Reconoce que es un tipo con suerte y, aunque se dio cuenta de que podía vivir de esto ya en la madura treintena, Ion Aramendi ya no se imagina haciendo otra cosa. Tras una etapa feliz en “Sálvame” vino otra que no le motivaba y decidió cambiar de aires. Su nuevo reto se llama “Reacción en cadena”, un concurso basado en el formato de éxito internacional, Chain Reaction.
The Luxonomist: ¿Qué te da el entretenimiento que no encuentras en otra actividad de la vida?
Ion Aramendi: Me da una manera de ganarme la vida y, al mismo tiempo, disfrutar haciéndolo porque no me cuesta mucho. He hecho otros muchos trabajos, pero en este, al margen de permitirme ser yo mismo, me divierto mucho y me gano la vida. Eso me hace feliz.
TL: ¿De joven eras el “diferente”, el bohemio, de la pandilla?
Ion Aramendi: Sí, era el diferente porque tenía un año menos que mis colegas (risas). La mayoría eran repetidores, pero eran mis amigos. Bohemio no era, pero un poco divertido y especialito sí, para bien ¡espero!
TL: ¿Cuándo te das cuenta de que puedes dedicarte y, sobre todo, vivir de esto?
Ion Aramendi: El momento concreto no lo tengo claro. A los 31 años empecé a trabajar en la tele y, en ese momento, tenía que vivir de ello. Así que desde el año 2009 que empecé a trabajar en la tele, me mentalicé de que podría vivir de esta profesión. También es verdad que he tenido mucha suerte y que la vida me ha llevado de un trabajo a otro que me ha permitido el status que hoy tengo.
TL: ¿Alguna vez te has arrepentido de haberte decidido con esta maravillosa y, al mismo tiempo, inestable profesión?
Ion Aramendi: Sí, sí. Hubo unos años, en los que estuve en “Sálvame” que, al final, ya no disfrutaba. Ya tenía a mi hijo mayor y me costaba cada vez más aquello de hacer guardias eternas en casas de famosos o viajes repentinos. Era una época en la que tenías que estar disponible las 24 horas para lo que surgiera y eso me quemó mucho. No me veía de reportero toda la vida, llegar a los 50 años y seguir persiguiendo a la Pantoja. Necesitaba un cambio.
TL: ¿Cuál ha sido ese punto de inflexión determinante en tu vida?
Ion Aramendi: Mi momento vital definitorio fue conocer a mi mujer y que me diera lo mejor que tengo, mis hijos. Y por supuesto, la felicidad familiar que disfrutamos. A nivel profesional yo creo que fue la presentación del FesVal de Vitoria. Ese momento me marcó y hubo gente que se fijó en mí gracias a ese momento.
TL: ¿En el mejor de tus sueños imaginaste donde hoy estás?
Ion Aramendi: No, entre otras cosas porque no soy de soñar ni de objetivos. Igualmente, aun soñándolo, nunca me habría imaginado que estaría ahora en Mediaset presentando un programa o haciendo otras cosas, no.
TL: Que uno de tus hijos quisiera seguir tus pasos ¿sería una alegría o preferirías otro destino?
Ion Aramendi: ¿La verdad? Sería una alegría. Me lo paso muy bien y reconozco que he tenido mucha suerte. Si les gusta esto, son profesionales y les apetece probarlo, nunca les voy a decir que es miserable. También es verdad que he visto el lado bueno de este trabajo, estoy en el lado amable y afortunado. Ojalá a ellos les ocurriera lo mismo. ¡Qué les voy a decir yo! Si a mí me va de cine…
TL: ¿Lo de entrevistador entrevistado es más placentero?
IA: Sí y no, aunque reconozco que me gusta mucho entrevistar, me encanta. De hecho es de las cosas que más me gusta hacer, porque soy muy curioso en general, sobre todo si lo hago con gente que me mola, como los que destacan en la música o en el cine, que es algo que me encanta. Me gustan las historias personales de esa gente, cómo han llegado a ser quienes son en los caminos elegidos que, unas veces son gloriosos, y otras miserables. Pero es la vida y me gustan sus ejemplos como crecimiento.
TL: ¿Lo mejor que se te da hacer?
IA: Yo diría que hijos, porque son espectaculares los tres (risas). Creo que es lo mejor que me ha salido en la vida. De lo demás no sé, no hago nada especialmente bien, pero sí bastante bien como el cocinar, pintar, dibujar, escribir. Hago muchas cosas bien, pero super bien, no.
TL: ¿Quién ha marcado realmente tu vida?
IA: Mi familia, padres y hermanos. Tuve una infancia maravillosa y una buena adolescencia siempre muy cerca de mis padres. Ellos son los que me han marcado la vida, siempre señalándome el camino. Y ya de mayor mi mujer, sin duda alguna.
TL: ¿Qué te pone de buen humor?
IA: Muchas cosas pero, sobre todo, ver que los que están a mi alrededor se encuentran bien, ver que están felices, que se ríen. Hacer deporte, hacer surf…
TL: Esa canción con la que, cuando la escuchas, se te mueven los pies sin remisión.
IA: Soy muy musiquero y te podría decir mil pero, si tengo que elegir, Born to be alive de Patrick Hernández.
TL: ¿En qué eras brillante en el colegio?
IA: En matemáticas y en baloncesto. Destaqué muy pronto en el deporte. Era muy buen estudiante y sacaba muy buenas notas. No era muy aplicado, pero se me daba bien estudiar y en mates era espectacular, porque nunca estudiaba y siempre sacaba sobresaliente.
TL: Esa obra de arte que te gustaría tener expuesta en casa.
IA: Alguna hiperrealista porque me flipan. Por ejemplo alguna de Antonio López. Tenemos una lámina suya de una nevera que me flipa. Me gusta la lata de la sopa Campbell, siempre me ha encantado. Me encantaría alguna de esas obras que cuestan millones de pavos (risas) y que me la pudiera comprar. ¿Te imaginas? ¡Qué maravilla!
TL: ¿Un talento que se te resiste por mucho que lo intentes?
IA: La orientación en el coche, me oriento fatal. Nunca soy capaz de memorizar cómo ir a ciertos sitios. Soy un esclavo del GPS. Y también te digo que conducir no me gusta.
TL: ¿Eres de una mentira piadosa a tiempo?
IA: Sí, lo soy. No creo en la sinceridad absoluta ni en la frecuente. Prefiero mil veces las mentiras piadosas. La gente excesivamente sincera me parece un coñazo.
TL: ¿Cuál es la compañía perfecta para irte de fiesta?
IA: Mi mujer, me encanta irme de fiesta con ella. Nos gusta irnos solos de farra. Y luego, por supuesto, mis colegas de diferentes grupos. Con ellos me voy de conciertos, por ejemplo.
TL: ¿Esa palabra que nunca regateas y más usas?
IA: Lujurias. La digo mucho y utilizo para todo, no en el sentido real de la palabra, pero la utilizo constantemente. Hasta le pregunto a mi hijos de 5 años ¿cómo están tus lujurias? A él le hace gracia y a mí ¡imagínate!
TL: ¿Qué ves cuando te miras al espejo?
IA: A alguien cada vez más señor y menos chaval. Me veo a mí, con más arrugas, más viejuno pero creo que sigo siendo un poco atractivo (risas).
TL: ¿Ese bien que más valoras?
IA: La guitarra española que tengo. Se la regalaron a mi hermano pequeño en su comunión. Tiene la friolera de 33 años y, aunque no me acompaña siempre, me gusta tenerla y a veces me la llevo de viaje. Es con la que más canciones he hecho.
TL: ¿Qué no falta nunca en tus bolsillos?
IA: El móvil y, con toda la pena de mi corazón, un mechero.
TL: ¿La enseñanza que nos deja vivir en pareja?
IA: Mi vida es mejor en pareja y yo también soy mejor viviendo acompañado de mi mujer. Me da estabilidad, tranquilidad, me saca de mis “mierdas” y, lo que es fundamental, con mi mujer no me aburro, que es una de las claves. Miel sobre hojuelas.
TL: ¿Hay alguna situación en la vida en la que, por algo, te pones pesado?
IA: Si hay un festival o un concierto de algún grupo que me apetece ver infinito ¡me pongo bastante brasas!
TL: Una película en la que te gustaría quedarte a vivir.
IA: El gran Lebowsky o La vida de Brian.
TL: Esa experiencia gastronómica inolvidable.
IA: La de un restaurante de San Sebastián, Ibai, que lamentablemente ya no está abierto. Era muy pequeñito y muy personal. Recuerdo allí una comida con amigos ¡acojonante, extraordinaria, brutal!
TL: Sé que han sido muchas pero… ¿hay una pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
IA: Me he quedado muy contento con las que me has hecho, la verdad. Creo en la gente profesional que hace sus entrevistas y, las que me has hecho, ¡de lujo! Muchas gracias Amalia. Espero que te valgan mis “lujurias” (risas).
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