Hablar con Roberto Verino siempre es un placer. No sólo por su interesante conversación, sino por la paz y tranquilidad que transmite. Y eso que acaba de presentar a la prensa su última colección –Nomadismo Urbano– abriendo la Semana de la Moda de Madrid, en plena calle y con la amenaza permanente de la lluvia.
A diferencia de otros diseñadores que tras ese momento estarían exhaustos o histéricos, él no pierde la calma y la pausa. Dice que siempre le gustó la expresión gallega amodiño, que significa «ir despacio».
A pesar de llevar casi 40 años al frente de su marca, la moda le sigue fascinando. «Yo me iré con las botas puestas. Jamás dejaré de estar ahí» afirma con rotundidad. Reconoce también que ahora está en una fase muy interesante que le permite centrarse solo en lo que a él le gusta, la dirección artística.
De otras cuestiones, también importantes y que no dejan lugar a la creatividad, se ocupará el nuevo staff. En él destacan dos figuras femeninas: Cristina Mariño (su hija) al frente de la dirección de marca y de Dora Casal en la dirección ejecutiva.
«Estoy ilusionado con lo que espero de esta fase. Ellas están entusiasmadas y a mí eso me da mucha seguridad. Porque muchos de los grandes problemas que tiene el mundo empresarial desaparecerán de mi cabeza. He sido capaz de delegar las partes más complicadas en el desarrollo de la marca«. El diseñador no lo duda ni un segundo, lo difícil es que la parte artística y financiera convivan armónicamente.
Me recuerda sus inicios y hace especial mención a su familia. «Me ayudaron mucho; desde el punto de punto de vista económico y de la responsabilidad personal y profesional. Trabajar con tus padres y hermanos tiene muchas ventajas; aunque en un momento la situación se truncó con el fallecimiento de mis padres y mi hermano mayor. Era el momento de evolucionar y profesionalicé la empresa».
Para ello, había que captar talento y capacidad. «Irme de Verín a Orense a montar la estructura de diseño y gestión me ayudó», recuerda Roberto Verino. Y también admite las dificultades de atraer ese talento a su lugar de origen. «A mí me sigue pareciendo genial seguir disfrutando de mi ciudad pero a la gente que no es de allí, Verín no le seducía lo suficiente».
Es obligado preguntarle a Roberto Verino por los efectos de la pandemia. «Nos ha demostrado que no hay que ser tan exigentes, que hay que tener menos prisa y que lo que importa es ser felices cada día«. E insiste: «Para hacer bien las cosas hay que madurarlas para poder disfrutarlas y sacarles partido». Me consta que este no es un nuevo discurso del diseñador a raíz de la pandemia. Siempre ha transmitido esa filosofía de vida, también a través de sus prendas atemporales y de calidad.
«Mi mayor ilusión es intentar seducir los sentidos, tanto a través de la moda como del vino. Porque si aplicas a esa posibilidad un esfuerzo cotidiano acabas disfrutando. A mí la pandemia me ha hecho crecer como persona y darme cuenta de que la razón está en la búsqueda de la autenticidad, de la verdad, de lo sencillo, de la sostenibilidad. De ver en la naturaleza la maravilla que nos ofrece continuamente«.
Desde hace años el diseñador también se dedica a la viticultura. Para él no fue algo nuevo ya que sus abuelos maternos cultivaban viñas en la zona de la Ribeira Sacra. Desde los años noventa, su Gargalo (Denominación de Origen Monterrei) le da alegrías y retos.
Con orgullo destaca que «hemos sido capaces de superarnos y de que las ultimas cosechas nos las aplaudan los prescriptores más importantes de España y del mundo. Además hemos llegado a un acuerdo societario con Bodegas Riojanas, que se encargará de llevar toda la parte comercial».
Preguntado por los retos que esconden sus dos pasiones él lo tiene claro. «Es más difícil el mundo de la viticultura que el de la moda. Y es que todo lo que tiene que ver con un proceso natural de un ciclo de un año estás a expensas de que todo te pueda venir bien, mal o regular. Si la situación no es favorable tienes que esperar un año para empezar. En la moda, hay capacidad de reinvención cada día». Preocupado por las tormentas que amenazaban antes de comenzar la vendimia comentaba hace unos días en Madrid que «estamos mirando al cielo esperando que no nos genere ese castigo que se llama granizo».
Pero cuando el viento no sopla a favor el diseñador gallego lo tiene claro: «La creatividad crece con las adversidades. Cuando más nos ponen en un punto de dificultad se agudiza el ingenio, lo fácil hace a la gente ser cómoda. Esto es un obstáculo. Yo soy un perfeccionista y en mi forma de funcionar el conformismo no existe».
Explica Verino que cada diez años su empresa comienza una nueva fase. Ahora está en la cuarta, que comenzó en 2019 con la colección Legado. Era el punto de inicio de los retos en tres pilares importantes para la empresa: la digitalizacion, la internacionalización y la sostenibilidad. «Con el Covid estos pilares se vieron constreñidos; aunque estamos muy bien en Méjico y tenemos propuestas de crecimiento muy importantes para estar presentes en otros países«.
De nuevo saca a relucir su filosofía de vida. «Lo importante no es correr. Es hacerlo muy bien. No solo bien sino muy bien» recalca.
El diseñador gallego hace gala del inconformismo como elemento diferenciador de la marca Roberto Verino. «Siempre hemos querido aportar muchas cosas. No solo calidad, diseño atemporal, armarios emocionales o defensa de la sostenibilidad… sino también llevar al animo de la gente la importancia que la moda puede significar en la autoestima de las personas. La gente tiene que entender que la moda es para ayudarle a ser feliz, no para taparse«.
Su nueva colección apuesta por prendas con capacidad de acompañarnos toda la vida. Según explica la marca en el comunicado de prensa, responde al momento que vivimos actualmente en el que rápidamente pasamos de lo analógico a lo digital, de lo interior a lo exterior. Entre las propuestas destaca la colección cápsula de sport urbano CAMINAE para celebrar el año Xacobeo. Prendas cómodas, que permiten la libertad de movimiento pero sin tener que renunciar a ir bien vestida.
«Lo importante es que la gente entienda que la moda hay que disfrutarla, como un buen vino, una comida o una amistad. Si no lo fomentas la vida se convierte en algo anodino» reflexiona Roberto Verino. Éste reconoce que le generan entusiasmo los testimonios de que tres generaciones de una familia – abuela, madre y nieta- son clientas de su marca. «Siempre pongo en valor al consumidor, el servicio no solo es ofrecer productos ideales para su día a día hay que dar facilidades». Sin duda, «hay que agradecer que las clientas nos sigan queriendo«.
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