Jesús Olmedo es Mario. Tiene 40 años. Es un triunfador, de barrio, pero triunfador. Le va genial en los negocios y, cuando se ve rodeado de gente que no alcanza su nivel, no puede evitar sentirse superior. Cambia de coche cada año y vive en una casa de tres plantas. Pero la joya de su corona es Carmen, la chica del barrio con la que todos soñaban y que ahora está al fin con él. Es lo que ocurre, con muchas cosas más, en “Héroes de barrio”, la nueva comedia familiar en la que el fútbol femenino tiene importancia capital.
The Luxonomist: ¿Qué te da la interpretación que no encuentras en otra actividad de la vida?
Jesús Olmedo: Poder vivir muchas vidas.
TL: ¿De niño eras el teatrero de la pandilla?
Jesús Olmedo: Desde luego. En EGB me pagué el viaje de fin de curso organizando una obra de teatro con los compis de la clase.
TL: ¿El chico de barrio tenía sus ídolos?
Jesús Olmedo: Sí, los tenía, y muy cerca. En casa. Nunca he sido mitómano. Me interesaba más el ser humano que la estrella de rock, de cine, del fútbol. Y, en cuanto a seres humanos admirables me quedo con mi padre, un ser INMENSO como no he conocido ninguno igual. Y mi madre, la personificación de la palabra entereza y lucha. Una jabata.
TL: ¿Tu carta a los reyes Magos llevaba escrito algún imposible?
Jesús Olmedo: Mi carta a los Reyes Magos me temo que era corta y breve. Es lo que tiene haber nacido en una familia nada acomodada. Así que desde el primer momento supe darle el valor a cada cosa. Y que lo importante no es tener más sino necesitar menos y ser feliz.
TL: A estas altura de tu vida, ¿qué le pides a un personaje para no dejarlo escapar?
Jesús Olmedo: A estas alturas de la vida lo que le pido a un personaje es que aparezca. Tener trabajo. Eso es lo que le pido a la vida a estas alturas. Los parones, las épocas de sequía de esta profesión (esas no se ven en Instagram ni aparecen en los programas de TV) son demoledoras. No solo por lo extensas que pueden llegar a ser, sino porque no depende nada de ti acabar con ellas o suavizarlas.
Esta profesión tiene las mayores injusticias y las situaciones menos lógicas que yo he podido vivir en toda mi vida. A veces, desde fuera, creemos que todo es glamour, fotos, diversión… La gente cree que todos los actores somos ricos, que no dejamos de ir a fiestas y que nos regalan de todo. Me temo que yo no cumplo esos parámetros. Llevo 30 años de profesión y hoy, a esta hora, no sé qué va a ocurrir mañana con mi vida laboral. Es un tanto desasosegante. No hay glamour en eso, créeme.
TL: ¿Se puede llegar a empatizar con Mario?
JO: Empatizar no sé, entender sí. Es un pobre hombre que no sabe querer BIEN, que es mucho más importante que querer MUCHO. El amor nos nubla a veces y en su nombre somos capaces de cometer desde injusticias, desencuentros, hasta situaciones bastante más delicadas. Mario quiere tener una familia perfecta, ser el padre perfecto, la pareja perfecta… Pero esas cosas no se pueden forzar y ahí está su error.
TL: ¿Un recuerdo recurrente cuando miras atrás?
JO: Soy poco de mirar atrás. Y no, creo que recurrente no tengo ninguno. Desde luego, me encantaría que los que ya no están estuvieran y ahí van destinadas todas mis miradas hacia el pasado.
TL: ¿Existe una receta para la felicidad?
JO: ¿LA FELICIDAD ? Creo que es tan personal, tan particular… que si hubiera una receta no creo que nos sirviera a todos. En mi caso, querer y que me quieran es lo que más feliz me hace. Y creo que esta «receta» sí funcionaría para todos.
TL: ¿Solo el amor se permite una gran locura?
JO: No soy de grandes locuras, grandes representaciones… Me gusta centrarme más en las pequeñas cosas, en el día a día, en hacer que la gente que me rodea reciba lo mejor de mí, sin grandes alaracas. Las grandes locuras… para las pelis.
TL: El rasgo de tu personalidad que no querrías que heredase nadie.
JO: Soy impaciente y P.A.S (Persona Altamente Sensible).
TL: ¿Algún vicio es sano?
JO: La clave está en la medida. Disfrutar de las cosas sabiendo dónde dejan de ser saludables, dónde dejan de hacerte feliz. Para mí esa es la clave.
TL: Un placer prohibido que te permites.
JO: Soy de pequeños placeres. Mi kriptonita son las gominolas. Mi perdición, los helados. Y sí, por supuesto que me los permito. ¡Cada día!
TL: Un don que la naturaleza te ha negado.
JO: Muchos, me temo. Cocinar es algo que admiro mucho de la gente que lo hace. Soy mejor comensal que cocinillas.
TL: Esa pregunta incómoda que siempre te hacen.
JO: No lo sé. Pero si es incómoda, nunca la respondo.
TL: ¿Qué te intimida hasta el punto de sacarte los colores?
JO: UFF, soy extremadamente tímido. ¡Mucho! Y cualquier situación, por cotidiana que sea, me puede dar pudor. Lo de ser actor creo que fue una armadura para sobrellevar mi timidez.
TL: ¿Un lema vital que lleves por bandera?
JO: Vive y deja vivir.
TL: Ese lugar en el que te encontraría si decidieras perderte.
JO: En mi casa, en mi barrio, con mi hermano…
TL: ¿Y esa crítica que, por ser verdad, más te ha dolido?
JO: No, las críticas no me duelen. Y si creo que son verdad, todavía menos. A mí las que me joden son las que no están argumentadas o basadas en nada más que el odio, la desidia o el mal rollo. Esas son tan estúpidas como innecesarias. Pero hay que entender que hay gente “pa tó”, como decimos por mi tierra.
TL: Un propósito que nunca cumples.
JO: Cocinar.
TL: Un miedo que no sepas superar.
JO: La soledad no deseada.
TL: ¿Eres disfrutón o de ahorrar “por si acaso”?
JO: Soy una balanza perfecta entre esas dos opciones. Creo, como te decía antes, que la clave está en la medida. Cada cosa en su medida. Hay que saber disfrutar, para eso te lo has currado. Y pensar que mañana llegará y hay que seguir.
TL: ¿Qué te sorprende de la vida?
JO: UFFFFF, está respuesta me llevaría taaaaanto tiempo. Hay muchas cosas que me sorprenden de la vida pero, sin duda, la que más, el SER HUMANO. Me cuesta alcanzar a entender la falta de humanidad que tenemos dentro. Es algo que me genera tanto asco como incomprensión. No entiendo las injusticias, una pelea, no ayudar al que lo necesita, no entiendo la gente que mira para otro lado, los que normalizan las tragedias porque creen que no se puede hacer nada, los inhumanos que pegan a otros, las guerras, los egoísmos… Y el maltrato animal es lo que peor llevo. Golpear la nobleza, herir esas almas nobles, me desgarra el corazón. Me cuesta encontrar la nobleza en este ser humano.
TL: Te dejarías cortar la mano antes de decirme…
JO: A ti te lo contaría.
TL: ¿Qué virtud envidias?
JO: La paciencia.
TL: ¿Cuál es la mejor forma de dejar huella?
JO: ¿Qué necesidad hay de dejar huella ? Los que te quieren bien te aseguro que no van a necesitar tu huella porque habrán conocido tu alma.
TL: ¿El calificativo que más te incomoda?
JO: Llevo muy mal los piropos. Por mi timidez, supongo, y porque nunca sé qué decir. Y, en otro orden de cosas, llevo muy mal que la gente no sea capaz de empatizar con los que nos dedicamos a esta profesión y crean que todo es color de rosa. Ricos y famosos.
TL: ¿Qué caprichos te permites?
JO: Todos los que me hagan bien. Los del día a día, los que me generan bienestar y, sobre todo, los que alimentan por dentro.
TL: Una pesadilla que no olvidas.
JO: Tengo algún momento grabado a fuego en el alma y tiene que ver con la pérdida de seres queridos en estos dos últimos años. (Tú me entenderás mejor que nadie). Y no solo me refiero a los de dos patas.
TL: ¿Una extravagancia que no piensas reprimir?
JO: No soy nada extravagante. Quizá eso sea lo extravagante en una profesión como la mía.
TL: ¿Qué le agradeces y reprochas a tu físico?
JO: ¿Reprochar? No, por qué. Yo soy de los que intenta sacarle partido a las cartas que me han tocado. Mejorar la jugada en la medida de mis posibilidades y disfrutar el camino.
TL: Tres calificativos que sinteticen tu pareja ideal.
JO: Nobleza. Inteligencia. Sentido del humor.
TL: ¿Un truco infalible para conquistar?
JO: ¿Conquistar? ¿¿Qué es eso ??
TL: La prenda que no falta en tu maleta cuando sales de viaje.
JO: No soy de prendas fetiches, pero me gustan mucho las americanas.
TL: Sé que han sido muchas pero, ¿hay una pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
JO: ¿¿Han sido muchas ?? Pues se me ha hecho cortísimo. No, no, ninguna. Si a ti se te ocurre alguna más… ¡silba!.
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