Es divertida, guasona y la sal de todos los rodajes. A pesar de su juventud, Blanca Suárez ya tiene dos premios Ondas en sus vitrinas y, desde que se dio a conocer mediáticamente en ‘El internado’, no ha dejado de trabajar y se ha convertido en imprescindible en las alfombras rojas. Sin pretenderlo, se ha convertido en objeto de miradas y concita a su alrededor una legión de seguidor@s que ven en ella un ejemplo a imitar. Blanca Suárez acaba de estrenar la primera parte de la temporada final de ‘Las chicas del cable’ y ha sido la disculpa perfecta para charlar de unas cuantas cosas…
The Luxonomist: Todo lo bueno se acaba. ¡Qué lástima!
Blanca Suárez: Sí y no. Todas teníamos asumido que el final iba a llegar y que nuestros personajes tendrían un fin. Lo que no queríamos era faltarle al respeto a la historia, alargando algo porque sí. Hablamos un poco entre todos sobre cuáles eran nuestros sentimientos, en algunos casos encontrados, pero llegamos a la conclusión de que en estas dos fases de la temporada final, ocurría lo que tenía que ocurrir.
TL: Tu Lidia… ¿ha sido el personaje que más ha crecido en esta historia?
BS: Yo creo que todos los personajes han crecido mucho, lo que pasa es que las historias de cada uno y los aprendizajes son ¡tan diferentes! El de Lidia es ¡tan bonito! Llegar a una ciudad siendo una ladrona desconfiada, se puede decir que una traicionera superviviente, y haber sabido dejar todo eso de lado, aprendiendo a dar y recibir amor de esa familia elegida, que son estas chicas, me parece maravilloso. Ojalá todos, en nuestra vida real, consigamos tener ese aprendizaje.
TL: ¿Ha tenido el final que hubieras deseado para ella?
BS: La verdad es que sí. Creo que todas estamos muy satisfechas. Fantaseábamos con un final y todas nos hacíamos nuestra particular película en la cabeza. De hecho, hicimos peticiones y propusimos lo que debería ocurrir (risas).
TL: ¿Os hicieron caso?
BS: Pues sí. Se ha escrito del tal forma que todas las partes estamos muy satisfechas. Creo que es un cierre, un final que es un pasar página total.
TL: ¿Qué ha sido lo mejor de la travesía de ‘Las chicas del cable’?
BS: Conocerlas a ellas, a las actrices, haber viajado a los años 20, a los 30, casi casi a los 40 y ¡quién sabe adónde más! (risas) Haber conocido a mi personaje y haber aprendido a convivir con esta serie durante casi cuatro años, que no es algo fácil.
TL: ¿Cuántas gamberradas has hecho durante ese tiempo?
BS: (risas) Pocas. Sé por dónde vas. Al no haber exteriores, al final tú vas a trabajar, haces lo que te toca y te vas a tu casa pero. Cuando tienes muchos ratos libres con noches, tardes y mañanas, la cabeza tiene que estar ocupada (risas).
TL: La gente no se imagina que seas gansa…
BS: Pero lo soy… y mucho.
TL: ¿Es una vía de escape?
BS: No, es algo innato (risas) que llevo muy dentro. Es genético.
TL: Dice uno de tus amigos, Martiño Rivas, que esta serie te va como anillo al dedo, porque móvil es lo tuyo, que es casi una obsesión…
BS: No ¡para nada! Lo que pasa es que él es el polo opuesto. En los rodajes tenemos muchos ratos muertos y, hoy en día, en tu móvil está tu vida entera. Desde tu trabajo hasta tu ocio, todo. Nos relacionamos a través de este aparato. Sin embargo tengo que decirte que ha habido momentos en los que he hecho un esfuerzo de desintoxicación. Me obligué a dejar el teléfono en el camerino y, aunque pasé momentos tremendamente aburridos en las esperas, me senté en una esquina, vi a la gente trabajar y, cuando me tocó a mí, hice lo mío.
TL: ¿Consigues desconectar?
BS: Sí. Es difícil pero también te tienes que relacionar con gente dejando claro que hay horas a las que no se trabaja y que hay que respetar los horarios, empezando por uno mismo. A través del WhatsApp, por ejemplo, nos tomamos la libertad de, con las personas que yo trabajo habitualmente por ejemplo, les mando mensajes sea la hora que sea. Y eso también hay que corregirlo y hacer el esfuerzo de respetar los horarios de los demás.
TL: ¿Qué queda de la niña de ‘El internado’, porque lo eras, en la Lidia de ‘Las chicas del cable’?
BS: ¡Uf, un montón de cosas! Queda, por ejemplo, que me siguen llamando la atención los de sonido porque hablo muy bajo. He aprendido un poco, pero me siguen diciendo “levanta un poquito la voz, que no se te oye” (risas). A nivel personal, quedan algunas y he ganado otras. Ten en cuenta que han pasado 12 años.
TL: ¿La aventura ha sido positiva?
BS: Positivísima. Creo que no hay nada que cambiaría.
TL: Si miras atrás, ¿repetirías todo lo hecho?
BS: Volviendo la vista atrás, me gustaría perfeccionar lo hecho en algunos trabajos, pero creo que cada acto, cada cosa que hacemos, nos lleva a lo siguiente. Lo que me ha pasado bueno me ha enseñado para mejor y lo que me ha pasado malo ¡también!
TL: Solemos aprender más de la adversidad…
BS: También, es cierto. Aprendemos, como consecuencia, a conocernos mejor y a saber lo que no queremos, incluso antes de lo que queremos.
TL: ¿Cómo ha sido crecer a la vista de todos?
BS: Yo no sé hasta qué punto, la gente en general, es realmente conocedora de quién soy.
TL: Conocen lo que tú quieres que sepan…
BS: Exacto. A la vista de todos, soy lo que he enseñado. Crecer, como tú dices, a la vista de todos es raro. Es raro ver “normales” algunas cosas, ver cómo tu gente aprende a convivir con eso y juzgan ya lo que viven de otra manera. Antes juzgaban de una forma X cosas y, después de vivirlo en sus propias carnes junto conmigo, lo ven desde otro lado. Es raro, sí.
TL: Pero te acabas acostumbrando.
BS: Sí ¡claro! Se convierte en tu vida.
TL: Te ha pasado lo mismo que con las entrevistas. ¿Ya te mueves en ellas con más tranquilidad?
BS: Sí, más o menos. No sé si forma parte del “sueldo” de esta profesión, pero sí de algo que he tenido que hacer durante muchos años.
TL: La exposición mediática ¿puede llegar a enturbiar la percepción de los demás sobre ti como actriz?
BS: Sí, rotundamente.
TL: Lo que supone una especie de penitencia…
BS: Pues no lo sé. Hay una parte que depende de ti, que es la exposición de tú provoques. Hoy en día el mejor ejemplo es el foco de las redes sociales, cómo te expongas, a qué nivel cuentes tus cosas o las de tu entorno y tu vida personal. Y la otra parte es lo que cuentan de ti y eso es algo que no vas a poder controlar nunca. Creo que lo más difícil es un trabajo de aceptación sobre cosas que, por mucho que te quejes o patalees, no vas a poder controlar, ni pinchar o cortar. Lo que está en tu mano es lo que expongas, la publicidad que hagas, cantidad y con qué productos. Y, si eso está soportado con un trabajo como actriz y con lo que tú quieres ser, es con lo que te toca lidiar.
TL: ¿Te ha sorprendido convertirte en el espejo en el que se mira una generación?
BS: Sí porque, al final, cuando una se mira al espejo ve defectos que igual ni existen. Es decir, cuentas con una información que el resto de la gente no tiene (risas). Y, si la tuvieran, seguramente no la compartirían. Eso te hace ser la protagonista de dos universos paralelos.
TL: ¿Cómo es esa Blanca a la que la gente no tiene acceso, por ejemplo?
BS: Soy una persona que tiene inseguridades, fallos, que la “caga” a veces, que intenta cuidar a los suyos y, también a veces, no lo hace bien pero lucha por cambiar eso. Soy una persona con muchos defectos y ¡claro! también tengo mis virtudes (risas).
TL: A la gente de la cultura ¿Se os pide que os manifestéis sobre temas concretos para que sirvais de ejemplo?
BS: A veces sí y es un arma de doble filo. Tú lo harías porque sabes que va a tener repercusión y se le va a dar voz a lo que tú piensas o sabes, pero también se te va a juzgar por ello. Y hay veces que el juicio que se vierte sobre ti, desde mi punto de vista, eclipsa a tu trabajo, se te juzga y se te coloca, en tu profesión, en un sitio muy determinado. Ideológicamente yo puedo estar de acuerdo o no con X compañeros, pero eso no va a quitar que sean unos magníficos profesionales ¿Irme a tomar una caña con ellos? A lo mejor no… ¡o sí! para debatir, pero creo que esa delgada línea no acaba la gente de tenerla clara y, por eso, yo he optado por mantenerme al margen total. La gente que está cerca de mí sabe perfectamente cómo pienso. No soy una persona que se mueve en el secretismo sobre política o mi intimidad con la gente de mi entorno, pero tampoco creo que se lo tenga que contar a desconocidos.
TL: ¿Te has sentido utilizada alguna vez?
BS: ¿Utilizada? No, es un término muy fuerte. Siempre he creído saber dónde estaba y rodeada de quién estaba. Creo que, más o menos, siempre he sabido lo que estaba ocurriendo a mi alrededor.
TL: ¿Cómo gestionas la exposición mediática?
BS: No sé si hay una manera de gestionar eso. Mi día a día sigue siendo el mismo, no ha cambiado nada.
TL: Pues eso es bien difícil…
BS: Lo es, lo que sí he hecho es acomodar algunas cosas. En determinados momentos de mi vida, he tenido que adaptarme y ser más cuidadosa. Obviamente, no me voy a un centro comercial a las 6 de la tarde a hacer compras, porque sé que va a haber mucha gente y que, a lo mejor, ese paseo se convierte en algo más accidentado de lo que me gustaría, pero salgo con mis amigas. Intento hacerlo con total normalidad.
TL: ¿No ha habido renuncias?
BS: Renuncias como tal, ninguna. Tal vez en cosas tontas, pero en importantes de la vida ¡ninguna! Y, de momento, me niego a hacerlas.
TL: Eso te permitirá ser más feliz…
BS: Lo que pasa es que uno tiene que hacer un trabajo personal de seguir manteniendo todo ese día a día con tu gente. Es peligrosamente fácil excluirte a ti mismo de una parte de la sociedad. Hay compañeros que lo hacen, porque no saben lidiar con eso.
TL: ¿Te sigue gustando tenerlo todo controlado?
BS: Sí, me encanta. Pierdo los papeles cuando algo se escapa de mi control. Eso me hace sufrir un poco porque no siempre todo puede estar controlado por mí, ni lo sé todo de todo.
TL: ¿No has aprendido a delegar?
BS: Sí sé delegar y es un trabajo personal que hago. Con la gente con la que trabajo, que ya me conoce, tengo un “tira y afloja” constante. No es tenso para nada, es un “toma y daca” (risas). Nos conocemos bien y sabemos movernos en el terreno del otro.
TL: Has sido protagonista de uno de los capítulos de “El cielo puede esperar”, donde se recrea tu hipotético funeral ¿No te da un poco de yuyu?
BS: A mí no, pero hay a mucha gente que sí. De hecho, hablé con muchos amigos para que fueran y dijeran unas palabras. Muchas respuestas fueron “Perdóname, iría pero a esto no puedo. Me da mucho yuyu”. Así que me di cuenta que algunos no estaban nada de acuerdo con la temática.
TL: A ti no te afectó nada…
BS: Mi sentido del humor es bastante, no Punky, pero muy negro. Y ese programa entra perfectamente dentro de las cosas de las que podría reírme.
TL: ¿Has pensado, alguna vez, que te gustaría mirar por un agujerito tu funeral?
BS: Sí, claro que sí. Sin embargo, creo que en momentos tan peculiares como ese, no sé si podemos juzgar cien por cien a las personas y su forma de gestionar ese momento. Yo no sé si una persona me va a querer menos por no ir a mi funeral. Compro el mirarles por un agujerito, estén donde estén, para cotillear y ver cuánto de dolor hay en lo que ha ocurrido, pero nada más porque no todo el mundo puede con ello.
TL: ¿Sabías lo que tus amigos iban a decir de ti en el programa?
BS: No, para nada. Me mantuvieron al margen de todo lo que ocurrió ese día, pero creo que supe desenvolverme bien con todo lo que pasó.
TL: Y me da la sensación que contaron más de lo que te gustaría haber verbalizado tú…
BS: Sí, pero también es verdad que, cuando accedes a hacer un programa de ese tipo, sabes que lo que interesa y lo gracioso son los titulares con barro. Y de esos hubo unos cuantos.
TL: Todos incidían en los mismo: tus relaciones cortas y número de novios…
BS: (risas) Cuando les oí, hubo un momento en el que pensé ¡iros a la mierda todos! (risas) Para empezar, ellos saben lo que pasa en mi vida y, todo lo que dijeron, era para pincharme. Es lo que hablábamos antes. Lo que se sabe de puertas para afuera es una cosa y, lo que pasa en tu vida, es otra.
TL: Lo que dejaron claro es que eres mujer de corazón inquieto…
BS: No te creas ¿eh? Esa es la paradoja de lo que, muchas veces, los medios exponen de ti, en contraposición con lo que tú y las personas que te rodean saben que eres. Es algo muy curioso.
TL: Con lo cautelosa que eres con tu vida, desayunar con una portada en la que se descubre aquello que quieres preservar ¿Te corta el desayuno?
BS: Un poco sí, pero he aprendido a que no me corte la vida. He sabido gestionar el aceptar que esas cosas van a ocurrir y ya está. Lo que es terrible es la sensación de sentirte espiada. Si no te enteras ¡pues no pasa nada! pero, si es de esos días en los que sabes perfectamente quiénes son y a cuántos metros están, se te corta el día y te vas a tu casa porque, literalmente, te están siguiendo.
TL: En el programa del funeral confesaste que, cuando os conocisteis Javi Rey y tú, le caíste mal. Decía que eras una farsa… (risas)
BS: Puede que siga siendo una farsa a día de hoy (risas). Lo soy concretamente unido a todo lo que estábamos hablando antes de la exposición que te dan los medios, lo que cuentan y la descripción milimétrica que hacen de ti, que nada tiene que ver con lo que tú eres en tu casa.
TL: ¿Se han escrito muchas inexactitudes?
BS: ¡Ostras! Pues algunas ¿eh? En el primer momento de cabreas y piensas “pero esto como puede ser”, pero nunca quise pasar de ahí. Intento no participar en la rueda que se formaría si desmientes o haces frente. Por suerte, nunca han publicado algo extremadamente grave.
TL: Pese a esos momentos puntuales ¿Te sientes respetada?
BS: ¿En general? Sí. Me siento muy agradecida a la prensa y respetada por ella, salvo en momentos muy concretos. Les entiendo y una tiene que aceptar donde está. Hay cosas que, por mucho que patalees, no van a cambiar.
TL: ¿Para cuándo unas vacaciones?
BS: Ya, me voy a desconectar en nada. Tengo proyectos este año pero, por fin, puedo permitirme unos días de descanso… con la tranquilidad que da saber que, cuando vuelva, tengo trabajo.
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