Crecer bajo los muros de la Casa Blanca y ante la mirada de prácticamente todo el mundo no debe ser sencillo. Sin embargo, para Malia y Sasha Obama no ha supuesto ningún problema. Actualmente, las jóvenes de 22 y 19 años están haciendo su vida lejos de sus padres, en la universidad. Sin embargo, la pandemia de coronavirus les obligó el pasado mes de marzo ha retroceder en el tiempo y volver a casa junto a ellos. Una etapa diferente que su padre, Barack Obama, recuerda con gran cariño.
“Malia y Sasha han estado con nosotros casi continuamente desde marzo, con solo unos pocos descansos”, contaba el expresidente a la revista People. La familia ha pasado junta toda la cuarentena. Un periodo de encierro en el que Obama asegura que sus hijas han tenido muchos altibajos, mientras que para él y Michelle ha sido un tiempo alegre por volver a estar juntos.
“Como muchas familias que tienen la suerte de no tener que preocuparse por perder el trabajo, o que un miembro de su familia enferme, hay momentos en los que se siente claustrofobia. Estoy seguro de que mis hijas lo han tenido. Pero para Michelle y para mí, como padres, tener un tiempo extra para cenar con nuestras hijas cada noche, jugar a juegos y ver películas juntos, ha sido una gran alegría”.
Obama considera que la cuarentena no solo ha hecho que la familia haya podido volver a estar junta, sino también darse cuenta de que la relación entre ellos ha madurado y mejorado. “Creo que lo que también ha sido maravilloso es ver a Malia y Sasha convertirse en grandes amigas. Se llevan tres años, cuando una tiene 16 años y la otra 13 todavía existe esa competencia entre hermanas. ¿Cogiste mi blusa sin mangas? ¿Dónde está? ¿Por qué no la has devuelto? ¿Por qué estás haciendo esto, por qué estás haciendo eso?“, bromea Obama. “Pero ahora estas disputas son cosa del pasado”.
“Ahora ambas disfrutan de la compañía de la otra. Estar juntos como familia y ver cómo se han convertido en esas maravillosas mujeres jóvenes ha sido la mayor alegría”.
Además de pasar tiempo en familia y redescubrirse como compañeros de vida, también hubo tiempo para el trabajo. Malia y Sasha continuaron sus clases de la universidad de forma online y Obama se centró en escribir su libro, Una tierra prometida. Unas esperadísimas memorias que han sido todo un éxito de ventas. En su primer día en el mercado el expresidente vendió 900.000 ejemplares.
“Mientras escribo, me doy cuanta de que hubo grandes alegrías durante nuestro tiempo en la Casa Blanca. Nunca hubo un momento en el que no reconociéramos el extraordinario privilegio que era estar allí”, cuenta el expresidente a la revista People. “Creo que lo más importante es que nuestras hijas emergieron intactas. Hoy son mujeres jóvenes maravillosas, amables, reflexivas y creativas. Así que creo que es un gran suspiro de alivio”.
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