De sangre egipcia y griega, Rami Malek fue educado en la religión copta. Su primer personaje en la gran pantalla fue el de faraón, conquistó a Tom Hanks con su talento y, tras mucho luchar, le llego ‘Mr Robot’, una serie que creyó que jamás nadie se atrevería a rodar. Mañana, 31 de octubre, estrena ‘Bohemian Rhapsody’, el biopic sobre Freddie Mercury. Su interpretación apunta a todos los premios soñados.
The Luxonomist: Imagínate que no he visto la película y me tienes que convencer de que el día del estreno tengo que estar la primera en la cola de la taquilla.
Rami Malek: Uuuhhhh, ok. Yo te diría que es una película en la que se recoge lo mejor de ‘Queen’. Su música es universal y la película te cuenta la historia de esa música. Si no te he convencido con esto, te añado que lo particularmente fascinante de ‘Bohemian Rhapsody’ es que no tiene las partituras musicales habituales, las que todo el mundo conoce mayormente, sino que todas las canciones que escribieron están perfectamente asociadas e incluidas. Todo encaja perfectamente. Finaliza con uno de los mayores conciertos de la historia, uno de los mejores de todos los tiempos, así que es mejor que no te la pierdas… pero sé que la has visto (risas).
TL: Cierto, además en una buena pantalla…
RM: Eso es importantísimo. Hay que verla en pantalla grande y con buen sonido porque es un película épica, que recuerda a las grandes producciones de cine.
TL: Cuando se recrea un hecho real y se interpreta a alguien que está tan vivo en la memoria colectiva como Freddie Mercury, ¿hay mayor presión?
RM: Sin duda. Hay que hacerle justicia a la historia y, como actor, me he focalizado especialmente en ese aspecto. No hay otra manera de hacer las cosas porque, si no tienes claro que hay que ejecutarlo así, mejor que no te impliques y no te molestes en interpretarlo.
TL: ¿Cómo te has sentido en la piel de un mito, ahora ya leyenda?
RM: Umm, buena pregunta. Nunca me lo he planteado así. Ha sido una bendición y una alegría tener la oportunidad de conocerle a nivel personal de la manera más cercana posible, ya que no está físicamente aquí. Tengo que decirte que tengo una relación muy especial con él ahora. Le veo como a alguien que ha estado en mi vida y que sigue estando presente.
TL: ¿Has llegado a sentirte realmente él?
RM: Siempre supe que había un Freddie Mercury en mí, sabía que podía llegar a sentirme como él. Antes de que me dieran el papel, pedí que me hicieran una prótesis de sus dientes delanteros. Todas las noches me la colocaba y cantaba frente al espejo, transformándome en él. Puede parecer una locura, pero lo hice. Luego ya me pasé muchas horas con su ropa, imitando sus gestos, modulando con su voz. A partir de ese momento, no solo me sentí él sino que disfruté con él. Estaba fuera de mí mismo, por eso logré ser él.
TL: Si dentro de unos años hablamos de esta película, ¿cuál sería esa escena que inevitablemente queda en el recuerdo?
RM: Es muy difícil para mí responderte a esto porque esta película, toda ella, es una oportunidad única en mi vida. Puedo dejar ya mi carrera después de haber hecho este papel, no puedo pedir más. Cuando me dijeron que me elegían para ser Freddie pensé que su interpretación podría llegar a definir mi carrera pero, al rato, también pensé que podía acabar con ella si no daba la talla. Los recuerdos, que hemos creado entre todos en la película son algo extraordinario y no podría elegir un momento. Hemos rodado escenas maravillosas, recreado el concierto mágico ‘Live Aid’ que fue lo mejor que hicieron en su carrera. No puedo quedarme con un momento porque esta aventura ha sido la experiencia de toda una vida.
TL: ¿Crees en el poder curativo de la música?
RM: ¡Por supuesto! Lo maravilloso de la música de Queen es que es eterna, es para siempre. Rompieron todos los estereotipos, todas las barreras con respecto a la música. Y esto es lo poderoso. La primera vez que escuché ‘Bohemian Rhapsody’ me sorprendió su poder, emotividad y, también, su punto de vista divertido y revolucionario.
TL: ¿Qué tipo de música escuchas cuando te relajas?
RM: Ahora mucho Queen, pero mis gustos van más por Bob Dylan, que me encanta desde que era joven porque para mí es un poeta, y Leonard Cohen. Me gusta leer primero sus letras y luego escucharlas. Con Freddie he hecho lo mismo, porque fue la manera en la que me di cuenta de que sus letras eran una constante búsqueda del amor.
TL: ¿Sigues mimetizado con él o has conseguido superar esa etapa, una vez que de deshaces del personaje?
RM: No me creas un loco ¿eh?, pero te reconozco que he tenido problemas para seguir adelante con mi vida después del rodaje, debido a la fascinación que todavía siento por él. Me ha dejado mucha huella.
TL: ¿Llegaste a encontrar algo en común con él?
RM: Me di cuenta, a lo largo del proceso de recreación del personaje, que había matices en nuestras vidas con ciertas similitudes. Yo he luchado toda mi vida por encontrar mi identidad. Mi vida, de chico emigrante, tiene algún parecido con la suya, un chico de Zanzíbar que estudió en India y que por la situación política de su país, tiene que irse a Inglaterra con su familia. Fue una huida buscando una vida mejor, como la que tuve yo con mis padres, que emigraron de Egipto a Estados Unidos en busca también de una mejor existencia.
TL: ¿Conseguiste encontrar esa identidad que buscabas?
RM: Siempre me sentí diferente en mi adolescencia. En mi casa se hablaba otro idioma y no comíamos lo mismo que los americanos, éramos fieles a nuestras raíces. Luego las cosas cambiaron, pero siempre me sentí un chico solitario. La interpretación me ha salvado en ese sentido y me ha ayudado a socializar.
TL: Cuando te sonríe el éxito, ¿piensas en lo que queda atrás?
RM: ¡Claro! Nunca pierdo la referencia de mis orígenes, mis raíces. Sería un ingrato si lo hiciera. Lo vivido ha posibilitado lo que soy. Para que la vida te sonría, has debido pasar antes por momentos de sombras. Superarlos es lo que te redime.
TL: ¿Fue un disgusto en tu casa el decir que querías dedicarte a “jugar a ser artista”?
RM: En cierta medida sí. Mis padres nunca quisieron que yo fuera actor. Ellos querían un futuro cierto para mí y mis hermanos. Soñaban con que fuera médico o abogado, pero mi vocación quería tomar otro camino. Sabían que esta es una profesión muy inestable y lo que querían era mi seguridad. No te voy a negar que siempre tuve dudas.
TL: ¿Con idea de renunciar incluso?
RM: Te mentiría si no reconociera que lo pensé muchas veces. Cuando empecé tuve que trabajar repartiendo pizzas y preparando kebabs porque no conseguía ningún papel y tenía que sobrevivir como fuera. En esa etapa, pensé en dejarlo. No hacerlo me ha traído hasta aquí.
TL: ¿Cómo convive un tímido como tú en una profesión tan expuesta?
RM: ¿Por qué sabes que lo soy?
TL: Los tímidos nos reconocemos de lejos..
RM: (risas) Esta profesión me permite disfrazarme y por eso me gusta, me aleja de mí mismo. Me gusta mirar atrás y reconocerme, pero superar la timidez es una batalla diaria. Es algo que sabrás tú también entonces.
TL: Tener un hermano gemelo podría ayudarte en tu exposición pública…
RM: (risas) Y, a veces, lo hace. En alguna ocasión le han confundido conmigo y ha seguido el rollo.
TL: ¿Cuántas veces te han dicho que impones con la mirada?
RM: Alguna que otra. Sé que tengo una mirada que puede resultar inquietante y, si me apuras, amenazante. Y te confieso, además, que mis ojos pueden llegar a hacer cosas extrañas a veces y no puedo controlarlos. Tienen vida propia, van a su aire. Si te digo que mi madre me tiene miedo a veces por culpa de ellos, ¿te lo creerías? Pues no te miento…
TL: Si te pido que me definas ‘Bohemian Rhapsody’ en un tuit…
RM: Un viaje muy alegre a través de la música de Queen. Espera, tal vez tengo que trabajar un poco mi discurso como vendedor (risas). Una celebración mágica de uno de los mejores grupos de la historia, con un Freddie Mercury inimitable.
TL: ¿Ha merecido la pena el viaje?
RM: Sin duda alguna. Ha sido largo, muy largo. Con momentos pedregosos y duros, de mucha reflexión interior. Gracias a ello, he conseguido entender mejor a Freddie y empatizar con sus complejos (le llamaban “conejo” en el colegio por sus dientes). Era intenso, desenfadado, directo con sus pensamientos. Gracias a las letras de sus canciones, conseguí conocerle bien y me di cuenta de algo que estaba siempre presente en su música: el dolor y la frustración de no llegar a entenderse nunca. Creo que sufrió y se fue con ese dolor.
*Localización: Hotel Villamagna. *Próxima semana: Jaime de los Santos.
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