Mónaco.
La villa principal, de casi mil metros cuadrados, tiene cinco dormitorios, cada uno de ellos con su propio baño. Posee también varios salones con vistas al mar, un gimnasio totalmente equipado y una sala de fitness. Además de la piscina citada anteriormente, la propiedad tiene otra cubierta y una de agua salada que proviene directamente del mar.
La casa aprovecha la orografía del acantilado para distribuir el espacio a lo largo de seis pisos. Ascensor, bodega, garaje para varios coches e incluso estancias para el personal de servicio. Desde su jubilación, Sean Connery fijó su residencia lejos de Niza, en la isla de New Providence; al oeste de Nassau en las Bahamas. Fue allí donde falleció. Ante la complejidad de encontrar comprador, la esposa del actor y sus asesores inmobiliarios han decidido rebajar el precio de venta casi a la mitad. Piden ahora por toda la propiedad unos 13,3 millones de libras.
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