Le “tenía ganas” desde hace tiempo y más a raíz de la primera gala de ‘Tu cara me suena’. Le intuí ganador desde el minuto uno, algo que reconoció el público después de ver imitaciones que rozaron la perfección. Como actor ha hecho grandes interpretaciones, pero todavía le falta ese papel protagonista que le encumbre al lugar que merece. Acaba de debutar en el cine de animación, doblando a Percy en ‘Small Foot’. Siempre hay una primera vez para todo y Miquel Fernández está dispuesto a aprovechar con intensidad todo aquello con lo que la vida le sorprenda. Nos encontramos en el Festival de San Sebastián.
The Luxonomist: Me dices que es la primera vez que vienes aquí…
Miquel Fernández: Aunque pueda parecer increíble, así es.
TL: Más que increíble parece mentira, después de una trayectoria como la tuya.
MF: Ya sabes que depende de las películas que hagas… y las que he hecho nunca se han presentado aquí. Y también tengo que decirte que a los festivales o entrega de premios no me gusta ir si no presento película, me nominan o tengo algo que hacer en concreto. Pisar la alfombra roja para que te vean… pues no.
TL: ¿Tienes la sensación de que te han descubierto muy tarde?
MF: ¡Nunca es tarde! Y tengo muchas ganas de que me descubran mucho más. Me queda mucho que dar y creo que no me han descubierto del todo.
TL: Hasta ‘Tu cara me suena’, ¿tienes la percepción de que no se te ha reconocido como mereces?
MF: Ese programa ha sido para mí una experiencia alucinante en todos los sentidos. Solo puedo tener palabras de agradecimiento. Salir cada semana a expresarme era un gustazo, me lo pasaba muy bien. La televisión te permite entrar en la casa de la gente y, después de mi personaje de malo malísimo en ‘Mar de plástico’, este espacio me posicionó más en la órbita mediática, aunque me queda mucho por dar.
TL: ¿El talento no tiene límite?
MF: (risas) Lo que yo te puedo decir es que aún no he tocado techo. He trabajado fuera con director y actores americanos y he hecho muchas cosas que la gente no sabe. Tengo una trayectoria muy larga y supongo que a lo mejor un día, sin saber por qué, todo eso se sabe y me beneficia.
TL: ¿No estás en el lugar que te corresponde?
MF: Yo sé que tengo un lugar. Trabajo, la gente del medio me llama, hago castings… pero sé que puedo hacer mucho más y tengo ganas de poder demostrarlo, porque tengo capacidad para hacer protagonistas y cosas potentes. Invoco más protagonismo.
TL: Nunca se sabe dónde está la oportunidad…
MF: Eso es verdad. Yo creo que gracias al ‘Tu cara me suena’, la gente de Warner Bros vio posibilidades en mí para hacer este doblaje.
TL: ¿Y dijiste que sí para que, el día de mañana, tu niño presumiera de padre? (risas)
MF: Eso por supuesto (risas) Ya he hecho algunas cosas para otras productoras y, cuando le pongo algo de lo que he hecho, le digo: “Papá está cantando aquí”. Y él se queda clavado mirando. Tiene casi cinco años y ya empieza a entender. Le llevaré al cine cuando ‘Small Foot’ se estrene esta semana, porque me gusta llevarle a las salas. Por él “me chupo” todas las películas de animación de todas las productoras. Me encanta verlas con él.
TL: ¿De niño también ibas al cine?
MF: Sí, tengo que reconocerte que empecé tarde a ir, pero luego me fui aficionando. Con 8 o 9 años, me encantaba el break dance y fui a ver una película sobre ese tipo de baile, que no me acuerdo cómo se llamaba, pero aluciné con un tipo que bailaba con una escoba (risas).
TL: ¿Tenías el gusanillo de la interpretación desde pequeño?
MF: La música fue anterior a la interpretación. Sin querer, me gustaba ser el centro de atención. Siempre era el que acababa contando las historias y ¡fíjate que soy un tipo tranquilito! Pero, no sé por qué, me tocaba ese papel y me lanzaba a la piscina sin pensármelo. Tuve la suerte de que en el instituto me encontré con un profesor que me dijo que cantaba muy bien y me animó a participar en un musical. En la clase éramos tres chicos y quince chicas. Hicimos ‘West Side Story’ y flipé. Ahí empecé a interesarme por el musical, me preparé y, dos años después, ya estaba trabajando.
TL: Despegaste pronto…
MF: Tenía 16 o 17 años… y ya no he parado. Tuve suerte en mi casa porque a mi madre le daba igual lo que eligiera, siempre ha confiado en mí y me habría apoyado en lo que escogiera. Desde pequeño he sido muy responsable y estoy seguro de que me habría dicho “lo que tú quieras, hijo”. Nunca me ha puesto un impedimento, en absoluto.
TL: ¿Y nunca te has arrepentido del camino elegido?
MF: No, nunca. Ni en los momentos más duros. He tenido suerte también ¿eh?, nunca me ha faltado de nada. También te digo que he peleado mucho y ahora, que tengo un peque, me gustaría tener un poco más de rutina, de seguridad. Ahora me pienso más las cosas. Y eso que tengo la ventaja de que mi pareja también es actriz, muy buena actriz y trabaja muchísimo…
TL: Eso te da la tranquilidad de saber que es la que mejor te entiende…
MF: Es verdad, pero hay que calibrar cuándo es el momento de cada uno. Y esta profesión es tan difícil, que no puedes elegir. O le toca a ella o te toca a ti. Y si nos toca a los dos, ¿qué hacemos con el peque?.
TL: Siempre hay alguien que echa una mano…
MF: En nuestro caso, no tenemos mucha ayuda. Pero siempre buscaríamos una salida.
TL: Es un plus tener de pareja a alguien de la profesión, porque vuestras vidas no las entendería un funcionario, por ejemplo…
MF: Es verdad, no sería fácil para otra persona pero, a veces, añoras eso, el tener una rutina. Si me preguntas si me arrepiento de la vida que llevo, no… pero, de tanto en tanto, me gustaría la vida de un funcionario.
TL: ¿Eso ha sido lo más difícil de la aventura?
MF: No lo sé… Difícil, difícil ¡ha sido todo! Es cuestión de perspectiva. Nada es difícil o fácil, todo es cuestión de un trabajo constante, de una lucha permanente. Hay veces que, cuando te salen bien las cosas, todo es positivo y tienes dinámicas en ese sentido o lo contrario.
TL: ¿El éxito llama al éxito?
MF: Sí, en cierta medida, pero no hay que olvidar que el éxito es algo muy efímero. Lo más difícil de esta profesión es tener un equilibrio. Y creo que ni con los años lo vas encontrando, porque a veces te puede el ego, la ambición, el ansia, el cansancio, el hastío… Se pasa por muchas fases y eso te obliga a una intensidad muy agotadora. Lejos de lo que se piensa la gente, entre tú y yo y sabiendo que estás grabando, te digo que en estos momentos preferiría estar en mi casa con mi mujer y mi hijo antes que estar de promoción, aunque también disfruto el estar aquí haciendo esto. Estamos en esa dicotomía permanente.
TL: ¿Han cambiado tus prioridades?
MF: Sí claro, absolutamente. En el momento en el que tienes un hijo, todo te cambia. Tiene de positivo que eliges lo que sí y lo que no. He aprendido a decir que no a algunas cosas, pero aún no estoy en posición de poder hacer lo mismo con otras. Hace quince años lo cogía todo, ahora intento priorizar y reconozco que, en ocasiones, me equivoco. Pido opinión, pero la última decisión es mía. Aunque me digan que no lo haga, si lo veo claro, tiro para adelante. En concreto, con TCMS me dijeron que no lo hiciera y ya ves (risas), fue una decisión acertadísima.
TL: ¿En algún momento temiste por el encasillamiento?
MF: Lo piensas porque esta profesión es muy cruel con esas cosas, pero creo que todo está cambiando y, cuanto más ofrezcas, más suma en el resultado final.
TL: Me hablabas antes del ego. ¿Cómo manejas eso?
MF: Con psicoterapeuta (risas) Tengo una psicóloga maravillosa que me ayuda a gestionar todo. Cuando tienes un crío, el ego también hace que bajes a la tierra. Entender que eres un “container” para tu hijo. Cuando te das cuenta de que te pueden censurar, criticar, insultar, escupir… te hace ver que igual no eres tan importante. Ese es un gran aprendizaje. Luego ya está tu educación y lo que te hayan enseñado desde niño.
TL: Me da la sensación de que la vanidad la tienes controlada…
MF: Yo tengo mi ambición, mi vanidad, me gusta que hablen de mí… pero no soy un exponente de vanidoso. A veces te equivocas y no te das cuenta, te crees que eres un tipo super humilde y resulta que no es así, pero tengo la suerte de tener al lado a mi mujer, un gran apoyo, que siempre me baja o me sube. Y yo con ella también.
TL: ¿Sigues teniendo los mismo amigos de siempre?
MF: Hay tres o cuatro que son los de toda la vida. Yo tuve una infancia un poco rara, en el sentido de que nunca he estado en el mismo colegio más de dos o tres años, por eso no tengo amigos de la infancia. Sí de cuando empecé a trabajar hace 20 años y son los que conservo.
TL: ¿Y qué te dicen ellos?
MF: Uy, es que yo he pasado por muchas fases. He hecho de actor, de director, de empresario, de director musical, he llegado a despedir a gente… En cada uno de esos momentos, mis amigos me decían lo que pensaban. Nunca en plan censura o recriminación, pero no se callaban lo que pensaban. Me la tiraban y yo la pillaba. Tuvimos momentos críticos, pero los superamos y ahí seguimos.
TL: ¿Qué te lleva a ti al cine?
MF: La curiosidad. Tengo la suerte de haber hecho de todo: musicales, teatro de texto con gente alucinante en templos de teatro, series chulísimas… He hecho de todo porque soy un tipo curioso, por eso voy al cine y a todo lo que pueda.
TL: ¿Cómo te sacaría yo de tu zona de confort?
MF: No sé, llevándome de pesca (risas). Lo conseguirías llevándome a algún sitio que no controle o hablándome de filosofía, por ejemplo.
TL: No es mi fuerte, ya lo siento… (risas) ¿Cómo sería tu domingo perfecto?
MF: Hoy por hoy, aunque suene un poco tópico, relajado con mi mujer y mi niño, que haya armonía. Si estoy solo, porque me toca trabajar fuera, perfecto sería con un largo desayuno y los periódicos. Ese sería un momento para mí, que es maravilloso y se necesita. Pregunto por el restaurante chupi de esa ciudad, luego igual paseo y me mimo. Y sienta de maravilla.
TL: ¿Cómo estás viviendo la paternidad?
MF: Bien, aunque es difícil combinarla con la profesión. Y más cuando tu pareja se dedica a lo mismo que tú. Por una parte te entiende pero, por otra, también tiene que decidir hacer lo que le ofrecen cuando le llaman. Esta profesión es así de inestable. Posiblemente hacer ese encaje enriquezca más.
TL: Nadie nos dijo que vivir sería fácil…
MF: Por supuesto. Pese a eso que te digo, lo llevo bien y mi hijo entiende un poco lo que hacen sus padres. Cuando me veía en TCMS cantando flipaba y se quedaba clavado delante de la tele hasta que se caía frito. Cantaba conmigo y yo creo que, al final, todo esto se queda. Los niños son esponjas.
TL: ¿Eres padre consentidor?
MF: Soy padre que hace lo que puede, imagino que como todos. Como buenos actores, los dos jugamos un poco con los roles de poli bueno y poli malo (risas). No es fácil, sobre todo cuando en tu casa no has tenido muchos referentes. Me toca construirlos y es complicado, es mi reto vital que conlleva un trabajo diario, pero es maravilloso al mismo tiempo.
TL: ¿Habrías dado lo que fuera por quitarle un personaje a alguien?
MF: A Sean Penn en ‘Mystic River’ (risas), pero es imposible. Tengo ganas de hacer muchas cosas y estoy capacitado para ello. Puedo dar mucho más de mí. Solo falta que me den la oportunidad. Y no me puedo quejar porque yo trabajo pero, lo que hacen otros, yo también lo puedo hacer y me encantaría poder demostrarlo. No sé lo que me falta para poder lograrlo. Tal vez visibilidad, no lo sé.
TL: ¿Te reconoces en el hombre que te has convertido?
MF: Yo creo que el niño que fui no se reconocería en quien soy y se sorprendería muchísimo. Espero que se sintiera muy orgulloso, eso sí. Y, como soy de los que cree en el destino y de que lo que tiene que llegar llegará, estaba escrito que esto tenía que ocurrir.
*Localización: Hotel María Cristina (San Sebastián). *Próxima semana: Elena Furiase.
La tendencia que está arrasando este otoño/invierno tiene como protagonistas unos accesorios que no son… Leer más
Casi seis meses después de que Felipe VI y la reina Letizia posaran para el… Leer más
Si estás planeando un viaje a la capital de Colombia, Bogotá, aquí podrás encontrar algunas… Leer más
Estamos acostumbrados en estas páginas a hablar de productos y experiencias exclusivos capaces de romper… Leer más
La familia real británica ha tenido un año muy complicado. El príncipe William lo calificaba… Leer más
Hace 2 millones de años, el Australopithecus comprendió las bondades de la caza. Con el… Leer más