En sus vitrinas tiene ya dos premios Ondas y otros, menos físicos pero también tangibles, como el reconocimiento y la admiración. Sin pretenderlo, se ha convertido en objeto de deseo para un@s y espejo en el que mirarse para otr@s, pero lo asume con la misma naturalidad con la que pasea por esas alfombras rojas que la reclaman como imprescindible. El día de Navidad estrenó la 2T de ‘Las chicas del cable’ en Netflix y, antes de que termine el mes, estará ya sumergida de lleno en la nueva temporada de la serie.
The Luxonomist: ¿Te has acostumbrado ya a las entrevistas o es algo que nunca acaba siendo natural?
Blanca Suárez: Forman parte del juego. Es extraño, pero sí hay un punto en el que te acostumbras a la curiosidad del entorno más que a las entrevistas.
TL: Supongo que en tu caso, que despiertas mucho revuelo mediático, eso se acrecienta…
BS: No lo dudes, aumenta bastante.
TL: Porque has tenido etapas en las que no sé si han llegado al límite de la persecución…
BS: Sí, sí han llegado a eso, literalmente.
TL: ¿Cómo gestionas esa exposición e interés?
BS: Hay momentos en los que he sentido que me tambaleaba. He tenido la suerte de llevar una vida muy normal, rodeada de gente muy normal y con la intención clara de seguir siendo muy normal. Eso me ha tenido siempre con los pies muy en el suelo pero, al llegarme el éxito a edad muy temprana, corrí el riesgo de perder el equilibrio. Mi entorno me equilibra. Yo soy muy celosa de mi intimidad y de mis cosas pero, gracias a la educación que he tenido, he sabido sobrellevar toda esa invasión mediática.
TL: ¿Has sabido respetar tus límites?
BS: Siento que sí. Soy muy celosa de mi intimidad pero, quien me conozca, sabe que no soy una persona de medir mucho mis palabras y de evitar de una manera consciente no contarte cosas, pero es inevitable que ante una cámara o un micrófono active un filtro, porque considero que mi vida personal es prácticamente lo único que está en mi mano, por eso tengo que controlar lo que sale de mi boca.
TL: ¿Dónde está el límite de la Blanca mujer y comienza la actriz?
BS: Es complicado hacer una línea de separación. Enfocado al trabajo ¡sería la perfección! Conseguir que ninguno de tus personajes tenga un rasgo de ti como persona sería lo más, pero es imposible.
TL: Sobre todo cuando estás mucho tiempo conviviendo con un personaje. Se acaba llevando algo de ti y tú pasándole también algo sin querer…
BS: Sin duda. Tú piensa que, al final, enfocas tus personajes impregnándolos de tus cosas. Vives los personajes a través de las vivencias que tú has tenido. Es inevitable.
TL: ¿Cuál es el que más satisfacciones te ha dado?
BS: La realidad es que todos me han dado sensaciones muy diferentes. Con muchos me han pasado cosas muy chulas y he tenido la oportunidad de interpretar a personajes tan diferentes, que me han dado mucho y cuando menos me lo esperaba. Nunca imaginé que con ‘El barco’ me llegaría un premio Ondas y, de repente, me llega otro con un proyecto diferente.
TL: ¿Eso no lo interpretas como el reconocimiento al talento?
BS: Espero que sí (risas), confío en que haya algo de eso. A todos nos sienta muy bien que nos digan que somos talentosos de vez en cuando, ¿no? Y que te lo digan de verdad, porque la adulación no me gusta. Una sabe cuándo está bien y cuándo podía haber estado mejor.
TL: ¿El peor crítico está en casa?
BS: Sí, no lo dudes. Lo que tú percibes no es siempre lo que perciben los demás, porque tú tienes muchos más datos. Tú ves tu película acabada y solo tú sabes lo que hiciste, cuántas veces lo hiciste, los planos que había… Todo, lo sabes todo. Cuando ves el resultado hay un factor decepción o sorpresa que solamente percibes tú porque la gente que ve el resultado final no cuenta con toda la información que tú tienes, ellos parten de cero.
TL: ¿Desde niña querías ser actriz?
BS: No especialmente. He soñado con millones de cosas, pero nunca tuve una vocación clarísima, ni una declaración de intenciones a mi familia y mi entorno de “yo voy a ser esto o voy a luchar por esto otro”. Siempre he creído en coger las lianas que me iba presentando la vida.
TL: ¿Y cuál o cómo fue la de esta profesión?
BS: Empecé a hacer teatro, porque mis amigos se lo pasaban muy bien, y yo quería pasármelo igual de estupendo. Y sigo trabajando en esto porque me lo paso muy bien. El día que sea un sufrimiento o no me compense, pues cogeré otra liana que me pase por delante y diré “me quedo con esta porque me lo paso muy bien”.
TL: Si no hubo declaración de intenciones con tus padres, ¿qué pasa cuando les dices “papá, mamá quiero ser artista”?
BS: Les digo directamente “papá, mamá ¡me han cogido para hacer una película! (risas). No les di opción. Mis padres, la verdad, ya fuera una función de teatro, que me fuera de viaje, que llegara a casa a las 6 de la mañana, han estado ahí siempre. Siempre he tenido su apoyo. Nunca les he propuesto cosas locas, pero me han dejado hacer de todo porque han visto que lo hacía desde un lugar bastante lógico y tranquilo.
TL: ¿Qué piensan ahora?
BS: Están felices por mí y orgullosos. Me lo suelen decir porque, de esa forma, normalizas muchas cosas. Cuando te dedicas a esto, es la única forma de hacerlo porque, para nosotros, vivir diferentes situaciones por el trabajo es lo normal, es nuestra vida, aunque para el resto del planeta sea algo muy fuerte.
TL: Ser actor, para muchos, no es una profesión normal…
BS: Es una profesión más, pero muy curiosa y muy llamativa. Estar expuesto no es lo normal y gestionar esa exposición tampoco, pero yo creo que mis padres están contentos. Son conscientes de que las cosas me han ido muy bien.
TL: ¿’El internado’ ha sido tu punto de inflexión profesional?
BS: Yo creo que sí, aunque también te digo que siento que hay un punto de inflexión cada vez que acabo un trabajo, porque es muy raro terminar uno sabiendo que ya tienes otro. Y a mí, esa circunstancia, me ha pasado casi siempre. Terminar un trabajo sabiendo la fecha en la que vas a volver a trabajar es un privilegio y, ese espacio de tiempo intermedio, se convierte en vacaciones, en descanso físico y mental muy positivo.
TL: Aún yendo bien las cosas, ¿te asusta que no vuelva a sonar el teléfono?
BS: Ya lo creo. Y, conforme va pasando el tiempo, cada año te van entrando sustos diferentes porque creces, te haces mayor, y las cosas que escuchabas lejanas, te das cuenta que ya las tienes encima porque estás a punto de cumplir los 30. El tiempo pasa y una actriz va pasando por momentos diferentes, te solicitan para cosas diferentes, se te cierran puertas y se abren ventanas. Con el paso del tiempo sientes que comienzas una etapa distinta, que puede ser estupenda o desastrosa, por eso hay que aprovechar el momento.
TL: A eso hay que añadir, además, que una es autónoma… con todo lo que eso conlleva
BS: Estoy mentalizada en esa circunstancia, pero también intento disfrutar de la vida, que para eso me mato a trabajar. Creo que, de vez en cuando, me merezco un capricho, una buena cena, un viaje… pero siempre con la idea de que, si mañana esto se acaba, baja el ritmo o cambia, hay que buscar una solución.
TL: ¿Lo piensas, imaginas o planteas?
BS: No. Sé que es una posibilidad, pero no me obsesiono. Tengo la sensación de que si lo pienso reiteradamente, estoy abriendo un cajón que no sé si tiene mucho sentido si me ocupo, como lo hago, de ahorrar y asegurarme las cosas ¿no?.
TL: ¿A qué te has agarrado, todos estos años, para que la vanidad del éxito no te afectase?
BS: La vanidad me roza como a todos. Hay un punto de vanidad en todos los actores, pero sí es verdad que la tengo muy controlada. El día que te transformas y te vistes de personaje, de actriz, son bastante pocos al año. Es verdad que, siempre que vosotros me veis es en este papel, mi día a día no es este. Cuando me miro al espejo, veo muchísimas más cosas que la gente, desde fuera, ve y que incluso piensan que no existen en ti. Yo me veo y percibo mis muchísimas sombras, además de las virtudes.
TL: ¿Cómo es la Blanca a la que la gente no tiene acceso?
BS: Muy sensible, insegura y que no deja de aprender ante lo que le manda la vida. Con el tiempo aprendes a relacionarte, a relativizar y a sobrevivir, porque hay veces que tienes que aprender a pelear para salir adelante.
TL: Y también aprendes a cultivar el misterio, a no estar siempre en todos los lados…
BS: Espero saber gestionar bien esa parte de mi vida. No sé cómo se verá desde fuera pero, si percibes eso, es porque lo estamos haciendo bien (risas). No creo que por ir a más sitios vayas a trabajar más. Es posible que adquieras más popularidad pero ¿qué tipo de popularidad? Depende de lo que cada uno busque. Yo pretendo que la mía sea consecuencia de mi trabajo y espero que así siga siendo.
TL: Sin pretenderlo, te has convertido en una influencer y legiones de chicas quieren ser como tú…
BS: Yo creo que eso ha pasado toda la vida, lo que pasa es que antes no existían las redes sociales. Hace muchos años que las grandes estrellas de Hollywood eran objetos de deseo, eran seres inalcanzables, eran estrellas con todo lo que eso significa. Era un misterio tan grande el que les envolvía que hasta la prensa rosa les rendía un respeto y no publicaban sus miserias, por ejemplo. Eso ahora no ocurre. Con las RRSS te vuelves tan accesible que es muy importante saber lo que enseñas o no en ellas, por eso yo intento autocensurarme. La gente que nos sigue sabe tantos detalles de nuestra vida…
TL: ¿Te asusta estar tan sobreexpuesta?
BS: No en exceso. Hay ratos que me preocupa más porque se me escapa de las manos, porque hay cosas en las que yo ni pincho ni corto…
TL: ¿Qué darías por estar ahora en una terraza y ser tú la que miras y no a la que miran?
BS: No daría mucho porque lo hago. Yo creo que depende mucho de cómo te muevas, pero yo me siento tranquila en una terraza y en una playa, incluso. Si quiero que me miren, sé cómo ir por la calle para que eso ocurra. La clave está en ser normal y comportarte con naturalidad.
TL: También ayuda que te respeten…
BS: Yo me siento respetada, eso sí que lo tengo que decir.
TL: ¿Te recuerdas una niña feliz?
BS: Sí rotundamente. Recuerdo una infancia y una vida fácil y agradable.
TL: ¿En esa vida entraba el cine?
BS: Por supuesto. Iba al cine y la primera película que vi fue de dibujos, en los antiguos cines Benlliure, al lado de mi casa. No sé si la primera fue ‘La bella y la bestia‘ o ‘La sirenita’, pero una de las dos. Luego, con el paso del tiempo, las películas que me vienen a la cabeza son absolutamente absurdas e innombrables (risas). También ha habido otras que me han marcado mucho, pero no sabría decirte ahora cuáles porque tengo muy mala memoria…
TL: ¿Memoria de pez?
BS: Sí, absolutamente. No te lo vas a creer pero a los cinco minutos de haber terminado un escena, se me ha olvidado lo que tenía que decir y lo elimino de mi cabeza. Es una manera de higiene mental. Tengo un gran capacidad para readaptar situaciones y olvidar cosas para poder seguir.
TL: Estamos viendo la tele y ponen una serie o película tuya. ¿Te quedas a verla?
BS: Sí, sin problema ninguno. Siempre veo todo lo que hago. Me censuro, porque es imposible no hacerlo, pero no me fustigo. Hay algo en el trabajo y en la vida que, si funciona sin maldad, creo que todos actuamos lo mejor que sabemos en el momento que estamos. Es muy fácil a tiempo pasado ver una película y decir “aquí tenía que haber hecho esto”. En la distancia nos caen las fichas de muchas cosas pero, en el momento que las hicimos, consideramos que era lo correcto.
TL: ¿Eres feliz siendo actriz?
BS: Sí pero, a lo largo de la vida, uno busca la estabilidad y aspira a la felicidad, pero no me creo a la gente que es feliz todo el tiempo. Creo que hay picos de felicidad, pero nunca me he arrepentido del camino tomado.
TL: ¿A una actriz solo la entiende otro de su profesión?
BS: En algunas cosas sí, porque esa otra persona ha podido vivir las mismas cosas que tú. Me ha pasado alguna vez con la prensa y mis amigos, porque ellos tenían un discurso que cambiaron al vivir determinadas situaciones. Al estar al otro lado, se dan cuenta de que a veces la sociedad es muy injusta contigo, conmigo en este caso, pero es muy difícil comprenderlo cuando no lo has vivido en tus carnes. A mis amigos les han seguido, les han acosado y se han visto en situaciones muy desagradables, por lo que han llegado a decirme “ahora entendemos cómo te debes sentir”. Hay momentos en los que te sientes invadida a todos los niveles, pero también tengo amigos que me consideran una privilegiada sin derecho a quejarme.
TL: ¿De lecturas cómo andamos?
BS: Fatal, no te voy a mentir. De niña leía mucho, como mi madre, que lee muchísimo. Es de las personas que, con sus amigas, se regalan siempre libros. Hasta que empecé a trabajar, siempre he tenido un libro en la mesilla. Ahora mi lectura son los guiones. Hay una necesidad de dejar tu cabeza en coma, cuando vuelves a casa de un rodaje, que incluye incluso el no leer, el no focalizar la atención en algo. Es algo que necesito muchísimo.
TL: ¿Qué haces para desconectar?
BS: Nada, dormir y “comerme” lo que pongan en televisión, sea lo que sea. No soy consciente de lo que veo, pierdo el hilo totalmente. El primer paso para desconectar es llegar al aburrimiento y, después, empezar a hacer planes.
TL: Pregunta obligada para el cierre de estas conversaciones. ¿Qué pensaría la niña Blanca, que empezó en el teatro para pasárselo bien, de la mujer en la que te has convertido?
BS: ¡Ni idea! Yo creo que fliparía muchísimo, pero se reconocería en mí. Se sorprendería no de lo que me he convertido profesionalmente, sino en la curiosidad de verme mayor.
*Localización: Hotel Westin Palace Madrid. *Próxima semana: Pablo López.
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