Víctor Palmero: “Siempre tuve pájaros en la cabeza. Fue una suerte dejar que volaran”
Desde que intercambias la primera mirada con Víctor Palmero, te conquista su timidez indisimulada y la inocencia de un niño en un cuerpo de hombre. Actor versátil y de un talento en ascenso, no entiende la vida sin sumergirse en la piel de otros. Reconoce que siempre tuvo pájaros en la cabeza y que ha sido una suerte dejarlos volar. En breve estrena dos películas: Mi cielo, tu infierno y La Huella del Mal, un thriller rodado en Atapuerca, al lado de Blanca Suárez y Daniel Grao, y que dirige Manuel Ríos San Martín.
The Luxonomist: ¿Qué has encontrado en la interpretación que no te ha dado otra actividad de la vida?
Víctor Palmero: Creo que vivir muchas vidas en una sola es lo más mágico que puede ofrecerme mi trabajo.
TL: ¿De niño ya eras el teatrero de la pandilla?
Víctor Palmero: Sin duda. De pequeño me apuntaba a todos los talleres del teatro del pueblo (Onda, Castellón) y lo que más me gustaba hacer en casa era ver películas. Me encantaban pelis como “Dentro del laberinto”, “El guardián de las palabras”, “Los Goonies” o “La historia interminable”. Películas donde niños o niñas salían del mundo ordinario a otros lugares fantásticos donde vivían aventuras. Siempre quise algo más emocionante que el mundo ordinario. Inventaba guiones, concursos de tv, a veces con compañeros de clase, a veces solo… Escuché muchas veces aquello de los pájaros en la cabeza. Fue una suerte dejar que volaran.
“Los sueños y la pasión son la gasolina del actor”
TL: ¿Al debutar con 15 años, tienes la sensación de haberte perdido parte de la adolescencia por implicarte en esta profesión?
Víctor Palmero: Al contrario. Considero una suerte haber tenido tan clara mi pasión desde pequeño y algunos de mis recuerdos más bonitos de aquella época están ligados a la interpretación. A las clases de teatro de los martes y jueves, a mis compañeros de entonces, a mis profesores. No imagino esta vida sin formar parte de esto.
TL: ¿Qué hay del Víctor de Física o Química o de La que se avecina en el actor de hoy?
Víctor Palmero: Del Víctor de FOQ permanece la ilusión, las ganas de trabajar, de hacerlo bien. Del de LQSA destacaría disfrutar del trabajo, pasármelo bien trabajando… y mi cariño, amor y respeto al colectivo LGBTIQ+.
TL: ¿Cuando uno nace en provincias el camino al reconocimiento profesional es más empinado?
Víctor Palmero: En mi caso no lo he sentido así. He de reconocer que tengo unos padres que supieron ver qué era lo que quería hacer con mi vida, lo respetaron y me apoyaron. Sí es mucho más fácil acceder a castings, formarse a cualquier edad o ver teatro o cine en las grandes ciudades. Creo que en el fondo da igual lo empinado que sea el camino, lo importante es la ilusión y las ganas que tú tengas de recorrerlo.
TL: ¿Cómo definirías el momento que estás viviendo?
Víctor Palmero: Un tanto ambiguo. Por un lado es un momento muy guay a nivel profesional. Me hace feliz mi trabajo, también me estoy formando como guionista, que es algo que me gusta e ilusiona. Por otra parte, hay algo en mis 34 años que me está haciendo poner los pies en la tierra, empezar a ser más consciente del paso del tiempo, valorar pasar tiempo con mi familia…
“En la interpretación, soñar en pequeño no tiene sentido”
TL: Dos películas por estrenar, “Mi cielo, tu infierno” y “La huella del mal”. ¿Están saliendo ya las cosas como deseabas?
VP: Me ha hecho muy feliz poder compaginar ambos proyectos. Ha sido un poco loco cambiar de una peli a otra, porque son proyectos completamente distintos. “Mi cielo, tu infierno” ha sido una gozada con uno de esos personajes que en sí son un abismo, llenos de aristas, contradicciones. Me he metido bajo el alzacuellos para interpretar a un joven sacerdote en los años 70 en España, de creencias férreas y además, esquizofrénico. Por otra parte, “La huella del mal” es un thriller brutal en el que he interpretado a Rodrigo, un subinspector muy profesional y cuadriculado que requería contención. Trabajar bajo la dirección de Manuel Ríos San Martín ha sido muy emocionante. Soy seguidor de su trabajo desde “Compañeros” y ha sido una gozada participar en este thriller.
TL: ¿En esta profesión hay que soñar en grande?
VP: En esta profesión soñar en pequeño no tiene sentido. Nos nutrimos de la imaginación, de los sueños, de la pasión. Esa es la gasolina de los actores y las actrices.
TL: ¿Eres de cocinar la vida a fuego lento?
VP: Es algo que estoy aprendiendo con la edad. Pero vengo de todo lo contrario, del “ansia de la juventud”, que decía Mónica Naranjo, del microondas, de los noodles instantáneos… Ahora me veo aprendiendo a disfrutar de los momentos en los que no pasa nada, disfrutando de descansar, de pasar tiempo de calidad con mi pareja, con mi familia…. Y oye ¡qué gusto!
TL: ¿Lo mejor siempre está por llegar?
VP: Me gusta pensar que sí. He tenido vivencias increíbles en lo que llevo de vida, pero es motivador pensar que quedan por venir muchas cosas y mejores.
“Siempre quise algo más emocionante que el mundo ordinario”
TL: ¿A qué momento de tu pasado regresarías?
VP: A mi primer año en Madrid. Tenía 21 años, trabajaba de camarero en el Laydown (un restaurante muy guay que había en la Plaza de los Mostenses) y vivía en Legazpi en un piso compartido con 3 estudiantes de la Resad y mi amiga África. Teníamos poco dinero, pero mucha ilusión y muchas ganas de pasarlo bien y comernos el mundo.
TL: ¿Tu mayor conquista?
VP: Lo que sucedió con “Johnny Chico” en el teatro. Fue una pasada. Encontré por casualidad un texto australiano que vibró conmigo y lo convertí junto a mis profesores de teatro de adolescencia (Eduard Costa y Coque Serrano) en un espectáculo. Éste pasó del off del Teatro Lara a la sala Cándido Lara, pasando por el Teatro Español, e hizo una gira de más de 100 funciones. La crítica, las nominaciones, sentir que el público y gente a la que quiero y admiro lloraba y reía conmigo en aquel montaje fue muy especial.
TL: ¿Recuerdas ese momento de absoluta felicidad?
VP: Cada vez que abrazo a mi madre.
TL: ¿Qué no le perdonarías nunca a un amigo o a alguien que quieres?
VP: Soy de perdón fácil con la gente a la que quiero.
TL: ¿Qué le preguntarías a tu yo dentro de veinte años?
VP: ¿Conseguiste cocinar la vida a fuego lento?
“Soy de perdón fácil con la gente a la que quiero”
TL: ¿Sin cuál de los cinco sentidos podrías vivir?
VP: Si no me queda otra que prescindir de uno, prescindiría del olfato. Me costaría mucho vivir sin ver cine, escuchar música, sentir el abrazo de la gente que amo o degustar una paella valenciana.
TL: ¿Un día perfecto?
VP: Cualquiera en el que acabe viendo una buena obra de teatro o película. Me pasó hace poco en CDN con “Le congrès ne marche pas” o yendo al cine a ver “The substance”. Me gustan los revulsivos emocionales. También me gusta la adrenalina, así que si me llevas a un parque de atracciones, me parecerá un planazo.
TL: ¿Un personaje histórico con el que te sentarías a cenar?
VP: Muchos. Lorca, Wes Craven, Lola Flores, Robin Williams…
TL: ¿Qué canción odias pero, sin embargo, te sabes de memoria?
VP: No suelo odiar ninguna canción… De pequeño no soportaba a Camela y sin embargo, ahora, depende de en qué contexto ¡me la gozo!. Y te la canto. Y me sé las letras.
TL: ¿Cuál es ese tema del que te avergüenza saber tan poco?
VP: Soy terrible para recordar caras y nombres de la gente, lo paso fatal.
TL: ¿Esa película en la que te quedarías a vivir?
VP: Big fish. Siempre.
TL: Esa pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder…
VP: Víctor, ¿te invito al parque de atracciones?