ENTREVISTAS

#CloseTo Manu Pérez: «En la televisión de hoy no hay paciencia»

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Los medios erróneamente catalogados como pequeños, las televisiones autonómicas… son una cantera inagotable de talentos. Cuando sus protagonistas acceden a medios más relevantes, pero no por ello más importantes en esfuerzo del que proceden, suelen traer incorporada una experiencia que es la envidia de todos. Manu Pérez llega, el pasado verano, de la escuela extremeña a Madrid, donde presenta, junto al semanal “La solución”, el TN2 de Telemadrid. La audiencia le respalda y está viviendo la aventura en plenitud…

The Luxonomist: Me gusta tu acento natal, pero desaparece cuando se enciende el piloto rojo…
Manu Pérez: No lo hago de manera forzada, lo que quiero es que se me entienda. A los 11 años empecé a hacer radio en mi pueblo y lo que pretendía era imitar a quienes escuchaba en “Los 40 principales” o en Cadena 100. Y, al imitarlos, implicaba hacerlo de una manera completa, sobre todo en vocalización. Desde ese momento se ha convertido en algo automático. Cuando intento vocalizar y proyectar la voz, me sale de manera natural.

TL: Mientras no te suponga renunciar a tus raíces…
MP: Eso en absoluto. Solo hablo así cuando estoy delante de la cámara o del micrófono. Fuera de ello, mis raíces salen y ya ves que estamos hablando con mi acento extremeño. Yo creo que cuando estamos presentando, sobre todo en informativos, hacemos un papel. Es verdad que procuras hacer tuyo ese trabajo y soltar alguna broma si procede.

TL: Ahí está la diferencia…
MP: Yo intento hacerlo mío y contar las cosas para que la gente las entienda, no solo soltar la noticia como un papagayo y leer. Hay que contar las noticias como si te estuviera escuchando tu madre, hacerlas entendibles. Yo intento ponerme en el papel de los que llegan a casa del trabajo y quieren saber y entender qué ha ocurrido.

TL: A los once años en la radio. Lo tuyo es irremediablemente vocacional…
MP: Siempre tuve clarísimo lo que quería ser. Y fue a raíz de una visita a la radio de mi pueblo. La esencia de los que somos vocacionales se remonta a los medios locales o provinciales, que es donde aprendes de verdad, son como una universidad. Fui a hacerle una visita a un primo mío que trabajaba y en ese mismo momento dije: “Yo quiero dedicarme a esto, qué hay que estudiar para hacer esto” (risas). Fíjate que lo que se hacía en aquel momento eran los discos dedicados, pero la magia de la radio me enganchó. Esa vocación tan temprana te ayuda después llegado el momento de decidir qué camino tomar. Yo nunca tuve dudas de lo que quería ser. Y eso me encauzó para que fueran bien las cosas.

«Intento que pocas cosas me amarguen un día»

TL: ¿Y en casa cómo asumieron tu decidida vocación?
MP: Pues fíjate. Mi casa es una casa humilde. Yo soy el pequeño de tres hermanos y mis padres siempre lucharon por darnos los estudios que ellos no pudieron tener. Mi padre tuvo que dejar el colegio para irse a trabajar con su padre al campo y apenas sabe leer y escribir. Todo su afán siempre ha sido trabajar al máximo, de la mañana a la noche todos los días del año, para que pudiéramos estudiar unas carreras, que es lo que él no puedo hacer. Mi hermano es matemático y mi hermana estudió economía. Yo soy el único de letras.

TL: Si miras atrás, ahora que todo está encauzado, ¿hay un recuerdo recurrente?
MP: Yo miro atrás, sobre todo porque me hace tener muy asentados los pies en el suelo y valorar lo que tengo. Me gusta hacerlo para dimensionar, porque muchas veces nos quejamos de lo cansados que estamos o de no poder más, y hay me volver a recordar esos comienzos en los que eras muy feliz poniendo discos sin que te pagaran. Nosotros, al ser vocacionales, podemos vivir de lo que nos gusta. Y eso es un privilegio. Soportamos la inestabilidad de esta profesión, sus subidas y bajadas, pero para soportar esos vaivenes también es importante dimensionar. Nunca debes pensar que estás arriba del todo, ni que por dos días de éxito estás por encima de los demás, ni tampoco que eres igual que la gente importante entre la que te mueves. El tener los pies en el suelo es lo que hace que puedas ser firme y avanzar poco a poco.

TL: ¿Te acostumbras a la exposición mediática que genera tu trabajo?
MP: Sí, sobre todo porque la popularidad que te da un informativo no es como la que podrías obtener de otro tipo de programa. Sinceramente, creo que sigo siendo anónimo. Juega a mi favor que por la calle no voy con el look del informativo y eso me hace pasar más desapercibido en la vida normal (risas). 

TL: ¿Qué plus te ha dado a ti la visibilidad?
MP: El plus que me da siempre es personal, es el de seguir aprendiendo. Me gusta tanto esta profesión que, por ejemplo, el hecho de estar ahora en Telemadrid y el salto que me ha supuesto venir desde Extremadura, tener tantos medios a tu disposición, equipos tan profesionales que aquí se multiplican, se traduce en ese plus que me preguntas.

«Pocas cosas me sacan de mis casillas»

TL: ¿Notas mucho la diferencia?
MP: Sí claro, ¡para bien y para mal! Convergen los dos factores (risas). Digamos que antes eran unos informativos más artesanos y ahora, gracias a la técnica, son más impactantes. Ahora, gracias a esos avances, puedes hacer otras cosas que hace poco eran un sueño. 

TL: ¿Cómo fue el momento de la llamada para proponerte venir a Telemadrid?
MP: (risas) Fue muy curioso. Estaba en tu tierra haciendo el Camino de Santiago. Era la primera vez que lo hacía. Elegí el tramo francés de Sarria hasta Santiago. Tengo la Compostelana y, me ha gustado tanto la experiencia, que voy a repetir este año. Yo lo recomendaría sin dudarlo a todo el mundo. Tu tierra tiene tantos encantos en todos los sentidos: en paisaje, en tranquilidad cuando intentas encontrarte contigo mismo y con los que te acompañan, la gastronomía que me alucina. Todo te trasmite una paz… En mitad de ese camino, recibo la llamada del director de la cadena para ver si podíamos hablar. Yo pensé que era para alguna colaboración entre Extremadura y Madrid. Y ¡fíjate!, me gusta y quiero tanto a mi tierra que, camino de la reunión, iba pensando que ojalá me hiciera una propuesta que no me convenciera para no irme (risas), pero salí con tan buenas sensaciones del encuentro que no podía decir que no. En el camino de vuelta a Extremadura, en lugar de alegría, tenía un pesar que ni te imaginas, porque la propuesta era tan buena que era irrechazable.

TL: En nuestro trabajo todo son etapas…
MP: Sin duda. Y ésta es tan nueva y de crecimiento que, como te puedes imaginar, en absoluto me he arrepentido.

TL: Bette Davis decía que la televisión era maravillosa porque te daba dolor de cabeza y, en la publicidad, podías ir a buscar lo que te la calmara. ¿Acabará siendo así?
MP: (risas) Yo espero que no acabe siendo así, lo que pasa es que vamos hacia una televisión cuya deriva me preocupa un poco. Bien es cierto que no deja de ser el reflejo de la sociedad y, si ésta va hacia determinados intereses, acabaremos teniendo que asumirlo.

TL: ¿Tú crees en las audiencias?
MP: No creo en las audiencias, pero sí que reflejan algo que se ve con el tiempo. Es más, se devalúa mucho la televisión si te riges por ellas porque, al final, ofrecemos lo que creemos que la gente quiere ver, que no siempre es la calidad. De hecho, rara vez es la calidad y ese es un problema, porque la tele es formar y entretener. Y nos estamos yendo solo al segundo palo. Y otro problema es que en la televisión de ahora no hay paciencia.

Manu Pérez presenta el TeleNoticias 2 en Telemadrid junto a Rocío Delgado

«No he intentado cambiar nunca mi forma de ser»

TL: ¿Tú desayunas con esas audiencias y, algún día, te cortan el desayuno?
MP: Eso todavía lo llevo mal y sé que tengo que acostumbrarme. Todo el mundo me lo dice. Reconozco que, por la mañana, es lo primero que hago. El TN2 va bien y, de momento, no me corta el desayuno. Con “La solución”, que acabamos de empezarlo, todavía nos hace falta tiempo para asentarnos. Cuando hay un mal dato es una bofetada, no solo para mí sino para todo el equipo. Días atrás llegué a soñar con las audiencias y me dije “no más”, así que ahora me entero a lo largo del día y ya está, sobre todo porque si el dato es malo, ¡ni te quieres levantar! (risas)

TL: Y ya estás destrozado todo el día…
MP: Por suerte, a mí los enfados me duran dos minutos. Soy muy difícil de enfadar y soy, ente todo, optimista. Intento ser feliz y pocas cosas me sacan de mis casillas porque como intento dimensionar todo, pierdo el tiempo estando enfadado. Así que intento sonreír y valorar cada minuto. Ahora bien, cuando estoy triste o malhumorado, me lo notas en la cara, no puedo mentir… pero me dura poco.

TL: Me da que el peor crítico está en ti…
MP: Sin duda, está en casa (risas), pero sin llegar a límites de amargarte el día. Ni las audiencias ni un error tuyo deben condicionarte la vida. Cuando no han salido las cosas bien me lo cuestiono pero, después, me convenzo que el arreglo es seguir trabajando y aumentar el esfuerzo porque volver atrás ya no es posible, no tiene arreglo. No se ha inventado aún la máquina del tiempo para cambiar las cosas.

TL: ¿Cuál es esa orden que no soportas escuchar por el pinganillo?
MP: (risas) Soy un poco raro en eso porque, cuantas más cosas oiga por el pinganillo, mejor. Me gusta estar en contacto con todo lo que está ocurriendo y hay veces que, en la soledad del plató, me gusta socializar. No hay especialmente ninguna orden que me moleste escuchar (risas).

«A pesar de salir en la tele sigo siendo anónimo»

TL: ¿Ha habido algún momento de no poder continuar con una noticia?
MP: Siempre he llevado muy a gala lo de “show must go on”. No hay duda de que somos personas antes que periodistas y no deberíamos perder esa esencia, pero he sabido controlarme siempre. Eso no quiere decir que no me afecten las noticias de alguien que conozco. Cuando estaba empezando en Localia de mi pueblo, tuve que dar la noticia de un accidente en el que me murió un amigo y, hasta el momento, ha sido el momento más duro que he vivido en este trabajo.

TL: ¿Cuál fue ese momento en el que te sentiste realmente periodista?
MP: No había terminado la carrera de Periodismo en Sevilla y empecé a hacer prácticas en Onda Cero en el informativo de Carlos Herrera. Me sorprendió la normalidad con la que nos trataba a todos, de igual a igual, cuando él ya era un grande. Ahí tuve esa sensación por la que me preguntas, ahí me sentí periodista por vez primera.

TL: ¿El niño Manu se reconocería en quien hoy eres?
MP: Yo creo que sí, completamente. No he intentado cambiar nunca mi forma de ser. He ido avanzando, madurando, pero no cambiando. Sigo siendo muy niño para muchas cosas. Disfruto tanto de las cosas buenas, que eso lleva mucho de niño. Intento que pocas cosas me amarguen un día, algo que solo ocurre cuando alguien de mi entorno está mal. Quiero que la gente que me rodea esté bien y sé que eso no es siempre fácil pero, ya no solo por ellos, sino también por mí. Es una necesidad anímica.

*Localización: Telemadrid.
*Próxima semana: Javier Gutiérrez.

Amalia Enríquez

De Pontevedra al mundo. Periodista donde me dejan y llaman. CEO and Founder #RedCarpetFilms redcarpetfilms.es Miembro de la AICE, Premios Feroz, Academia de Cine y Academia de TV.

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