Manuel Ríos San Martín: “El valor de las historias es que te proyectan a otro mundo”
La trayectoria de Manuel Ríos San Martín es amplia y fructífera. Reconoce que es inquieto por naturaleza y la prueba está en que es periodista de título, productor, director, guionista de series y escritor.
Desde 2017 ha escrito un libro cada dos años. Y algunos de los guiones de series emblemáticas como Compañeros o Médico de familia también están escritos por él.
Uno de sus libros, La huella del mal, se ha adaptado al cine y el propio Manuel es el director de la película. Se estrenará en primavera y es una de las grandes apuestas de la productora La Charito Films para el nuevo año.
The Luxonomist: Director, guionista, productor, escritor y profesor universitario… ¿te has propuesto plantarle cara al refranero y demostrar que el que mucho abarca, sí aprieta?
Manuel Ríos San Martín: Hay que buscar los tiempos para cada cosa. Yo tengo mucha capacidad de concentración. Eso hace que por la mañana pueda trabajar en un proyecto y, por la tarde en otro. Hay que saber organizarse bien. En cualquier caso, hay temporadas en las que tienes que centrarte en una única cosa y emplear ahí todas las energías. Pero, en cuanto acabo, me gusta que lo siguiente sea distinto, un reto nuevo.
TL: Con un abanico tan amplio de habilidades, ¿qué has encontrado diferente en la escritura que no tienes en otras actividades de la vida?
Manuel Ríos San Martín: Falta de vida social (risas). Por eso está bien rodar de vez en cuando, ves gente nueva, viajas, te quitas el chándal…
TL: ¿Qué queda en el autor de hoy del escritor que se estrenaba con Círculos hace tan solo siete años?
Manuel Ríos San Martín: Círculos es un puñetazo en la tripa, que también disfruté en su momento. Es una novela más impulsiva y vehemente, violenta y descarnada. En estos años, mis personajes han ido descubriendo una mayor empatía. Incluso ternura. Me gusta esa evolución. Eso sí, sin dejar de ser irónicos o de tener mala leche. Tal vez yo haya seguido esa misma evolución.
“Rodar en Atapuerca ha sido un hito que quizás no vuelva a repetirse”
TL: La huella del mal nace en 2019 en formato libro. Es tu segunda novela y acaba de llevarse al cine. ¿En algún momento imaginaste ese salto?
MRSM: He tardado más de cinco años en adaptarla, no es algo tan sencillo, pero te mentiría si dijese que no. Al venir del mundo audiovisual, siempre es una opción. De todas maneras, no lo pensaba al escribirla. Ahí hay que centrase en que sea una buena novela con las características de ese formato. Una vez la terminas, ya te puedes plantear otras opciones. Al principio la veía más como serie, pero ahora estoy encantado de que sea un largometraje.
TL: Los entornos de tus novelas son de todo menos fáciles de plasmar en una película. ¿Rodar en lugares Patrimonio de la Humanidad, como el Yacimiento de Atapuerca, refuerza la aventura?
MRSM: La aventura y la estética de la película. No solo por ser un lugar en el que no hubieran entrado antes las cámaras de cine, sino también porque es espectacular. Ha fotografiado increíblemente bien. Creo que para Atapuerca también va a ser un hito. Una noche, iluminamos los yacimientos. Impactaba verlos y estaba con nosotros la directora del Museo de la Evolución Humana. Creo que se emocionó al contemplarlos. Nadie los había visto así. Y tal vez no se vuelvan a ver jamás.
TL: ¿Qué ha sido los más difícil de este rodaje que acaba de concluir?
MRSM: Creo que ha sido un rodaje muy complejo que ha salido muy bien. Hemos rodado en cuevas con mucho frío, en bosques a los que era muy difícil acceder y transportar el material, mucha noche, lluvia… Pero lo más complicado ha sido, sin duda, el desfiladero de Yecla, una pasarela de un metro de ancha y casi un kilómetro de larga, en el que trascurre una secuencia muy importante de la película. Era complicadísimo mover al equipo por ahí. Piensa que somos muchos, actores, cámaras, iluminación, sonido, maquillaje, peluquería… Todos en fila india. Para las actrices, Blanca Suárez y Aria Bedmar, fue todo un reto. Tengo que decir que tienen una capacidad de concentración envidiable. Y el equipo demostró una gran profesionalidad.
“En la vida soy de impulsos, he tenido que trabajar la paciencia”
TL: ¿Ha habido un momento de… “¡Quién me ha mandado proponer esto!”?
MRSM: La película arranca con unas imágenes de la prehistoria. Hubo un momento en el que estuve a punto de arrepentirme por lo complicado que resultaba, pero me alegro de haberlas rodado, creo que han quedado muy bien. Y es un inicio muy original.
TL: ¿Alguien con el sentido audiovisual tan marcado como tú va poniéndoles cara a los personajes mientras escribe?
MRSM: A veces se te ocurren enseguida y otras te cuesta verlos, no sé bien por qué. Estoy encantado con el reparto de La huella. Ya no podría ver a otros actores.
TL: ¿Lo mejor de la aventura de La huella del mal?
MRSM: La experiencia. Espero que sea un equilibrio entre el rodaje, donde las dificultades salieron muy bien y que eso se refleje en el resultado final, como creo que será. Pero, tal vez, el mejor recuerdo es que mis tres hijos, de una manera u otra, colaboraron en el rodaje. Eso me lo llevo para siempre. Y ellos también.
TL: ¿Eres de cocinar la vida a fuego lento?
MRSM: Soy más de impulsos y, sin embargo, mi profesión es más de fuego lento. He tenido que trabajarme y desarrollar paciencia (risas)
TL: ¿Lo mejor siempre está por llegar?
MRSM: Pues nunca se sabe. Esa es la gracia. Lo importante es mantener la ilusión. Yo llevaba muchos años sin dirigir y mira… estoy muy contento.
“No soy melancólico, pero me lo pasé muy bien el día de mi boda”
TL: ¿A qué momento de tu pasado regresarías?
MRSM: No soy muy melancólico, pero me lo pasé muy bien el día de mi boda, por ejemplo.
TL: ¿Tu mayor conquista?
MRSM: Seguir trabajando (y viviendo) con la misma ilusión que cuando empecé.
TL: ¿Recuerdas ese momento de absoluta felicidad?
MRSM: Meter un gol en un partido igualado (sigo jugando al fútbol).
TL: ¿Qué no le perdonarías nunca a un amigo o a alguien a quien quieres?
MRSM: Algún delito grave, creo.
TL: Si fueras un producto. ¿Cuál sería tu slogan?
MRSM: La ilusión de todos los días, aunque no compre lotería. Tampoco está mal, “No eres tú cuando tienes hambre”, una gran verdad (Snickers)
TL: ¿Qué le preguntarías a tu yo dentro de veinte años?
MRSM: Mi grupo de amigos ha escrito una carta a nuestro yo de 80 años. Pero es secreta hasta entonces. ¿Sigues vivo?, podría ser una buena opción.
TL: ¿Sin cuál de los cinco sentidos podrías vivir?
MRSM: El olfato sirve para pocas cosas agradables.
“Tengo un oído espantoso para la música”
TL: ¿Un personaje histórico con el que te sentarías a cenar?
MRSM: Tal vez con algún gran villano para intentar comprender cómo se llega a eso, pero mejor sin concretar el nombre.
TL: Diez segundos para un deseo. ¿Qué pides?
MRSM: La paz en el mundo, sin duda, como las misses de las películas.
TL: ¿Un día perfecto?
MRSM: Comer con mi familia, cenar con mis amigos. Y en medio, trabajar un poco en mi próxima novela y hacer algo de deporte.
TL: ¿Cuál es ese tema del que te avergüenza saber tan poco?
MRSM: Hay un montón, la verdad. Tengo un oído espantoso y eso hace que me cueste entender cómo funciona la música, por ejemplo.
TL: ¿Una película en la que te quedarías a vivir?
MRSM: La playa de Vaiana no está nada mal … pero con un poco de wifi”(risas)
TL: ¿El lugar más loco en el que has terminado después de una noche de fiesta?
MRSM: No soy propenso a fiestas locas, para qué nos vamos a engañar.
TL: Esa pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder…
MRSM: ¿De dónde crees que te viene la vocación por contar historias?
Hay dos sucesos en mi vida que me marcaron. Cuando tenía 3-4 años tuve varicela y me pasé varios días tumbado en el sofá lleno de picores y con mucho malestar. Sin embargo, cuando mi abuela me contaba cuentos, me olvidaba completamente de mis dolores y me lo pasaba bien. Ese es el valor de las historias, que te proyectan a otro mundo.
También recuerdo cuando era algo mayor, a veces, mi madre me mandaba a la cama en mitad de alguna película porque acababa tarde, pero al día siguiente, cuando me llevaba al colegio, me la contaba. Y lo hacía muy bien, aunque supongo que se saltaba algunas cosas “de mayores”. (Risas). Son dos recuerdos que me vienen a la cabeza cuando pienso en por qué escribo.