Tal día como hoy hace 15 años, España amanecía en shock al saber que Rocío Jurado, ‘La más grande’, se había marchado para siempre. Aquel 1 de junio de 2006 miles de personas de todas partes llegaban al Centro Cultural de Colón para despedirla. Artistas, políticos, empresarios, cantantes, actores y sobre todo, admiradores, hacían alargas filas para despedirse de Rocío.
Horas después, su cuerpo era llevado a su Chipiona natal, donde sería enterrada en el cementerio que queda a pocos metros de la que fue su casa. Tal y como si fuera Evita Perón, su cuerpo fue llevado a pie desde la Iglesia de la localidad hasta el camposanto, acompañado por los aplausos y rosas lanzadas desde los ventanales.
Terminaba así lo que ella misma había comunicado dos años antes a través de una rueda de prensa. Con gran valentía y entereza, y desde su casa de La Moraleja, Rocío Jurado comunicaba al mundo que padecía cáncer. A partir de ese momento, su enfermedad se convirtió en la preocupación, no solo por parte de la prensa sino también de miles de fans que, hasta el final, la acompañaron y dieron ánimos.
Recuerdo perfectamente la última vez la vi. Regresaba del hospital y, en la puerta de su casa, antes de que las puertas se cerraran, se dirigió al grupo de periodistas que la esperábamos. “Qué alegría veros, mis niños”, dijo la tonadillera, que iba vestida con un chándal verde y una bufanda de colores. “¿Vas a ir a la Virgen de Regla”, le pregunté. “Ya veremos…” contestó ella. Aquella puerta se cerró y nunca más la vimos. Rocío luchó como una jabata pero perdió la batalla.
Días después, a las 6 de la mañana de aquel caluroso 1 de junio, Amador Mohedano, su hermano, salía a las puertas de la casa para informar que Rocío había muerto en paz y rodeada de su familia. Moría entonces la persona y nacía el mito.
Quince años después de su muerte, su música sigue viva y su recuerdo intacto. Pero su familia, esa a la que ella siempre quiso mantener unida, está totalmente desmembrada. Algunos de sus miembros, que no todos, han decidido dar la espalda a su hija, Rocío Carrasco.
Ésta, tras 20 años de silencio, se abría en canal para contar ante las cámaras el infierno por el ha pasado. Lo hacía en la docuserie ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva‘, que no solo ha supuesto un éxito de audiencias para Mediaset sino que ha generado una revolución social.
En este sentido, el mismísimo Presidente de Gobierno la llamó tras la emisión del primer capítulo para mostrarle su apoyo. Hacían lo mismo otros políticos como Adriana Lastra o la Ministra de Igualdad. Aun así, algunos de su propia sangre no solo no la apoyan sino que la atacan. ¡Ay, si la Jurado estuviera viva todos callarían!
Esos que no dudaron en correr para recibir la herencia que ‘La más grande’, generosamente, les dejó, no tendrían valor para mirarla a la cara después del azote que le han hecho a su primogénita. Y es que si algo caracterizaba a Rocío Jurado era el hecho ser una gran madre. La historia continuará, pero ese sueño de tener a su familia unida, está roto.
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