Hoy se cumplen 60 años de un suceso que cambió el rumbo de la historia. El 22 de noviembre de 1963, el 35º presidente de los Estados Unidos, John Fidgerald Kennedy, era asesinado en Dallas durante una visita oficial. A su lado, su mujer, Jackie Kennedy, con un Chanel rosa manchado de sangre que será recordado para siempre.
Pero hagamos memoria. El presidente llegó al poder en 1961 con una gran cuota de popularidad. No obstante, su destino y el de su familia se torcería tras ser abatido de un disparo a las 12.30 (hora local) en el coche en el que viajaba. En ese momento, presa del pánico, su esposa se tiró en la parte trasera del vehículo protegida por un miembro de su equipo de seguridad.
Nada más recibir el impacto de bala, el cuerpo aún con vida de Kennedy fue trasladado al Parkland Hospital de Dallas donde nada se pudo hacer por él. Su muerte sucedió a las 13.15 horas del mismo día, activándose inmediatamente el protocolo de retorno. Así, su cuerpo fue llevado al avión presidencial, el Air Force One, donde se llevó a cabo el juramento del nuevo presidente, Lyndon B. Johnson, que gobernaría durante seis años.
Tras saberse la noticia todo el mundo estaba pendiente de la llegada del cuerpo del presidente a Washington. Una de las imágenes más impactantes de la llegada del avión fue la que protagonizó Jackie Kennedy, ya viuda, que no quiso quitarse el Chanel rosa que llevaba en el momento del atentado y que lucía lleno de sangre.
Aquel acto fue toda una declaración de intenciones que dio la vuelta al mundo y que llevaba implícito un claro mensaje. “Quiero que todo el mundo sepa que a mi marido lo mataron”, dijo en el avión cuando le sugirieron que se lo cambiara por uno negro en señal de luto.
Así, la primera dama no solo no quiso cambiarse el vestido sino que tardó más de 24 horas en quitárselo. No quería separarse de él ni ducharse para no dejar de sentir la sangre, ya seca, de su marido.
La imagen de aquella joven viuda destruida, con su vestido rosa ensangrentado, no solo impactó a todos los mortales que veían por la televisión la llegada del cuerpo del presidente. También caló en personalidades como la mismísima reina Isabel II, quien por cierto había coincidido con la pareja meses antes en una visita oficial a Reino Unido.
Dicen que tanto la reina madre como Isabel II, educadas en seguir a rajatabla el protocolo, se estremecieron ante la valentía de Jackie. Y también la entendieron.
El vestido rosa con solapas negras de Chanel que Jackie Kennedy combinó con un tocado al tono, guantes blancos y bolso zapatos negros, se convirtió en uno de los estilismos más famosos e imitados del mundo.
Y aunque el traje se conoce como un Chanel, Vanity Fair afirma que podría ser un calco. Uno de una marca llamada Chez Ninon, una boutique de lujo de Nueva York. La casa francesa se fijó en el modelo y lo reconoció como suyo. Pero en aquellos años las marcas autorizaban reproducciones de sus creaciones, siempre y cuando se respetaran los materiales y patrones.
La primera vez que Jackie lo vio fue en un desfile de Coco Channel en 1961. Luego lo usó en varias ocasiones, incluida la tarde fatídica del asesinato de su marido. Igualmente el traje permaneció en la familia durante unos años y en 2003, su hija Caroline Keneddy, lo donó a los Archivos Nacionales de Estados Unidos.
Debido a que nunca se llevó al tinte y aún conservaba las manchas de sangre, Caroline pidió que nunca se mostrara al público. De esta forma el vestido se ha cuidado y protegido para que se mantenga igual que en 1963.
Según la revista People habrá que esperar hasta el año 2103 para que el público pueda ver de nuevo el que sin duda alguna es uno de los trajes más famosos del mundo.
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