Te cautiva al conocerle. Nos unen muchas risas compartidas y una buena dosis de confidencias en momentos críticos de nuestras respectivas vidas. Como el Ave Fénix, Jesús Vázquez resurgió de sus cenizas cuando saboreó el rechazo social, se quedó sin trabajo y tuvo que alimentar de nuevo su autoestima para salir adelante.
Es tolerante, conciliador, honesto y valiente. Presentador de moda desde hace años, hombre del año varias veces y Embajador Especial para los refugiados de ACNUR. Siempre le digo que si no existiera ¡habría que inventarlo!.
The Luxonomist: ¿Qué te da el entretenimiento que no has encontrado en otra actividad de la vida?
Jesús Vázquez: Trabajar en lo que te gusta es un enorme privilegio. La primera vez que pisé un plató de TV supe que había encontrado mi destino. Hacer entretenimiento me ha curado la timidez.
TL: ¿De niño eras el teatrero de la pandilla?
JV: ¡Qué va! Como te digo, era más bien tímido, callado, intentaba pasar desapercibido…
TL: ¿Nos hemos perdido un gran veterinario?
JV: Ja ja, no. Para nada. A los 17 tuve, como la mayoría de los jóvenes, que elegir un camino que seguir. Me gustaban los animales, así que empecé veterinaria. Desde el primer día que pisé la facultad, supe que me había equivocado.
TL: ¿Cuándo te diste cuenta de que tenías habilidades para concitar la atención de los demás?
JV: En realidad fue el propio trabajo el que me lo descubrió. Yo había dejado veterinaria, estudiaba arte dramático, quería probar como actor, y un día me llamaron para decirme que buscaban rostros nuevos para la televisión. Me presenté al casting y al día siguiente estaba firmando un contrato. Empecé a hablar con la cámara y me di cuenta enseguida de que nos entendíamos bien.
TL: Más de 30 años en televisión… ¿En el mejor de tus sueños imaginaste todo lo vivido?
JV: ¡De hecho 32! Nunca jamás llegué a imaginar que iba a tener una vida así. Mi madre quería que fuese militar, como mi padre, imagínate. Como digo siempre, yo soy un chico normal al que le ha tocado vivir una vida excepcional. ¡Y en ello estoy!
TL: ¿Han compensado las renuncias a cambio de los logros obtenidos?
JV: Absolutamente, la fama tiene alguna pequeña servidumbre que otra, pero en mi caso, son infinitamente mayores las ventajas que los inconvenientes.
TL: ¿Qué darías por volver a ser anónimo, ser tú el que mira y no al que miran?
JV: Cuando quiero ser anónimo, lo soy. Voy al súper o a pasear por el centro con mi gorra y mis gafas (y ahora también con mi mascarilla) y, si no hablo, no me conoce casi nadie. Y cuando quiero desconectar del todo, viajo fuera de España…
TL: ¿Cuál ha sido tu punto de inflexión vital?
JV: Ha habido varios momentos trascendentales en mi vida, algunos trágicos, que sin duda me cambiaron el rumbo. Por quedarme con uno bueno, el mejor, la llegada de Roberto, mi marido.
TL: ¿Qué te hace sentir en paz contigo mismo?
JV: No te creas que he encontrado todavía la paz total, tengo muchas luchas internas, como me dice siempre un amigo muy querido. Pero lo que sí tengo es la conciencia tranquila de haber intentado siempre ser una buena persona, un buen compañero, el no haber ido nunca por la vida ni pisando ni haciendo daño y haber echado una mano a los demás siempre que he podido.
TL: ¿ACNUR ha venido a cambiar tu vida?
JV: ACNUR cambió mi vida hace más de 15 años cuando los conocí. Desde entonces hasta hoy, mi trabajo como Embajador de aquellos que lo han perdido todo, y tienen que abandonar sus hogares, sus países, huyendo de la persecución, la violencia y la muerte, ha dado un sentido nuevo a mi vida, a la fama, a todo.
Cuando viajamos en misiones a las fronteras de los conflictos, tenemos que enfrentarnos a situaciones muy dramáticas. Pero al mismo tiempo, el poder estar sobre el terreno, ayudando, es lo más gratificante que he hecho nunca.
TL: ¿Lo mejor que se te da hacer?
JV: Escuchar, creo. Y las tortillas de patatas.
TL: ¿Quién o qué ha marcado realmente tu vida?
JV: Mi madre ¡mucho! La tele. Roberto…
TL: ¿Qué te pone de buen humor?
JV: Lo que más, viajar, descubrir el mundo, recorrerlo entero. Es mi gran pasión. También los amaneceres de verano cuando salimos a hacer paddle surf. ¡Y esquiar! Esquiar me pone de super buen humor. Yo voy cantando mientras esquío…
TL: Esa canción con la que, cuando la escuchas, se te mueven los pies sin remisión.
JV: Buf, ¡Muchas! Pero para bailar, sólo house y música electrónica.
TL: ¿En qué eras brillante en el colegio?
JV: Inglés, historia. En general, letras más que ciencias.
TL: Esa obra de arte que te gustaría tener expuesta en casa.
JV: El David de Miguel Ángel.
TL: ¿Un talento que se te resiste por mucho que lo intentes?
JV: Muchos, me encantaría saber cantar bien, tener un vozarrón…
TL: ¿Eres de una mentira piadosa a tiempo?
JV: Absolutamente sí. No soporto a la gente que presume de sinceridad, de decir siempre y en todo momento lo que piensa.
TL: ¿Cuál es la compañía perfecta para irte de fiesta?
JV: Para irte de fiesta vale casi cualquiera, sobre todo si invitas tú…
TL: ¿Esa palabra que nunca regateas y más usas?
JV: Sí.
TL: ¿Qué ves cuando te miras al espejo?
JV: Me miro poco, pero sigo viendo al niño tímido que era…
TL: ¿Ese bien que más valoras?
JV: La amistad.
TL: ¿Qué no falta nunca en tus bolsillos?
JV: El móvil, hoy en día lo llevas todo en el móvil.
TL: ¿La enseñanza que nos deja vivir en pareja?
JV: Al amor hay que regarlo todos los días. Si no, se seca.
TL: ¿Tu mayor decepción?
JV: Comprobar que, como en la canción de Mecano, «cuando la tortilla da la vuelta, no queda nadie en cubierta”.
TL: ¿A quién sigues con interés en las redes sociales?
JV: Para mí las redes son, por un lado, una herramienta de trabajo más y, por otro, una forma de estar en contacto con las personas que siguen mi carrera y me demuestran día a día su cariño. Para ellos es para los que mantengo mis redes.
TL: ¿Hay alguna situación en la vida en la que, por algo, te pones pesado?
JV: Soy patológicamente muy puntual. Me pongo muy pesado con los horarios, en el trabajo, en los viajes, etc.
TL: Una película en la que te gustaría quedarte a vivir.
JV: Hay muchas pelis en las que me gustaría estar un rato, pero para quedarme a vivir, me quedo con la mía.
TL: Esa experiencia gastronómica inolvidable.
JV: Me chifla el marisco, como buen gallego. Los percebes son mi perdición.
TL: Sé que han sido muchas pero, ¿hay una pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
JV: Así está perfecto.
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