Pablo Molinero: “Hay en nosotros una resignación amarga a no cumplir nuestros sueños”

Reconoce que, en el colegio, destacaba por su “piquito de oro”. Tal vez por eso, Pablo Molinero es bueno debatiendo ideas y expresando emociones. Es un hombre de teatro que está descubriendo en el cine muchas cosas que desconocía de su oficio. Estrena Jaula, al lado de Elena Anaya y Carlos Santos. Un thriller inquietante, y en momentos angustioso, muy “made in Álex de la Iglesia”…

The Luxonomist: ¿Qué te da la interpretación que no encuentras en ninguna otra actividad de la vida?
Pablo Molinero: Una manera muy intensa de canalizar energías, tanto mías como de la comunidad, cercana a los antiguos rituales que realizábamos cuando vivíamos en tribus.

TL: ¿Nos hemos perdido a un gran filólogo?
PM: No creo. Siempre he tenido una inclinación artística. Con la filología me unían las literaturas, la comunicación, la posibilidad de viajar, pero nunca me imaginé ejerciendo como filólogo.

“El teatro me está enseñando muchas cosas sobre mi oficio que desconocía”

TL: Dicen que en el teatro se ven los buenos actores. El escenario ha sido tu cuna. ¿Te ha enseñado todo lo que pones en práctica?
PM: Me ha formado como actor creador, que creo que es un matiz interesante para los intérpretes, porque nos aleja del mero títere y nos hace creativamente responsables de nuestro trabajo y nuestros procesos. Pero, en nuestra profesión, no puedes ir a trabajar sabiendo qué es lo que vas a hacer y lo que va a pasar. Hay que resetearse en cada proyecto, en cada secuencia, porque lo que te sirvió para una escena, no te sirve para otra y has de cambiarlo. Acumulas oficio, pero has de ampliarlo en cada proyecto, porque si no estás acabado. Y eso es lo que me gusta del cine. Me está enseñando muchas cosas sobre mi oficio que desconocía.

TL: ¿Cómo se ve la vida desde la altura de las tablas?
PM: El escenario es la vida en su estado más puro. Es el ritual delante de los otros por el que unos pocos se entregan a la comunidad en un viaje emocional colectivo. Para mi es el viaje perfecto.

TL: ¿En algún momento te has arrepentido del “salto al vacío” de la interpretación?
PM: No, hace tiempo que lo asumí y, en mi caso, es vocacional. A veces echo de menos mi parte como creador, pero creo que la vida nos pone en el lugar que necesitamos estar. Quizás yo no tengo tantas cosas que decir como artista creador de proyectos y sí como creador de personajes. Encarnar es un misterio infinito. Nunca te lo acabas. Siempre quieres más. Saber más de ti y de los otros. Es un viaje en dos direcciones.

TL: A estas alturas de tu trayectoria. ¿Qué le pides a un personaje para no dejarlo escapar?
PM: Que sea diferente a todos los otros que he interpretado, me suponga un reto y sea sugerente. O que me mueva, me toque, tenga ganas de intentar encarnarlo. Que encierre cierto misterio o que no sepa del todo cómo lo haré.

“Llevo un director al que me esfuerzo en callar constantemente”

TL: ¿Qué te une y distancia de Simón, tu personaje en “Jaula”?
PM: Me une el tema de la paternidad. Los que hemos querido ser padres en nuestra generación hemos llegado tarde a ella, con todo lo que ello implica, incluso la imposibilidad de serlo y la consecuente frustración en la pareja. Y me distancia, aunque me es familiar, cierto abatimiento vital, esa resignación amarga a no cumplir nuestros sueños.

TL: ¿Has llegado a pasar tanta angustia, en algunos momentos, como se transmite en la película?
PM: Sí, ha habido momentos del rodaje realmente inquietantes. Cómo va evolucionando la situación con la niña, era tan inquietante en el set como en se ve en la pantalla.

TL: ¿Te imaginas haciendo otra cosa?
PM: Sí. Llevo un director dentro al que me esfuerzo en callar constantemente.

TL: ¿Lo mejor que se te da hacer?
PM: Cocinar, jugar con los niños y bañarme en la playa.

TL: ¿Quién ha marcado realmente tu vida?
PM: Mi abuelita.

TL: ¿Qué te pone de buen humor?
PM: Tomar una cervecita con un amigo.

TL: Esa canción que, cuando la escuchas, se te mueven los pies sin remisión…
PM: Achilipum de Las Grecas.

“En mis bolsillos nunca faltan tapones para los oídos”

TL: ¿En qué eras brillante en el colegio?
PM: Tenía un piquito de oro. Así que lo relacionado con la expresión y el debate de ideas.

TL: Esa obra de arte que te gustaría tener expuesta en casa…
PM: Cualquiera de Egon Schielle.

TL: ¿Un talento que se te resiste por mucho que lo intentes?
PM: Cantar.

TL: ¿Eres de una mentira piadosa a tiempo?
PM: Sí…

TL: ¿Cuál es la compañía perfecta para irte de fiesta?
PM: La improvisada.

TL: ¿Esa palabra que nunca regateas y más usas?
PM: Tranquilamente.

TL: ¿Qué ves cuando te miras al espejo?
PM: Mis ojeras. Y si logro mirarme a los ojos, puedo entablar una conversación con un chaval con el que soñaba despierto de joven.

TL: ¿Ese bien que más valoras?
PM: La bondad.

TL: ¿Qué no falta nunca en tus bolsillos?
PM: Tapones de los oídos.

“Me gusta apurar la hora de despertarme por la mañana”

TL: ¿La enseñanza que nos deja vivir en pareja?
PM: La vida no es como nos la venden. Una explosión continua emociones fuertes. Sino un transitar por diferentes estados.

TL: ¿Tu mayor decepción?
PM: Que era verdad lo que nos decían, que realmente el tiempo vuela y en una vida no da tiempo para hacer todo lo que a uno le gustaría.

TL: ¿A quién sigues con interés en las redes sociales?
PM: A PabloMM y Nieves Concostrina en Twiter. Y, en Instagram, a Cultura Inquieta quizás…

TL: ¿Hay alguna situación en la vida en la que, por algo, te pones pesado?
PM: Me gusta apurar la hora de despertarme por la mañana, es una debilidad que intento combatir, pero puedo llegar a ser muy pesado.

TL: Una película en la que te gustaría quedarte a vivir…
PM: El último mohicano.

TL: Esa experiencia gastronómica inolvidable…
PM: La paella.

TL: Sé que han sido muchas, pero ¿Hay una pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
PM: No. Gracias por tus preguntas. He disfrutado mucho con ellas.